La quema de pastizales en las islas es un problema que lleva años sin solución. Por un lado la imprudencia de quienes prenden fuego para asar o calentar agua en alguna visita recreativa, y por el otro, quienes realizan esa práctica con fines lucrativos para mejorar el suelo de la ganadería, generan no solo un daño irreparable en el ecosistema, sino también en la salud de muchos a causa del humo.
Durante el último fin de semana, cuando febrero y marzo se unieron en un sábado y domingo, se volvieron a encender las alarmas sobre el fuego en las islas. Más de una decena de focos ígneos fueron detectados y se necesitó la intervención del gobierno nacional. Con aviones hidrantes se logró controlar algunos focos y evitar que se siguieran propagando. Desde la provincia de Entre Ríos y Santa Fe también se comenzaron a coordinar tareas para aplacar el fuego y frenar nuevos incendios.
Más allá de las cuestiones políticas, en una recorrida casi "a pie" por algunos de los lugares cercanos a la ruta que une Rosario con Victoria, se pueden apreciar manchas de pasto quemado, y prendido. Más específicamente entre los kilómetros 20 y 23.
Según se pudo saber, la "imprudencia" de un grupito de personas que apagaron mal el fuego –la bajada hacia un cause invita a la pesca– redujo a cenizas cerca de 50 árboles.
Este hecho como tantos otros hacen repensar, cuestionar y finalmente exigir que se trabaje con mayor conciencia sobre estos terrenos ricos en fauna y flora, donde la biodiversidad es una de las más importantes del país dado la extensa área que ocupa.
El tema no se puede seguir dejando de lado o no brindarle la importancia que merece, lo reclaman ciudadanos, grupos ecologistas y funcionarios de las provincias en las cuales recae la responsabilidad de ponerse de acuerdo para sancionar a quienes cometen este tipo de acciones, las cuales son ilegales.
El tema del fuego en las islas no es algo sencillo de controlar una vez que se desata. Sin ir más lejos, el programa De 12 a 14, mostró una de las zonas que había ardido el fin de semana. Pese a que se habían extinguido las llamas, aún quedaban lugares humeantes que de repente y por autocombustión, volvían a arder y quemaban la poca vegetación que quedaba.
A este cuadro hay que agregar otra preocupación: la posibilidad de un siniestro vial por falta de visibilidad.
La importancia de los humedales
En el sitio web de la provincia de Santa Fe, se destaca el valor de esta zona y en una descripción resumida se resalta que "es una extensa y compleja planicie de inundación con una amplia heterogeneidad de hábitats y una alta productividad del sistema, lo que favorece la existencia de comunidades bióticas muy diversas y adaptadas al régimen hídrico, favorecido por la alternancia de ciclos de crecientes y bajantes. Así existen numerosos hábitats acuáticos lóticos y lénticos y terrestres asociados"
"Esto la convierte –subrayan– en una de las áreas con mayor biodiversidad de la provincia de Santa Fe y de la República Argentina, con 360 especies de vertebrados tetrápodos, conservándose varias de ellas amenazadas de extinción. Una diversa fauna de peces, muchos migradores, y otros recursos naturales son la base de una importante economía regional y de subsistencia para muchos pobladores locales".
La importancia de preservar los humedales radica en que se trata de una zona que posee una enorme variedad de especies "constituyendo una parte importante del patrimonio natural, y un recurso utilizado para la investigación, educación y recreación".
Pese a saber de la importancia de esta zona, parece que poco y nada cambió. Las quemas se siguen dando –el pico más alto fue en 2008– y con ellas las pérdidas naturales, los problemas en la salud y el peligro que genera transitar en una traza donde el humo de repente puede generar visión reducida o nula. Todo reclamo parece quedar chico ante respuestas que tardan en llegar.
Es cierto que se necesitan políticas conjuntas entre provincia (Entre Ríos y Santa Fe) y Nación pero también es cierto que es necesario que se tome conciencia de que el fuego que se prende con fines recreativos a fin de asar debe ser bien apagado, dado que las condiciones climáticas actuales de falta de lluvia –y en el marco de bajante histórica del río–prevenir y controlar es muy complicado.
Cuidar la zona de islas, la vida en los humedales, depende de todos. Está bien reclamar, pero también es necesario actuar para que esto deje de suceder y los paisajes naturales que se observan al lado de la ruta, que nos une con la ciudad entrerriana de Victoria, vuelvan a ser verdes en lugar de manchones negros donde solo las cenizas dan cuenta de la naturaleza viva que alguna vez hubo en el lugar.