Después de un fin de semana donde después de mucho tiempo, los afectos volvieron a compartir la mesa, este lunes comenzó oficialmente la nueva fase de la cuarentena en Rosario: la etapa del distanciamiento. El día acompañó a cielo despejado y mucho sol. Ideal para los que hoy volvieron a correr. Cómo vive la ciudad este primera jornada de más movimiento con bares y gimnasios abiertos.
“Felicidad tremenda”, resumió en dos palabras un corredor a El Tres. Bien temprano esta mañana, con el buff –la cuellera que suelen usar los runners con las bajas temperaturas– hasta la nariz, salió a correr por la costanera central, en medio de la neblina.
En una bar de la peatonal Córdoba, otro hombre saboreó casi la misma felicidad con el primer café de la mañana: cortadito con gusto a rutina. Contó que siempre, después de desayunar en su casa, se sienta en el bar de Corrientes y Córdoba antes de empezar con la jornada de trabajo. Los locales gastronómicos, que pueden tener hasta un 50 por ciento de su anterior ocupación, recibían a los clientes de a poco, muy de a poco.
Mientras tanto, agitado entre neblina, el runner reconoció que después de tanto tiempo, no fue fácil retomar el entrenamiento, mucho menos con tapabocas, pero el placer de moverse al aire libre hizo que valiera la pena.
Por el parque España, la mayoría de los corredores cumplió con el tapabocas –muchos usaron el buff como reemplazo– pero hubo algunos que salieron sin ese cuidado o bien se lo quitaron a falta de aire.
El uso del barbijo a la hora de hacer actividad física exige una mayor actividad pulmonar y al principio cuesta acostumbrarse. En los gimnasios que abrieron esta mañana, se vieron ojos cansados arriba del barbijo. Pero contentos.
El gimasio del ex nboxeador Matías Vidondo fue uno de los que volvieron a abrir, con turnos, distanciamiento y el obligatorio –y exigente– tapabocas. Vidondo aclaró que las clases se adecuaron al uso del barbijo y por eso las rutinas son más livianas, para que el cuerpo se acostumbre a esta nueva forma de respirar. Destacó incluso que los deportistas profesionales suelen usar un accesorio muy similar al tapabocas para mejorar sus rendimientos.
Las clases son, además, más cortas: no pasan de los 50 minutos. Esto es, para poder desinfectar cada elemento para la próxima clase. Durante las rutinas, nadie puede compartir nada, y todos deben guardar dos metros de distancia.
En las canchas de tenis, la red y el propio juego marcan las distancias. De modo, que son casi de los únicos deportistas con permiso para respirar sin barbijo.
Pero con o sin tapabocas, las miradas de los rosarinos reflejan lo mismo: alivio, disfrute, agradecimiento. Por esos pequeños rituales que dábamos por sentado, y hoy son todo lo que está bien.
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