La denuncia por acoso contra Federico Molinari, el ex gimnasta ganador de cinco premios Olimpia y finalista en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 en un hecho excepcional para el deporte argentino, sigue adelante. Y mientras la Confederación Argentina de Gimnasia tomó cartas en el asunto, la Justicia de San Isidro analiza las pruebas presentadas por C.B, la madre de una alumna de 16 años que asegura que el ex atleta y actual entrenador acosó a su hija por redes sociales de manera impropia y con textos de contenido presuntamente sexual que refieren al delito de grooming, que tiene pena de hasta cuatro años de prisión.
En el marco de ese proceso es que C.B. adjuntó a la fiscalía especializada de Trata de Personas y Pornografía infantil algunas capturas de Instagram con los mensajes enviados por Molinari a su primogénita. Y en ellos en principio no parece haber cuestiones profesionales de por medio sino un contenido como mínimo poco apropiado, tal como se muestran en los textos a los que accedió Infobae. En ellos, que deben aún ser periciados por la Justicia pero la denunciante asegura que provienen de la cuenta real del deportista, éste se refiere a la menor como que está hecha un fuego, que cuando la vea en el gimnasio se va a poner rojo como un tomate y le pide que pase la charla a modo efímero (eso supone que los mensajes duran apenas unos minutos antes de desaparecer) porque sino, como se lee en la denuncia, “estoy al horno”.
Molinari, quien aún no fue citado a declarar, asegura que los mensajes están sacados de contexto y que lo único que el pretendía era acompañarla y levantarle el ánimo en momentos difíciles que la menor ha tenido. Es decir, no niega la autoría de los mismos pero sí le da un sentido distinto al que le dieron la menor, la madre y el psicólogo de la adolescente que falleció el año pasado por lo que su testimonio no podrá ser escuchado y eso es clave, porque se trataba probablemente del profesional más respetado en cuestiones de psicología deportiva.
Según C.B. todo comenzó en febrero de 2021 y duró un año. Y mientras Molinari asegura que si él hubiera actuado incorrectamente la madre habría sacado a la menor de su escuela mucho antes y da a entender que hubo problemas deportivos y no de otra índole (la entrenadora de la menor era Paula Cancio, esposa de Molinari), la denunciante, hablando con Infobae, dijo lo contrario.
“Todo empezó en el verano de 2021. Cuando tenía que retomar el entrenamiento mi hija me dijo que no quería. En ese momento le pregunté por qué, pero ella no quiso decirme. Volvió un mes después a las prácticas. Ni bien lo hizo, pasaron determinadas cosas y se desencadenó todo esto. Mi hija habló con su psicólogo, él le dijo que me contara la verdad y yo lo que hice fue encarar a Molinari, que lo único que quería era que su mujer no se enterara de nada y me ofrecía alternativas para que mi hija siguiera en la actividad. Y en vez de eso fue tratada peor, hasta quisieron bajarla de la competencia nacional. Yo le envié los chats a Paula para que supiera lo que estaba haciendo su esposo con mi hija y aún así prefirió mantenerse callada. Hablé todo con el psicólogo y decidí hacer la denuncia en la Confederación Argentina de Gimnasia primero y en la Justicia después. Yo no quería que esto saliera a la luz porque ya bastante tiene mi hija con todo lo que vivió, ella no quiere volver más al deporte, durante todo este tiempo se entrenaba con nervios y estrés por miedo a que todos se enteraran. Pero entendí que había que denunciar porque el deporte tiene que ayudar, esto no puede pasar. Ni a mi hija ni a nadie más. Por eso denuncié: hice lo que una madre tiene que hacer”.
Molinari, que maneja varias escuelas de gimnasia asociadas a la Confederación Argentina y entre sus alumnos hay muchos que forman parte de los equipos nacionales (son casi 5000 los chicos que han pasado por sus gimnasios) debió dar un paso al costado en el cargo jerárquico que ostentaba en la Federación Bonaerense de Gimnasia hasta que la Justicia tome una determinación sobre su situación. Cabe aclarar que es el único imputado en la causa más allá de que la denunciante hizo referencia a su esposa y a otro entrenador como que ambos estaban en conocimiento de todo lo que había ocurrido y que presuntamente no sólo callaron, sino que además tomaron medidas que podrían considerarse como represalias contra la menor, algo que de cualquier manera deberá ver si lo toma y lo define la Justicia.
“Los entrenamientos son abiertos a los padres, la denunciante tuvo problemas en otras dos instituciones, todos saben que soy incapaz de cometer cualquier tipo de abuso o exceso con un alumno. Lamentablemente la realidad ha sido tergiversada”, asegura Molinari en un comunicado. “La Justicia, en la que confío plenamente, está analizando los mensajes y no dudo en que se concluirá que no he cometido delito alguno”, finaliza. Distinta es la posición de la madre, quien se apoya en los intercambios de Instagram para fortalecer la denuncia que primero le verbalizó su hija, después el psicólogo y que ahora está en manos de la fiscalía especializada en delitos conexos de trata y pornografía infantil de San Isidro.
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