“Hay algo de reconversión del cuento del tío pero vos no podés estar robándole a alguien en el Monumento a la Bandera y en Funes al mismo tiempo, en cambio lo digital te permite esa posibilidad de escala. No se trata de engañar a una sola persona a la vez, sino a muchas personas al mismo tiempo”. El periodista Sebastián Davidovsky sacó a la calle su primer libro llamado “Engaños Digitales, Víctimas Reales” (Ediciones B) en el que reúne 9 historias de personas –una tiene lugar en Rosario– que cayeron en distintos delitos digitales, es decir, sin violencia física, sin siquiera ser conocidos personalmente por sus victimarios. Son relatos de pérdida que al ser desenredados le permitieron al autor hilvanar y coser puntos comunes para establecer las características propias de una forma particular de criminalidad.
Periodista especializado en tecnología y vecino de Villa Urquiza, Buenos Aires, Davidovsky abrió a Rosario3 su primer obra que tardó 3 años en completar: “Me costó mucho encontrar gente que haya sido estafada y quiera hablar porque hay mucha vergüenza”, comenzó y adelantó: “En todas las historias no hay encuentro físico, los delitos los cometen desde otro lugar del mundo a gran escala, son historias que parecían de amor pero no lo eran y a través de ellas pude contar sobre este circuito, sobre cómo funciona este tipo de engaño”. Así, la obra devela “lo que lo que le sucedió a la mismísima Policía Federal en la Argentina. Y desamores, engaños, estafas a partir de un falso contacto en Tinder. O extorsiones en Facebook. Empresas que perdieron miles de dólares por un clic y otras que dejaron de operar”.
Acercarse a los protagonistas de los casos, le permitió entender mucho más: “Ver cómo cae la gente te conmueve. Hay muchos casos que no tienen que ver con vulnerabilidad técnica sino emocional, la soledad, la falta de dinero, de trabajo, de conexión, de amigos. Lo que nos falta a cada uno de nosotros”, comentó el también periodista de La Nación, y aseguró que esta posibilidad le abrió interrogantes: “Empecé a preguntarme por qué caemos y a empatizar con la víctima sin burlarse. Hay que entender que a cualquiera le puede pasar. Ver que pierden 30 mil dólares en algunos casos, o que una empresa está a punto de cerrar por un engaño digital, todo eso me fue sensibilizando, entendiendo que este tipo de engaños nos agarra en el baño, en el ascensor, mientras estamos hablando con amigos”, precisó.
“No estamos preparados para ser engañados –continuó– te agarran siempre con las defensas bajas porque en general somos confiados. Entonces, la estafa virtual nos agrega una nueva dimensión de atención para la cual no estamos preparados”, continuó.
Nadie es especial
Este tipo de crimen no tiene víctimas estereotipadas. “Los delincuentes encuentran vulnerabilidad emocional y tratan de hacer escala con la cantidad de casos, por eso es fácil ser víctima de este tipo de delito, porque no es que te están buscando a vos en particular, por ser lindo o feo, por tener o no plata sino que lo que buscan en general es generar un medio mundo, una escala en ese delito que hace que todos seamos potables de ser engañados”. E insistió: “No somos especiales en el mundo digital sino parte de una gran cantidad de gente que puede caer en esto que hace interesante el volumen para los delincuentes”.
Pero la gente que se muestra más y tiene mayor participación en redes sociales, ¿tiene más chance de caer en la trampa?, insistió Rosario3. “Hay una industria que está mirando para contactarlos simulando ser gente, si se quiere es la nueva modalidad de fishing, simular ser una empresa, organismo o institución financiera que contacta a la gente pidiéndole algo de forma repentina, antes estaba más enfocado en los correos electrónicos. Hay que entender que los datos que dejamos son huellas para los delincuentes y hay que verificar que las cuentas que nos contacten sean oficiales”, apuntó.
Educar para prevenir
Para el autor, “la educación digital es fundamental”. “En pandemia vi un exilio analógico, gente que usaba un montón de herramientas presenciales y de pronto tuvo que emigrar de forma obligada a lo digital. Pero, una cosa es adoptar estas herramientas y otra es saber usarlas. Falta mucho de advertencia sobre los riesgos, comparados con la calle, por ejemplo. Allí llevamos años de ventaja, sabemos los peligros que existen, cómo cruzar una calle, entendemos el semáforo, etc. Si hacés un paralelismo, a un chico cuando va a la calle, le decimos un montón de cosas pero cuando va al mundo digital, le damos una Tablet y los dejamos solos. Hay que empezar a concientizar, son esferas nuevas que no conocemos, no para paranoiquearse pero sí para aprender qué son y cuidarse”, analizó.
El caso Rosario
Davidovsky incluyó un caso que tuvo lugar en Rosario. “Es un delito que está en proceso judicial. Unos jóvenes rosarinos crearon un sitio hace 4 años que funcionaba en el hot sale y era falso, la gente creía que podía comprar un acolchado barato, un colchón o una cama”, adelantó. La artimaña era una compleja trama de idas y vueltas de la que el periodista escribió en el diario La Nación en 2018.