"Y fue entonces, por el año 1911, cuando en Rosario de Santa Fe (República Argentina), y en la estación Hume, del Ferrocarril Central Córdoba, clavé cuatro palos en un terreno donde solo había malezas, y comencé a formar nuestra quinta. Puse en mi quinta muchos árboles, cosa rara en este país, y en poco tiempo hice un vergel simpático, con mucho de natural y de rústico. En la quinta, en este huerto de mi mujer, había naranjos, palmeras, barracas y huertanos; en una palabra: nuestra huerta murciana la habíamos trasplantado a este rincón de Hume".

Así el poeta murciano Vicente Medina contaba en 1921 –en su libro "La Compañera. El castillo encantado", dedicado a su esposa fallecida– el origen de lo que los rosarinos conocemos como el Monte Caballero, un oasis de diez hectáreas donde hoy ya casi no quedan restos de aquel castillo pero sí se puede salvar el "vergel simpático" del que hablaba el también dramaturgo. Un pulmón necesario en la zona suroeste.

"«La quinta de Medina» se hizo un poco popular en Rosario. La quinta, con sus árboles y sus verdes y floridos rincones, atraía a la gente como a los pájaros, y la imaginación popular agregó al vergel un cierto encanto de leyenda y de misterio. . .", continúa el poeta. ¿Va Rosario a darse el lujo de dejar morir así como así, a manos de saqueadores y depredadores, el encanto que este poeta le regaló a la ciudad al elegirla para vivir y desarrollar su arte? 

La elección de Medina

 

Vicente Medina, que nació en 1866 y murió en 1937, era muy reconocido en su pueblo natal, Archena Murcia. Y hoy mismo es venerado en esa región como uno de los grandes nombres de la literatura local. En Rosario se instaló en 1908. Había llegado a Buenos Aires, pero sintió que era demasiado agitada para desarrollar su arte y se enamoró de la ciudad ubicada 300 kilómetros al norte de la capital del país.

El poeta español Vicente Medina en el interior de su mansión rosarina.

En 1911 compró el campo cerca de la entonces estación Hume, actual El Gaucho, y construyó su réplica de castillo moro, rodeado de un enorme jardín huerta y una frondosa arboleda, recreando el ambiente de su Murcia natal. 

Monte Caballero: una reserva en peligro de desmonte dentro de Rosario

Mayólicas, caminos con bancos, un baño turco –Medina lo llamaba "baño de la reina"–, un tanque con peces de colores, un túnel secreto, vitrales impresionantes y una biblioteca imponente con ejemplares incunables, describen quienes conocieron el castillo de tres pisos y su atrapante entorno verde.

Llega Caballero

 

A raíz de un conflicto con la ferretería Remonda Monserrat, de la que era administrador, en 1926 Medina es condenado a prisión y se le embargan sus bienes. Después de cuatro años, logra recuperar la libertad, gracias a la intervención del doctor Ricardo Caballero, quien acuerda que se le cedan las diez hectáreas como resarcimiento a la ferretería y luego las termina comprando.

Caballero fue un destacado médico y político, que en 1912 se convirtió en vicegobernador de la provincia. De militancia radical, también fue diputado nacional y dos veces senador nacional hasta 1943. 

De a poco la Villa Hume tomó, para los vecinos que lo querían y respetaban, el nombre de su nuevo e ilustre dueño: Monte Caballero.

Una foto del 2008 muestra parte del inmueble en el monte Caballero. Ya no quedó nada en pie.

Según un libro que está escribiendo el equipo de historia barrial Centro Municipal de Distrito Sudoeste, y que es fuente fundamental de esta nota, don Ricardo era el único médico en la zona, no cobraba y facilitaba los medicamentos a los pacientes. Durante muchos años su casa fue la única que tenía electricidad y teléfono que compartía con los vecinos.   

Esplendor y caída

 

En la estancia, como él mismo la llamaba, se realizaban grandes fiestas y reuniones a las que solían asistir personalidades locales y nacionales, tanto del arte como de la política, que compartían tertulias que duraban días.

El historiador Felipe De Mauro, en diálogo con El Tres, mencionó muy especialmente las celebraciones que se realizaban en las fechas patrias. "Caballero era muy nacionalista: abría su casa al público y convocaba a agrupaciones folkóricas".

Así se veía la arboleda desde el interior del castillo.

  

"Caballero también era historiador revisionista, en las callabellerizas frente a la casa había un fresco pintado con las cara de los caudillos Rosas y Quiroga. Los fines de semana iba mucha gente a verlo", recuerda en el libro citado Angel Baltuzzi, veterano dirigente peronista de la provincia, que fue varias veces legislador y ministro de Gobierno.  

Según la investigación del equipo de historia del CMD Oeste, cuando Caballero falleció en 1963 y sus sobrinos heredaron la propiedad, hubo diferentes tratativas con la provincia y la Municipalidad para la expropiación. Inclusive, un principio de acuerdo para donar la valiosa biblioteca a la Escuela de Historia de la Facultad de Humanidades y Artes. Pero todo eso quedó en la nada.

El inmueble fue saqueado en la última década y ya no queda nada en pie.

Así, con el correr de los años y ya sin nadie viviendo en la casa, comenzó de a poco el saqueo de los muebles, pianos, la biblioteca. Que se intensificó cuando murieron los caseros, en 2008 .

En los últimos doce años, el saqueo y la depredación han sido sistemáticos. Al punto que hoy de la construcción ya casi no quedan ni escombros, y avanza con prisa y sin pausa la tala sistemática de árboles añosos, que son retirados en camiones para convertirse en leña de panadería.

Una oportunidad

 

Acaso aún no sea tarde para defender ya no el patrimonio arquitectónico perdido sino las historias que el lugar guarda y el bosque que la ciudad necesita, que está allí y pide a gritos que el Estado haga algo. ¿No se podrá acaso ahora retomar aquella idea de la expropiación? Por Medina, por Caballero pero sobre todo por los rosarinos, ojalá sea posible.

El Monte Caballero en la actualidad. Un enorme espacio verde que hoy se encuentra abandonado.