En 2022, en la cumbre COP15 de Montreal, los países acordaron un acuerdo histórico para detener la pérdida de biodiversidad, en el que se comprometieron a establecer protecciones formales para el 30% de toda la tierra y las aguas continentales y el 30% de los océanos para finales de la década. Se consideró que esta era la cantidad mínima de protección necesaria para evitar extinciones en los ecosistemas de todo el mundo, y requeriría aproximadamente duplicar la superficie de tierra protegida y triplicar las áreas marinas protegidas.

Sin embargo pese a la promesa, la superficie de tierra y agua con protección formal de la biodiversidad creció menos del 0,5 por ciento desde 2020, lo que deja al mundo muy lejos de su objetivo de proteger el 30 por ciento del planeta para 2030. "Se han logrado algunos avances en los últimos cuatro años, pero no estamos avanzando lo suficientemente lejos ni lo suficientemente rápido", dijo Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, en un comunicado de prensa, según publicó el medio especializado Newscientist.

Ahora, mientras los países se reúnen para la cumbre de biodiversidad COP16 en Colombia, una actualización oficial deja claro que el mundo está muy rezagado respecto de este objetivo "30 para 30".

En la actualidad, el 17,6% de la tierra y las aguas continentales y el 8,4% de los océanos están protegidos formalmente, según un recuento del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Eso deja un vacío en tierra del tamaño de Brasil y Australia juntos, y el mar todavía necesita un área protegida del tamaño del Océano Índico para alcanzar el objetivo.

Existen otros problemas más allá de la superficie total protegida

Un tercio de las áreas consideradas más importantes para la biodiversidad carecen de protección formal, y las áreas protegidas no cubren algunos tipos de ecosistemas, especialmente en las profundidades oceánicas. Pocas áreas protegidas están conectadas entre sí, y solo una fracción ha sido evaluada para saber si las protecciones están funcionando.

"Esto pone al descubierto la realidad de la inacción global", dice Brian O'Donnell de Campaign for Nature, una organización sin fines de lucro que defiende el medio ambiente. "Para rectificar esto, los gobiernos deben tratar la crisis de la biodiversidad como la emergencia que es".

Otros informes presentados en la cumbre COP16 también pusieron de relieve el lamentable estado de la biodiversidad. Por ejemplo, la primera evaluación mundial de la biodiversidad arbórea concluyó que el 38% de las especies están en peligro de extinción. A medida que la reunión continúa hasta el final de esta semana, también se espera que los países asuman nuevos compromisos en materia de áreas protegidas y financiación para la conservación.