La Dirección de Centros de Salud (Jefes de Centros de Salud, Equipos de Gestión, Equipo de coordinación, la Dirección de Salud Mental, Departamento de Trabajo Social y la Dirección de Centros de Salud) elevaron una carta formal al poder Ejecutivo municipal y provincial para informarles “del impacto que tiene la pandemia desde el punto de vista sanitario en los barrios de la ciudad”. También consideraron necesario que los tengan en cuenta a la hora de abrir actividades en el marco de la pandemia de coronavirus y la situación de suma exigencia que sufren ante la creciente demanda de atención. Acá, el texto.
“La falta de medidas aislamiento, a la altura de las que se necesitan por la cantidad de casos, y el nivel de uso de cama críticas, a nuestro entender desprotegen a la población de menores recursos. Si bien es cierto la necesidad de trabajo, y del impacto de la crisis en la población que menos tiene, es esta misma población la que queda más desprotegida cuando no hay protección del Estado. Nos encontramos a diario con situaciones de personas que trabajan en la informalidad, que son obligadas por sus empleadores a incumplir el aislamiento, presionadas para ir a trabajar aun con síntomas.
Creemos que esas medidas de aislamiento, con la protección económica y social desde los tres niveles del Estado, fueron medidas muy acertadas que posibilitaron llegar hasta acá en estas condiciones. Tenemos el ejemplo de múltiples lugares del mundo de la efectividad de las mismas, y la necesidad de que la evaluación de la implementación de las mismas se haga en forma dinámica, bajo parámetros sanitarios y epidemiológicos, que son los que deben regir estas determinaciones.
No negamos las múltiples realidades de cada sector económico de la ciudad, y porque entendemos la complejidad del proceso salud enfermedad cuidado, sabemos de las múltiples determinaciones que existen en cada toma de decisiones. Pero por esto, y porque creemos necesario una mirada integral de la problemática, consideramos que no se puede soslayar nuestra realidad como trabajadores del sector salud, a la hora de tomar esas decisiones. Los equipos nos encontramos con un alto grado de desgaste, de cansancio físico acumulado y agotamiento subjetivo, que se incrementa cuando las medidas que se toman respecto al aislamiento abonan a una mayor circulación de la población.
Estamos al límite de la capacidad operativa de respuesta, para la atención de pacientes, la búsqueda activa y testeo de los mismos, para continuar atendiendo otras demandas de salud que persisten, que no solo abarca a la población adscripta a nuestros centros de salud, sino que tiene que suplir lo que otros subsectores del sistema de salud omiten (prepagas, seguridad social, servicios de emergencias, etc), y que nosotros, por encontrarnos en los barrios, por conocerle el nombre y apellido a cada vecino, por una posición ética y política no hacemos.
Si tomamos las proyecciones que hacen distintos especialistas en el tema, y comparamos las curvas de casos con otras ciudades del mundo y de nuestro país, nos quedan 12 a 13 semanas con este nivel de casos, con capacidad operativa a pleno, con los recursos actuales. Ese es un horizonte, que creemos debemos acompañar con medidas que favorezcan el distanciamiento, con mensajes claros y firmes.
Creemos que enunciar la flexibilización de la circulación en el nombre de la libertad, es un error, no solo conceptual, sino sanitario muy grande. Conceptual, porque creemos que la libertad no se juega en poder ir a tal o cual lugar. Esa tal vez sea una aparente libre elección para determinada práctica, pero no la libertad, entendemos que para que para que haya libertad las personas tienen que tener opciones reales, poder elegir y no depender de donde se halla nacido para que la misma no se convierta en un privilegio.
Posicionados en el principio de equidad, un rector de los 30 años de nuestro sistema de salud, y un valor de las políticas progresistas, nunca puede sobreponerse la posibilidad de elección individual, para el uso de un bien no vital, sobre el riesgo colectivo para la salud de una población. Si eso ocurre, nos encontramos con otras dos situaciones: nadie elige que evolución tiene esta enfermedad cuando te llega, nadie elige si va a usar oxigeno o un respirador, esa parte de la elección pasa a ser mediada por un otro, quien este caso somos nosotros, los trabajadores de salud, quienes nos convertimos en electores de quien vive o quien muere cuando esté superada la estructura. Ser quienes tenemos que realizar esas elecciones nos afecta subjetiva, moral y éticamente a cada uno de los trabajadores de salud.
Sin otro particular, y apelando a la capacidad reflexiva, y la responsabilidad que a cada uno de nosotros nos toca, esperamos que todos, la comunidad, y quienes tengan que tomar estas decisiones, contemplen este punto de vista, privilegiando el interés colectivo sobre el individual”.
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