Hoy es el día del investigador científico en el país en homenaje al nacimiento de Bernardo Houssay, científico argentino y Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1947 y cofundador del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas). En Rosario, la comunidad científica alcanza a trece institutos de investigación mixtos, que dependen del Conicet y la Universidad Nacional de Rosario (UNR), más otros grupos de investigación que funcionan en las facultades. Se estima que hay más de 3.500 investigadores y en su mayoría son mujeres.
Una de las instituciones más reconocidas de la región es el Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR) ubicado en la Siberia Universitaria (Esmeralda y Ocampo), en un moderno edificio inaugurado hace diez años tras dos décadas de funcionar en la facultad de Bioquímica. Allí se han formado más de 200 doctores y más de 250 licenciados en Biotecnología hicieron su trabajo final.
El IBR tiene como objetivo principal la generación, difusión y aplicación del conocimiento científico en Ciencias Biológicas a través de la investigación de excelencia, la docencia y la transferencia de este conocimiento al sector productivo (Biotecnología), de salud y distintos estamentos de sociedad. Su director Javier Palatnik, doctor en Ciencias Biológicas de la UNR con posgrados en Estados Unidos y Alemania y actualmente investigador principal del Conicet, habló con Rosario3 sobre los actuales desafíos de la investigación científica, el perfil de los nuevos profesionales y el apoyo económico hacia la ciencia y la tecnología. Pidió no descuidar el apoyo a la ciencia básica y a la formación de los profesionales más allá de las inversiones a las empresas de base tecnológica:
-¿Cuál es el perfil de investigación actual del IBR?
-Tiene un perfil de hacer investigación en ciencia básica, ir hacia identificar cuáles son las fronteras del conocimiento utilizando la curiosidad y la rigurosidad científica. El móvil es la curiosidad, hacer preguntas sobre los seres vivos y la naturaleza, pero con la rigurosidad de proyectos de investigación que son evaluados por especialistas internacionales en forma anónima. El trabajo del IBR tiene tres patas. Una es la formación de recursos humanos de la mejor calidad posible, para llevar adelante objetivos y aprender a desarrollar, resolver problemas en la academia que después aprovecharán en su inserción en el Estado o las empresas. Hoy hay emprendedores que han creado empresas de investigación exitosas o profesionales en lugares jerárquicos de importantes empresas. Somos una usina de recursos humanos. Otra pata es la publicación de las investigaciones en las mejores revistas de circulación internacional y previamente evaluados. El año pasado publicamos más de 70 artículos. Y tercero, cuando avanzamos en las investigaciones hay que prestar atención a los nuevos descubrimientos para su aplicación o utilidad práctica. Así recurrimos al patentamiento de esos nuevos descubrimientos fundamentalmente en otros países como Estados Unidos. Exportamos tecnología a nivel global. Hay tres patentes en los últimos años generadas desde el IBR: una para generar nuevos antibióticos en biomedicina, otro sobre bacterias que producen nuevos compuestos para industrias, y métodos para utilizar mejor los cultivos.
-¿Ha cambiado el perfil de los investigadores en los últimos tiempos?
-Los profesionales cada vez más se incorporan al sistema productivo y a las empresas a diferencia de años anteriores cuando la mayoría se quedaba en el ámbito académico. El científico tiene múltiples funciones y una de ellas es la asistencia a la comunidad y un ejemplo de ello fue con la pandemia cuando aquellos que trabajaban con virus se pasaron a trabajar con el Covid. Y ahí surgió una nueva empresa (Detex-Mol) creada por investigadores para desarrollar kits para detectar el Covid.
Los vaivenes en la ciencia
-¿Cómo afecta a la investigación científica los cambios de gobierno?
-Lo positivo es que tenemos una ley de financiamiento nacional en ciencia y tecnología que prevé un aumento sostenido del porcentaje del presupuesto para el sector hasta llegar al 1% del PBI en el 2032. Y fue una ley apoyada por distintos bloques lo que hace un compromiso político para con la investigación. En Santa Fe tenemos una ley similar con un presupuesto establecido para el financiamiento de proyectos científicos y equipamientos muy costosos.
-¿Es suficiente?
-La situación actual aun no alcanza en valores absolutos para llegar a un presupuesto orientado hacia la denominada económica del conocimiento. Aun hoy no son lo suficientemente grandes para tener impacto en la ciencia básica. Sí, hay financiación para empresas de bases tecnológicas y eso es valioso.
-¿Hay apoyo del sector privado?
-Los países que se han destacado en inversiones en ciencia y tecnología como Corea del Sur primero tuvieron un fuerte apoyo desde el Estado y después del sector privado. En estos momentos el apoyo del sector privado es mucho menos de lo que debería ser. Igualmente somos optimistas ya que con el apoyo sostenido desde el Estado, el apoyo del privado irá llegando.
-¿Estamos en una meseta en materia de ciencia y tecnología en el país?
-Estamos recalculando. Pero lo tomo con optimismo. Hay mucho apoyo a las empresas de base tecnológica, está muy fuerte y muy arraigado. Eso es bueno, pero no nos podemos olvidar de la ciencia básica. No debemos descuidar la usina de recursos humanos. Si queremos ver en mediano y largo plazo, no descuidemos el semillero de profesionales que pueden desarrollarse con la última tecnología, resolver problemas y dar innovación real. Los semilleros tienen que seguir funcionando.
-¿En Rosario hay apoyo, se toma real conciencia de la importancia del polo científico-tecnológico, se sienten integrados a la ciudad?
-Hay una verdadera integración del polo científico-tecnológico con la ciudad, obviamente con las limitaciones de un contexto no favorable. Dentro de nuestras capacidades tratamos de vincularnos con la comunidad a través de experiencias como la visita de estudiantes secundarios al IBR cuya nueva edición tendrá lugar el próximo martes o el taller de biolíderes con la participación de políticos, empresarios y periodistas. Somos una institución de puertas abiertas. Hemos prestado servicio a más de treinta empresas de la región.
-¿Cuál es la clave para el crecimiento y consolidación de una institución científica-tecnológica?
-En el IBR somos un equipo. Quienes conducimos pasamos por un período al frente de la gestión y luego volvemos a la investigación. Así lo hizo Alejandro Tato Vila (ex director del Instituto). Hoy yo sigo dirigiendo mi grupo de investigación y tras mi paso por la gestión volveré al laboratorio. El IBR no es sinónimo de un investigador. El mejor modo de gestión de equipo es trabajar en nuestra mayor producción. Nos tenemos que alejar de los individualismos. No hacemos el ecosistema de empresas desde un garaje, necesitamos de un sistema profesionales en ciencia y tecnología con formación y un camino académico.