A Pablo el inicio de la cuarentena por covid lo encontró siendo parte de una empresa de turismo estudiantil, a Natalia con un jardín de infantes y una juguetería didáctica con plaza de juegos, a Mariela con un cotillón para grandes fiestas y a Paulo, repartiendo en moto los sándwiches que su mamá hacía para kioscos y granjas.
El 20 de marzo sus actividades quedaron suspendidas, y debieron barajar y dar de nuevo. Ante el desconcierto y la incertidumbre, tuvieron que pensar rápidamente qué hacer para sobrevivir. Ni fórmulas mágicas, ni ideas románticas. Hubo ansiedad, angustia y preocupación en un año marcado como uno de los más duros a nivel económico para los pequeños comerciantes. El confinamiento despertó la venta on line mediante redes sociales y puso en acción a los emprendedores que debieron encontrarle la vuelta para subsistir.
Tortas de miga
“En marzo vendíamos sandwiches de pebetes o de miga para los negocios. Mi mamá Mónica los hacía y yo los repartía”, le cuenta a Rosario3 Paulo Crissi, desde la zona sur de Rosario. Ese fue su trabajo por más de cinco años, que comenzó cuando su madre tuvo un ACV, y empezó a hacer el reparto para ayudarla. “Cuando se declaró la pandemia bajaron los pedidos, y ya no quise andar tanto en la calle en moto por la seguridad. Veníamos mirando el boom de las redes sociales, todo se vendía por ahí, todos somos consumidores. Entonces buscamos una vuelta de tuerca, y decidimos empezar a vender por Instagram”, agrega el joven de 37 años.
Comenzaron vendiendo sándwiches de miga para quienes estaban en sus casas y no querían cocinar. Por el “boca en boca”, el trabajo fue aumentando. Pero el boom llegó con un pedido especial: una joven de una localidad cercana quiso sorprender a una amiga enviándole una torta sándwich como sorpresa de cumpleaños. “Te animas a hacer un numero 23 y se lo mandas?”, preguntó la voz en el teléfono. “Así fue que la hice, la subí al Instagram, ahí arrancó y no paro más. Esto crece día a día, de verdad ni nosotros lo podemos creer”, afirma.
Tortas de jamón y queso, triples, decoradas con picada o verduras, con forma de letras, números o figuras diversas (las han solicitado para comuniones y hasta con formas eróticas) pueden verse en su Instagram, que hoy supera los 4 mil seguidores. Hubo días que llegaron a entregar 14 tortas. “Todavía no lo podemos creer, porque nos hacen pedidos todo el tiempo. No tenemos feriado, ni fines de semana. Nos lleva mucho y es todo a pulmón. Somos mi vieja y yo nada más, y mi novia Florencia, que tiene otro trabajo (es peluquera), pero cuando llega se pone a trabajar con nosotros, nos demanda todo el tiempo, no caemos todavía”, afirma.
Entiende que “la calidad y responsabilidad”, hicieron que el proyecto funcionara. “Trato de llevarlo lo más rápido posible, y soy demasiado detallista, puedo estar una hora decorando”, describe. La demanda de las fiestas los desbordó y tuvo que llamar a tías, primas y hermano para que los ayuden: “Si no fuese por ellos no hubiese podido, porque las cadeterías no llegaban. Nosotros no los podemos hacer un día antes y tenerlos en la heladera, porque el sándwich ya no es lo mismo. Lo hacemos todo sobre la marcha, literal antes que se lo lleven”.
Entre barbijos y superhéroes
La cuarentena encontró a Mariela Prior en su taller “a full” con los disfraces para niños que vendían al por mayor, y diagramando el año para las fiestas de 15, casamientos y eventos desde su cotillón ubicado en la zona de la Plaza Libertad. Las noticias desde Europa mostraban lo que se venía, "pero nunca pensamos que iba a ser tanto tiempo”, afirma.
El tapabocas fue, sin dudas, el objeto del 2020. Su uso obligado para prevenir la propagación del coronavirus, al principio causó polémica, y después se impuso y fue altamente demandado. La gripe A de 2009, le había dejado la experiencia a la emprendedora que ya los había confeccionado: “En ese momento le decíamos cubre barbijo porque eran de cualquier telita finita como para tapar el barbijo común. Este año, cuando tuvimos que cerrar el local, me puse en contacto con una amiga que tiene una cadena de farmacias, y me iba diciendo que material cubría más y qué les era útil. Al principio fue todo una locura: no se conseguían insumos, la fiselina una semana valía un precio, y a la siguiente estaba tres veces arriba. Entonces armamos una red de siete mujeres emprendedoras que estaban sin trabajar porque usualmente hacían pijamas, lencería o disfraces como yo, y que tenían máquinas de coser en sus casas, porque no se podía salir, y empezamos a fabricar para farmacias que no conseguían barbijos. En 15 días llegamos a hacer 5 mil”, recuerda.
Cuando las textiles de Rosario comenzaron a hacerlos en forma masiva, “empezamos a hacer tapabocas porque no teníamos infraestructura para competir. Tenía en el taller telas que usaba para hacer polleras de paisana, o para accesorios de gorros, con lo que tenía arranqué y nos fuimos repartiendo el trabajo para subsistir. Nuestro negocio es familiar (trabaja junto a su marido), y estaba parado y teníamos cero peso. Soy una emprendedora de nacimiento. Siempre estoy pensando en qué hacer, cómo sumar. Aprendí que hay que tener la mente abierta”, asegura sin perder el optimismo.
Así, fueron sumando opciones para salir adelante. Consiguieron por medio de un amigo envases y armaron kits de barbijo y alcohol en gel, y “ahí pudimos remontar”, asegura. Luego agregaron kits de cumpleaños, con globos y decoración personalizada. “Los chicos cumplían años sin amigos y sin poder salir, por más que estaban solos, querían algo especial. Cuando se produjo el segundo cierre de los locales decidimos habilitar repostería, para que pudieran cocinar en casa. Fue como cambiar el chip, fue mucho tiempo ocupado en ver qué cosas podíamos hacer sin salir del circuito. El fuerte nuestro eran los disfraces infantiles que hacíamos al por mayor, y por la pandemia cerraron cinco de los comercios a los que les vendíamos. Ahí vimos que iba a ser muchísimo más complejo de lo que nosotros habíamos pensado y proyectado. Fue tener la cintura y la cabeza abierta para los cambios”, afirma.
Cadena de favores: con una pequeña ayuda de los amigos
Pablo Paoletti tiene 42 años y un hijo de 11. Junto a tres socios tiene una empresa de turismo estudiantil educativo que realiza los tradicionales viajes “en el día” a Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos o por Rosario. “Nos agarró la cuarentena en plena época de comienzo de clases, donde no pudimos ni siquiera empezar a vender. Como son viajes didácticos, se pagan en el año que se viaja. O sea que este año no hubo ingresos. Nos agarró mal parados. Se cerraron las puertas, creíamos que en junio o julio volvían las clases, pero nunca pensamos que iba a durar tanto. Nos venimos endeudando, usamos lo que teníamos para cubrir gastos, pero hoy todo sale de nuestros bolsillos. Cada uno empezó a buscar un camino distinto, aunque el objetivo sigue siendo la empresa, porque no le dimos un cierre definitivo.”, le dice a Rosario3.
Como su especialidad era la venta, en mayo hablando con amigos surgió la idea de empezar a ofrecer cortes de cerdo envasados (que ya distribuía su amigo Iván en carnicerías y locales), entre conocidos y vecinos. Así, vía whatsapp, y gracias al boca en boca, la venta fue creciendo.
Sus amigos Cristian y Diego, vieron el esfuerzo que estaban haciendo para poder conseguir ingresos y decidieron tenderles una mano. El 10 de octubre abrieron una tienda boutique en Roldán donde se venden cortes de cerdo y pollo envasados, embutidos, quesos, conservas y bebidas. “Cuando vieron que esto venía para largo, nos dieron la posibilidad a Iván y a mí. Salió de ellos darnos una mano. Invirtieron en todos los gastos del negocio y nosotros pusimos la mano de obra, y acá estamos. El negocio va bien, no nos podemos quejar. Con el delivery estamos abarcando Roldán, Funes y Rosario. Funciona por redes, whatsapp y por quienes van probando la mercadería y lo van recomendando. Si no fuera por esto, estaría en la nada misma”, agrega.
Cambio de roles: de juegos para niños a juegos para adultos
El confinamiento hizo que Natalia Budaci, maestra jardinera, tenga que bajar las persianas de sus tres emprendimientos: una juguetería didáctica, un espacio de juegos para niños ubicado en un shopping céntrico y un jardín maternal. Cuando se pudo comenzó la venta por delivery, y empezó a ver los beneficios de las redes sociales para las ventas.
“Soy una persona que siempre está atenta a ver qué pasa, soy muy curiosa. Y cuando pudimos abrir la venta al público, en la juguetería noté que, cuando se empezaron a habilitar los encuentros, varias personas pedían determinados tipos de juegos, y empecé a investigar. Descubrimos que era un segmento dentro del rubro de la juguetería que no estaba explotado: los juegos para mayores de 18 años. Tienen un condimento distinto, porque en la mayoría tienen que desarrollar consignas, los hay con cartas, botellas o dardos. También vimos que mucha gente no se va a ir de vacaciones y los buscaba como una opción de entretenimiento”, relata.
Natalia se mostraba reticente a agregar los productos a la juguetería didáctica, por lo cual comenzó la venta por redes, que maneja su hija de 18 años. “En menos de un mes teníamos dos mil seguidores en Instagram. Se difundió rápidamente, ya que está apuntado a un público que está permanentemente conectado, entonces fue más fácil hacer llegar la noticia de que los juegos están en Rosario. La respuesta fue tan buena, que tuvimos que hacer reposiciones de juegos, y al ver que la demanda crecía y crecía, tomamos la decisión de incorporarlo al local comercial, donde la gente ya viene y lo pide porque se fue haciendo conocido. Como la mayoría los comprarnos a emprendedores pequeños, toda la mercadería se paga por adelantado. Así que fue un doble desafío, porque en un momento difícil había que invertir lo que no teníamos, en una mercadería que teníamos que ver si iba a funcionar. Pero entendimos que valía la pena y así fue. Es un segmento que puede funcionar no solo en pandemia, tiene visión de proyección a futuro”, sostiene.
Con la mira en 2021
Paulo tiene “un montón” de expectativas en el 2021. “Empecé con este proyecto porque creí que la pandemia iba a pasar rápido, y lo pensé para las fiestas de cumpleaños y casamientos. Ojalá esto pase y haya encuentros más grandes con más gente, yo iba directo a eso”, agrega. Su sueño es “algún día tener un local. Estamos siempre mirando para adelante”.
El turismo estudiantil, tiene un panorama aún incierto. “Va para largo, y si no estamos vacunados va a ser muy difícil”, reflexiona Pablo al tiempo que afirma que hoy el turismo se abrió para las vacaciones y tanto hoteles como micros tienen restricciones en su capacidad. “No hay muchas expectativas positivas para el rubro, pero seguimos con ganas de poder volver. Todos los que tuvimos que cambiar de actividad, estamos tratando de salir delante de la mejor manera. Así están todos los colegas”, afirma sin perder las esperanzas de un “futuro mejor”.
Para Natalia el 2020 fue una año muy difícil, y si bien las perspectivas “no son demasiado alentadoras”, asegura que ven “un pequeño cambio para mejor, aunque la presión de tener que sostener negocios, empleados y que los números den es tangible”. Al no tener fecha certera de finalización de la pandemia afirman que es muy complicado proyectar. “Es lo que nos está pasando a un montón de comerciantes, es un momento sumamente difícil y complejo. Pienso que está en la astucia y en la capacidad de los emprendedores de seguir adelante, de reinventarse, tratando de ofrecer siempre un mejor servicio. Son momentos para entender que así uno no esté ganando, uno quiere salvar su emprendimiento y seguir adelante, es una realidad. Expectativas tengo, esperemos que haya una mejor proyección para el año próximo”, agrega.
“En nuestro rubro creo que va a seguir funcionando el tema de los disfraces para chicos de entre 3 y 6 años, porque los ayuda mucho, sobre todo en esta época, a expresarse, desde ser otro. Si pienso en las expectativas en lo que es cotillón, muchas no hay. Pero me quedo con lo bueno. Cuando la gente viene al local, más allá de hacer catarsis con el tema de la pandemia, viene a buscar algo divertido, algo para un momento especial, lleno de sentimiento. Para los emprendedores, lo importante es estudiar el mercado, serenarse, y pensar qué podes hacer, y seguir, y no deprimirte, porque el que se deprime, fue”, concluye Mariela.
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