El primer día de la cuarentena obligatoria dispuesta por el gobierno nacional se sentía en las calles de Rosario, donde el movimiento era escaso, las calles se veían desiertas y circulaban colectivos, pero en su mayoría vacíos. Nunca la ciudad estuvo tan silenciosa.
Ya en la noche del jueves se caracterizó por la desolación en las calles de Rosario. Casi que lo último que agitó las aguas fue el conmovedor aplauso colectivo para los trabajadores de la salud pública, que surgió desde los balcones y conmovió en los distintos barrios de la ciudad.
Este viernes amaneció con la ciudad casi vacía, con unos pocos autos y bicicletas, se supone que usados por personas que trabajan en los rubros exceptuados de la cuarentena anunciada por el presidente Alberto Fernández.
Mientras tanto, había algunos controles policiales para verificar el cumplimiento de la cuarentena. Los uniformados pedían explicaciones a quienes salían de sus casas. En Francia y el río, por caso, un policía mando de vuelta a su hogar a algunas personas que salían a correr.
En este marco, se sentía algo triste la ciudad vacía. Pero será eso, vaciarla ahora, lo que permitirá que podamos volver a poblarla después, sin miedos y con alegría.