Mientras buena parte del mundo establece medidas sanitarias –desde restricciones a la circulación hasta la vacunación de la población– para contener el avance del coronavirus, los testimonios de las secuelas que la covid-19 deja en quienes la atravesaron van en aumento.
Falta de aire, fatiga y hasta pérdida del olfato o el gusto son algunas de las consecuencias más comunes de la afección según se desprende de los testimonios.
En diálogo con A diario (Radio 2), la otorrinolaringóloga Stella Maris Cuevas, especialista el olfato y alergista, explicó que existen dos tipos de alteraciones del olfato: las cuantitativas y las cualitativas.
“Entre las primeras están la anosmia, que es la falta total del olfato; la hiposmia y la hiperosmia, que es cuando uno huele de más. Entre las alteraciones cualitativas están las disosmias, que es la distorsión en la interpretación de los olores; la parosmia o distorsión en la precepción de los olores; la fantosmia, que es sentir un olor cuando el estímulo no está”, detalló la especialista.
Por último, mencionó la osmofobia que es ”el miedo a un olor relacionado con algún recuerdo”
Si bien la entrevistada contó que las consultas por alteraciones en el olfato “crecieron de manera exponencial” con el coronavirus, el testimonio de la presentadora Maju Lozano –que tuvo el alta médica en noviembre– hizo que estas distorsiones se conocieran más allá del consultorio.
“Yo los llamo «días covid» a esos días en que no sabés por qué pero no tenés aire, es horrible, pocas cosas más desesperantes que la falta de aire”, relató en el programa Todas la tardes.
Puntualmente, sobre el olfato aseveró que “no volvió: "Algunas cosas huelo y otras no. Por ejemplo, las flores, el café, no lo huelo, el alcohol y los perfumes tampoco, estoy casi en cero, es como un olfato selectivo”.
El gusto es ajeno
La dra Cuevas explicó que la alteración en el olfato replica en el sabor porque el primero determina “el 80 por ciento” del segundo.
“El coronavirus altera el olfato de manera repentina. Entonces, altera el sabor que no es lo mismo que el gusto. El gusto es otro sentido. El sabor es cuando uno puede decir «qué buen cuerpo tiene este vino» o ser capa de saborear algo y decir que es «rico»”, señaló Cuevas, una de las tres especialistas en ela materia en el país.
Y agregó: “Las alteraciones en el olfato por virus no son nuevas. Pero como el olfato ha sido desprestigiado siempre no tuvieron atención (…) El coronavirus lesiona a un receptor que es el encargado de llevar el olor al cerebro que es donde uno huele”.
Sobre la recuperación del sentido, dijo que “pueden pasar día, un mes y hasta meses”. Por ello, recomienda una consulta al especialista en caso de que alguna alteración persista.
El olfato tiene usos cotidianos claves, más allá de un perfume: “En caso de fuga de gas o humo, es el único que te salva. Lo mismo pasa si alguien no puede reconocer los olores corporales o distinguir entre alimentos en mal estado”
Para evitar accidentes, la especialista apuntó que se recomienda el acompañamiento de tutores y el establecimiento de hábitos –“sacar la basura siempre a la misma hora”– hasta que se haya completado la recuperación.
Otra complicación ligada a la distorsión del olfato es la pérdida de peso porque al no reconocer los sabores de los alimentos la dieta suele restringirse.
Consultada sobre el tratamiento, Cuevas explicó que “se indican neuroregeneradores, complejos vitamínicos y la rehabilitación, que consiste en aprender a oler de nuevo”.