Los casos de coronavirus van en aumento en Rosario y la mayoría de los contagiados son trabajadores de la salud. Sin embargo, el temor a contagiarse y a padecer una enfermedad de la que aún hay mucho por conocer no es lo único a lo que le hacen frente. Médicos, enfermeros y técnicos que se codean diariamente con la posibilidad de contagiarse covid-19 han optado por irse de sus viviendas o bien, han tenido que mudar a familiares a otros lugares para limitar las chances de transmitirles el virus. Proteger a los seres queridos tiene un doble costo: el económico y el afectivo, porque implica distanciarse de las personas más cercanas.
Este jueves a la tardecita, en Rosario se reportaban 61 nuevos casos de covid-19, 55 de ellos son trabajadores de salud. Se puso de noche rápido bajo una lluvia fría pero M. apenas lo notó enredada en pensamientos cruzados. Es trabajadora de la salud de un hospital público y el fin de semana estuvo muy cerca de contagiarse coronavirus. Esta proximidad con el virus que enfrenta diariamente nunca había sido tan extrema hasta ahora y la obligó a tomar la decisión de dejar su casa y buscar alquilar un departamento.
“Vivo con mis padres mayores de 70 años que están enfermos. Se planteó el dilema de la convivencia con ellos, al trabajar tan estrechamente con pacientes que pueden tener covid, más allá de los cuidados que se pueden tener el miedo está siempre. El caso positivo de una compañera me hizo darme cuenta que no puedo seguir en contacto con ellos por protección”, contó a Rosario3. La trabajadora –su caso es el de muchos otros compañeros– no puede aislarse en la vivienda que comparte con sus padres porque no hay espacio para ello, por lo tanto, la opción más firme es mudarse a un departamento de alquiler.
Ahí empiezan otros problemas. “Empecé a averiguar y es muy difícil porque los alquileres son muy caros y el sueldo no me alcanza, además que tengo un hijo a cargo. Un monoambiente cuesta como mínimo 8 mil pesos, los más baratos son poco habitables. Si vas por inmobiliaria tenés que disponer de unos 30 mil pesos para los gastos. Estoy viviendo una profunda incertidumbre”, manifestó y confió: “Esto que me sucede les pasa a mis compañeros, hay mucho cansancio, hay algunos que no ven a sus hijos pero no podés vivir con el karma de haber contagiado a tus personas más queridas”.
Es que moverse, tomar distancia para no representar un riesgo para otros, implica tener que valerse por sí mismos, encargarse de todas las tareas domésticas o bien, tener que apañarse en soledad la crianza de los hijos. La soledad es un costo a pagar también.
S. tiene un departamento en alquiler en el centro. La problemática de los cuidadores le llegó a sus puertas. “Estoy a pérdida todos los meses, ni que hablar de la plata que invertí para arreglar el depto, pero en medio de la cuarentena me surgieron también oportunidades por la propia pandemia que me zafaron un poquito”, sostuvo y precisó: “Un mes le alquilé el departamento a un anestesista que trabaja en varios lugares y no podía quedarse en casa de sus padres por cuidado. Después consiguió otro lugar gracias a un familiar. Necesitaba una cochera para poder ir a venir por las cirugías”, comentó. Además, recibió consultas de médicos que pretendían irse de su casa y convivir pero finalmente no prosperó porque hallaron un inmueble más grande y cercano al hospital donde trabajan.
Desde el Sindicato de Médicos de la República Argentina (Amra), Sandra Maiorana señaló al respecto: “Tenemos casos de trabajadores que han tenido que irse a un hotel y estamos gestionando a ver si le pueden devolver el dinero, también de otro empleado de un hospital que tiene a cargo a su madre y a su abuela y optó por llevarlas de un familiar, se quedó solo en su casa pero las tiene que seguir cuidando, las llama todos los días”, detalló y subrayó: “Hay muchos de esos casos”.
También puso a consideración la situación de los trabajadores de la salud contagiados o que son contactos estrechos y que sí o sí deben aislarse. Acá, se enfrentan a las dificultades de cualquier persona en esta situación. Como ya se informó en Rosario3, las personas que son recluidas por prevención no pueden tener relación con otras personas y muchas veces carecen de familiares que los alimenten o simplemente no tienen en sus viviendas condiciones edilicias para aislarse.
“Se hace muy difícil si no podés aislarte dentro de la casa porque muchos reciben un sueldo magro, nadie te lo regala, otros buscan otros espacios entre los familiares. Y esto se suma al estrés del trabajo diario, el agotamiento y a la discriminación que padecen”, expresó en relación a las agresiones a las que son sometidos de parte de vecinos que los acusan de transmitir el virus. Esta última consideración, hay que señalarlo, también dificulta la búsqueda de un lugar “seguro” donde habitar en soledad pero con mayor tranquilidad de no llevarles malestar a quienes más quieren.
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