El presidente de Estados Unidos Donald Trump declaró este viernes la emergencia nacional para frenar la propagación del coronavirus en ese país, lo que en la práctica le permite movilizar más recursos públicos para estados y municipios.
Trump anunció la medida esta tarde en una rueda de prensa en la Casa Blanca, en plena escalada de la pandemia en todo el mundo que obligó a cerrar escuelas, cancelar eventos públicos y dejó a millones de personas trabajando desde sus casas.
“Otorgaremos 50.000 millones de dólares, una suma importante, para los estados y municipios”, declaró el mandatario, citado por la CNN.
La medida permitirá utilizar unos 50.000 millones de dólares disponibles en el fondo especial para desastres.
Con la declaración, la Agencia Federal de Gestión de Emergencia (FEMA, en las siglas en inglés) se encargará de coordinar la respuesta.
Un antecedente en 2000
La declaración de emergencia por motivos de salud es una medida excepcional que en los últimos 60 años solo se ha aplicado dos veces debido a un brote infeccioso: lo hizo el presidente Bill Clinton en Nueva York y en Nueva Jersey en el año 2000 a raíz del virus del Nilo Occidental.
Ahora Trump podrá contar con fondos casi ilimitados para hacer frente a la pandemia por coronavirus que tiene en vilo a todo el planeta y que ya provocó 33 muertes a lo largo de su territorio.
La decisión de la Casa Blanca llega 48 horas después de que dispusiera la cancelación de los vuelos hacia y desde Europa y que ayer jueves se vivieran momentos de incertidumbre financiera por el colapso de los mercados bursátiles a nivel mundial.
Fuerte acusación desde China
A pesar de estos anuncios, la Casa Blanca se mantuvo en silencio respecto de la acusación que hizo un vocero de la Cancillería china, Zhao Lijian, quien sugirió que Estados Unidos podría haber desatado deliberadamente el coronavirus en China.
La acusación llegó en momentos en que China busca descargase de culpa y presentarse como el país que tomó medidas decisivas que dieron tiempo el mundo para prepararse para la crisis, al poner en cuarentena a grandes porciones de su inmensa población.
Con los casos disminuyendo en China pero aumentando en el extranjero, Beijing ahora ha empezado a rechazar la idea de que la ciudad de Wuhan fue el lugar donde se originó la pandemia, que ya ha afectado a más de 135.000 personas en más de 110 países.
Lijian avanzó en este sentido al señalar en su cuenta de Twitter que "podría haber sido el Ejército de Estados Unidos el que trajo la epidemia a Wuhan", aunque no mostró ninguna prueba.
Estados Unidos era hasta hoy un país poco afectado en términos relativos, con 1.700 casos confirmados y 41 muertes en una población de 327 millones de personas, pero los expertos advierten de que la cifra crecerá y las quejas por la falta de tests para personas con síntomas se han multiplicado.
Las cifras oficiales de la CDC (la agencia pública responsable de las enfermedades infecciosas) resultaban desalentadoras, pues cifran en 3.903 los tests realizados por la entidad y en menos de 10.000 los llevados a cabo en laboratorios públicos.
Con el objetivo de acelerar su producción, la Agencia estadounidense del Medicamento autorizó a la compañía farmacéutica suiza Roche a vender pruebas a sus laboratorios y el Departamento de Salud inyectará fondos a otras firmas (DiaSorin Molecular y Qiagen) para desarrollar análisis que proporcionen resultados rápidos (en una hora).
Mientras, demócratas y republicanos ultimaban su acuerdo en el Congreso para aprobar un paquete de medidas económicas que alivie el descalabro que esta crisis supone para millones de familias, en un país donde la mayor parte de los trabajadores apenas puede beneficiarse de bajas por enfermedad.
Además, muchos empleados del sector servicios cobran por horas, con lo que, por ejemplo, restaurantes a mitad de capacidad o cerrados pueden suponer un grave agujero económico para los trabajadores.
Fuente: Télam