–Dale, ratón, si acá no te ve tu papito.
–¿Y para qué te fumás un porro?
–Para pasarla bien, para estar de onda.
–De onda, ¿con quién? ¿Conmigo o con los narcos? Así que yo me fumo un porro, ¿menos neuronas para mí y más guita para los narcos? ¡Salí! ¿Gil yo?
Era 1997 y Fleco rechazaba un “papelito” que le ofrecía otro adolescente con actitud canchera en uno de los spots promocionados por la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico de la Presidencia de la Nación. Luego, se escucha la voz de la locutora: “Frente a las drogas, antes de ensayar respuesta, hagamos una buena pregunta”. Ahí, aparece Male, la joven de pelo rojo que acompañaba al muchachito – ambos dibujos animados– en sus múltiples cuestionamientos sobre consumo de sustancias para responder al unísono: “¿Drogas? ¿Para qué?”
Fleco, Male y el doctor Mirolli, especialista en inmunología quien durante la presidencia de Carlos Menem se desempeñó como subsecretario de Prevención y Asistencia de las Adicciones de la Nación, protagonizaron la última campaña masiva que el Estado nacional realizó en materia de consumo de drogas. Un tiempo antes, también bajo la presidencia menemista, había lanzado "Sol sin drogas", que consistía en charlas que ofrecía Diego Maradona sobre las adicciones, basadas en su propia experiencia, en distintos ámbitos.
La ausencia de intervenciones de alcance masivo que pongan en jaque el abuso de sustancias hace más ruido en una ciudad atravesada por el narcotráfico y en la que el consumo de estupefacientes está, evidentemente, extendido a pesar de que no existan datos científicos que den cuenta del fenómeno. La situación alarmante tuvo su reflejo en una nutrida jornada impulsada por el Concejo de Rosario en la que veintitrés personas acordaron que Rosario necesita tomar medidas inmediatas sobre el consumo de sustancias.
Si no hay spots ni carteles en la calle, ¿cómo se aborda el tema? En Rosario los chicos de las escuelas primarias ya son incluidos a la hora de poner la problemática sobre la mesa, sin embargo, desde el Estado y organizaciones sociales dedicadas a la problemática coincidieron, en contacto con Rosario3, que a pesar de este escenario, el consumo personal es un tema costoso, que suele ser negado o no admitido. En paralelo, el avance de sustancias altamente lesivas y tóxicas complica el discurso que se pueda bajar con relación a la reducción de daños. A esto, se suma la consolidación de las redes sociales como vía de comunicación que obliga a pensar en mensajes directos, recortados y más personalizados.
Mejor hablar de ciertas cosas
“Lo que hay que hacer es empezar a hablar porque el consumo, realmente, es un tema bastante tabú que nuestra sociedad lo tiene metido bajo la alfombra y esto es preocupante porque es un tema que atraviesa todo tipo de rango etario, nivel educativo y nivel socioeconómico”. Para Luciano Sciarra, secretario de la Agencia de Prevención del Consumo de Drogas y Tratamiento Integral de Adicciones (Aprecod), a la gente, en general, le cuesta admitir el consumo propio, el de algún familiar o bien, lo ha naturalizado, lo que se refleja en los discursos de la televisión, las redes, los medios de comunicación, las letras de la música actual y las conversaciones entre vecinos, plagadas de esa palabra.
“Es importante que podamos empezar a hablar del tema”, coincidió Sofía Medun, al frente de la Agencia Local de Prevención y Abordajes de Consumos Problemáticos creada por el intendente Pablo Javkin en marzo de 2023 en uno de los tantos picos de casos de violencia relacionados a la venta de estupefacientes. Al igual que Aprecod, la realización de una campaña masiva es un pendiente, pero a raíz de las intervenciones efectuadas en escuelas, clubes, bares y distintos eventos públicos pueden establecer que hablar de drogas no es fácil y que, en general, la gente no comparte sus experiencias o visibiliza sus más profundas inquietudes al respecto.
“Si nosotros no hablamos de droga, hablan los narcotraficantes”, alertó Ignacio Canabal, psicólogo, integrante de la Asociación de usuaries y profesionales para el abordaje del cannabis de la provincia de Santa Fe (Aupac), quien fue categórico: “Lo peor que puede pasar es no hablar del tema y eso sucede mucho en los jóvenes, y es necesario que se pueda poner en palabras lo que sucede”.
A quién hablarles para decirles qué cosa
“Nuestra línea de trabajo es llegar a los públicos destinatarios con los mensajes de manera más segmentada, directa y personalizada, a través de redes sociales, eventos personalizados, transmisiones por streaming”, informó Sciarra sobre Aprecod. Las fotos de su cuenta en Instagram muestran a colaboradores con chalecos rojos distribuyendo materiales gráficos mano a mano en toda clase de actividades.
“Despertamos a la persona a que se pregunte si él, ella o algún conocido está atravesando un consumo problemático, brindándole las líneas de atención personal y virtual que tenemos en la agencia”, comentó y explicó al respecto: “La persona que podría estar atravesando la problemática, muchas veces no consciente de eso o si es consciente no tiene, justamente, la voluntad de pedir ayuda”. En este sentido, contó que las intervenciones desarrolladas son, en primer lugar, destinadas a “las personas que influyen sobre otras”, como por ejemplo, padres y madres, docentes y operadores. A partir de ellos, se espera que quienes atraviesan una situación de consumo problemático, puedan iniciar un camino de recuperación.
¿Y de qué hablan en estas intervenciones? Aunque el secretario de la agencia provincial dedicada al consumo y las adicciones descartó que se brinde un mensaje de prohibición, señaló: “No podemos plantear la duda a una persona, no podemos decirle «podés consumir un poquito que tanto mal no hace», no en medio de la situación que estamos viviendo en nuestro país en general y en particular en nuestra región y ciudad”. Y a continuación, profundizó: “No podemos hablar de un consumo recreativo porque todo consumo puede terminar en una adicción, entonces vamos por un mensaje positivo: te podés divertir sin excederte, podés pasarla bien un sábado a la noche con tus amigos lo que no implica juntarte antes a tomar en un lugar. Aunque no te des vuelta, aunque no termines que no podés pararte, porque después puede terminar en eso. No es necesario hacerlo y es más saludable no hacerlo, siempre es mejor favorecer un hábito ligado a una vida sana”.
En 2023, la Municipalidad de Rosario creó la Agencia de prevención y abordajes de consumos problemáticos como respuesta política (“Hacemos nuestra parte”, eslogan de la gestión municipal) en medio de la exacerbación de la violencia urbana vinculada a la venta de drogas, bajo la premisa: hay que combatir al narcotráfico, pero también el Estado debe sostener a sus víctimas. La dependencia activa un dispositivo específico por distrito para el abordaje integral de las adicciones en el territorio, en una red integrada por los centros de salud y los puntos Cuidar y un centro de orientación permanente donde funciona la agencia. Todo el trabajo se ejecuta mano a mano con las organizaciones sociales presentes en los distintos barrios.
El desarrollo de campañas masivas sobre consumo -pedido del intendente de la ciudad- está en plena organización y, según manifestó la directora de la agencia, la psicóloga Sofía Medun, en breve se verá una pieza comunicacional de este tipo. Sin embargo, y en coincidencia con Aprecod, la prevención se concreta, actualmente, a través de un abordaje presencial en escuelas, clubes y eventos públicos. En Rosario, niños y niñas de escolaridad primaria ya participan de intervenciones en las que se pone el tema sobre la mesa. Pero no solo los chicos de primaria y secundaria son los destinatarios, también se integra a las familias, docentes y dirigentes.
Medun advirtió que el mensaje está condicionado por la edad y las múltiples situaciones sociales y económicas del grupo. También, influye el escenario en el que se despliega la acción: no es lo mismo hablar de drogas en una escuela, que en un club o en plena noche en avenida Pellegrini. Más allá de las particularidades, el área apela a los intereses individuales. “Trabajamos sobre los proyectos de vida, en relación a las pautas de cuidado a uno mismo y a otras personas y mucho lo que tiene que ver con los lazos afectivos entre pares”, precisó. Una mención más directa a las sustancias se evalúa cuando el consumo aparece como problemático: “La idea es que aprendan a detectar, a saber cuándo estar en alerta para ellos mismos como para acompañar a otros”.
La clave, según Medun es poder escuchar a los chicos. “Le prestamos atención a lo que tengan para decir y por eso trabajamos con disparadores en talleres grupales. A veces hay mucho conocimiento de la temática y en otros no tanto. Ahora, estamos trabajando lo relacionado a las apuestas on line porque está apareciendo mucho. No tenemos intenciones de ir a dar una charla aburrida tipo expertos, sino hacerlos a ellos partícipes, despertar un ida y vuelta. Hay información, pero no es solo eso”.
Ruidos
Es necesario “hablar de ciertas cosas”, pero es complicado. Si hay un silencio instalado que se nutre del tabú y, en simultáneo, de la naturalización del consumo y las adicciones, su extensión a las zonas marginadas de la ciudad, es decir, su combinación con la pobreza extrema, obliga a pensar en alternativas a las campañas de comunicación. Así lo expuso, Celeste Fernández de Vientos de libertad del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), que posee dos casas de acompañamiento de atención comunitaria en las zonas norte y oeste de Rosario. “Prevención del consumo son condiciones de vida dignas”, advirtió y destacó que entienden que es una problemática de abordaje integral en la que es imprescindible reforzar la red de cuidados.
Fumar en pipa residuos de cocaína mezclados con bicarbonato y virulana es la primera aproximación a la droga de los chicos –algunos incluso con menos de que años- que habitan las zonas en la que Celeste trabaja. Hasta allí se acercan muchos con las escoriaciones propias que causa esta sustancia altamente tóxica. Los carteles callejeros y los spots televisivos, incluso los posteos de redes sociales, aparecen muy distantes en este contexto, casi inútiles. “Llegan con un sinfín de demandas, muchas veces tienen que ver con dejar el consumo, pero lo que viene pasando, lamentable, en los últimos meses, es la falta de comida. Tienen hambre”, lanzó.
Para la dirigente, el abordaje tiene que, indefectiblemente, centrarse en la creación de hábitos de cuidado comunitario y la educación emocional ya que, según su experiencia, abundan los jóvenes que caen en dependencias tóxicas porque están solos. “La clave de las campañas de prevención es el cuidado colectivo, esto de que la persona que se siente mal, que está sola, que tuvo una mala experiencia, sepa que cuenta con alguien, que existe una referencia institucional que le permita proyectar”, aseguró y remarcó que es imprescindible que el Estado acompañe esta tarea con un plan claro y sostenido.
Otra capa de complejidad a la hora de hablar de drogas es que puede interpretarse como una forma de promoción de consumo. “Obviamente tiene que darse información sobre sustancias y los efectos que generan, hay una cuestión de educación ahí, pero es polémico porque está siempre esa cuestión de que si estás promocionando la droga o estás previniendo el consumo”, apuntó Celeste.
El especialista Ignacio Canabal, al observar la misma cuestión, recordó las críticas vertidas contra "Consumo cuidado", la última campaña masiva desarrollada por el gobierno de Buenos Aires en 2022, en el marco del caso de la cocaína envenenada vendida en la villa Puerta 8 de Tres de Febrero que le costó la vida a 23 personas.
Uno de sus mensajes, establecía: “Medite. Es importante conocer cuáles son los efectos de lo que consumís, de esta forma vas a poder anticiparte y evitar excesos. Acompañá. Si alguien se excedió y surge una urgencia, podés ayudar. Conocé. ¿Querés saber algo más? Aprendé más sobre los consumos”.
“Las campañas son necesarias, tienen que hacerse e integrar todos los discursos focalizando en el encuentro con el otro desde el efecto, pero no se hacen por este dilema sobre si hablar de consumo lo frena o lo incita”, expuso y aportó: “Es lo mismo que sucedió con la Educación sexual integral (Esi), cuando la cuestionaban porque incitaba al sexo de acuerdo a algunas miradas. Se decía que iba a aumentar el embarazo adolescente y, por el contrario, bajó”.
“Yo creo que no se hacen campañas porque se da una discusión entre el reduccionismo y el abstencionismo”, expresó haciendo referencia a dos miradas contrapuestas sobre el consumo. Mientras que la reducción de daños plantea minimizar los impactos negativos de las drogas sin exigirle al consumidor que las deje, el modelo abstencionista sostiene que el consumo deriva en adicción y es preciso cortarlo. “Los gestores tienen miedo a caer en ese dilema –continuó-. Eso les juega en contra”.
“Todo lo relacionado a la reducción de daños es controvertido, pero hay que dejar esa discusión”, solicitó y concluyó: “Hay que asumir el consumo no solo de sustancias, sino del alcohol, de redes, de juegos. Y hay que ponerlo en palabras, porque hablar incita a nada y lo peor que puede pasar es no hablar”.