A juzgar por el nivel de enfrentamiento entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta y la ofensiva constante de Carolina Losada sobre Maximiliano Pullaro, pareciera que en Juntos por el Cambio están convencidos de que quien gane la interna tiene asegurado ser presidente/a o gobernador/gobernadora. Dicho de otra forma, si tiran tanto de la cuerda en la primaria es porque dan por sentado que la elección general la tienen ganada. 

¿La tienen ganada? ¿El peronismo no tiene chances de ocupar el sillón de Rivadavia o el de Estanislao López? En la oposición hay opiniones repartidas. Están los más cautos, que advierten que al peronismo no hay que darlo por perdido nunca. Y los que sacan cálculos y afirman que por más que Bullrich y Larreta se peleen, o que Losada acuse a Pullaro de ser el nuevo Pablo Escobar de Sudamérica, gane quien gane la interna, el voto del universo no peronista está consolidado y no hay posibilidad de que se mude al otro lado de la línea divisoria. Quienes sostienen esta última idea, creen incluso que los indecisos pueden no saber a quién votarán, pero mayoritariamente lo harán del lado no peronista de la oferta electoral.

En base a esa convicción, la pelea interna entre Bullrich-Larreta y Losada contra Pullaro escala y escala. Las palomas mudan de plumaje para parecerse a los halcones y los que intentan enfriar la interna son desairados. 

Las éticas y las morales

 

La precandidata a la gobernación Carolina Losada anunció en un diario porteño que gane o pierda no trabajará junto con Pullaro al día siguiente de las primarias. Adujo “límites morales y éticos” porque existe un audio en el que el exministro acordaba pasarle las preguntas de un examen a un jefe policial para que ascienda y porque puso al frente del área de Drogas, y respaldó, al comisario Alejandro Druetta que hoy cumple condena en el marco de una causa donde se investigó a traficantes.

El exministro de Seguridad no se sube al juego que le propone la senadora. “Mientras sigamos arriba en las encuestas no nos vamos a mover de esa posición”, dicen en su entorno. Con lo relativas que son esas encuestas, vale decir que ninguna le concede una ventaja definitiva, pero Pullaro confía en que la estructura territorial de la UCR, que mayormente cuentan de su lado, le sumará entre 4 y 5 puntos más a lo que muestra cualquier sondeo.

El anuncio de Losada entraña una muy visible contradicción. Ninguno de esos hechos que le achaca a su rival son nuevos. Tuvieron amplia difusión en 2018 y 2019. Y en 2021 no le significaron a Losada un impedimento moral ni ético para que habiendo ganado la interna por la candidatura al senado nacional, se abrazara a Pullaro para poder ganar la campaña general, lo elogiara y lo tomara como referente en materia de seguridad. ¿Por qué ahora sí lo es? 

La ética y moral para cancelar rivales políticos es un océano demasiado profundo y opinable. Eso pensó el presidente de la UCR santafesina, quien dijo que la declaración de Losada “agotó la paciencia a todos” y le reprochó que “no es ético y moral querer representar a Santa Fe cuando ni siquiera se vive en la provincia”. 

Losada pone en duda de donde salen millones que financian campañas negativas en su contra en las redes y le apunta a Pullaro. Hizo una denuncia ante el Tribunal Electoral que esta semana deberá resolver. Al mismo tiempo Amalia Granata de nuevo expuso a Losada yendo y viniendo en el avión privado de un empresario rafaelino. Sobre esto no hay dudas, porque ella lo admitió. Y no hay que ser experto para deducir que la generosidad del empresario Bertolaccini López se pagarán con dinero o concesiones del Estado si llega a gobernadora. 

Más aún, la última vez que usó ese avión fue el jueves pasado, al que se subió con Mauricio Macri para hacer campaña en Venado Tuerto. ¿Por qué no es un límite moral para Losada ir con quien siendo presidente autorizó vía DNU el blanqueo de capitales de funcionarios que el Congreso había limitado, para que sus parientes pudieran (y lo hicieron) exteriorizar millones de dólares no declarados?

En definitiva, la discusión política en términos éticos y morales como modo de impugnación termina con todos desgastados y suma desánimo en la ciudadanía. No gana ninguno, a excepción que se crea que hay carta libre por el hecho de haber venido de afuera de la política. 

La ofensiva de Losada contra Pullaro tiene una dimensión política espinosa. La senadora quiere ser gobernadora por un frente y sus precandidatos con los que ahora dice que no puede trabajar juntos por límites éticos y morales. Y sostiene que si pierde no apoyará a su rival, lo que hace pensar que el compromiso empieza y termina en ella misma. “El sentido común” diría que le da lo mismo que gane Unidos o el peronismo, ella se desentenderá, seguirá viviendo su vida en Tigre (como no ganó no vendrá a vivir a Santa Fe) y siendo senadora por Santa Fe por cuatro años más.

Esto encendió todas las alarmas en la UCR santafesina. En primer lugar porque no la muestra comprometida con la suerte del partido al que representa y en segundo lugar porque si la interna la ganase Pullaro, podría haber herido las chances de ganar la general. El caso recuerda cuando en 2019 María Eugenia Bielsa, derrotada en las primarias por Perotti, se borró de la campaña, a excepción de alguna foto, pero ni antes ni después atacó al rafaelino o puso en riesgo la suerte del frente que ambos representaron.

En modo Kill Bill

 

Losada y su consultor de opinión pública Lucio Guberman están convencidos que el que sobreviva a la interna descarnada va a ganar igual en la general, porque nadie se va a pasar a votar al peronismo por Losada y Pullaro se peleen. Creen que quedan enojados los dirigentes, pero no los votantes. 

Sin embargo, en política, además de la opinión pública pesan variables como territorio y estructura. Los enfrentamientos complican la convivencia interna, dejan heridas y desmovilizan a los derrotados, además de complicar los planes de los intendentes y jefes comunales que ni en sueños se imaginaron que Losada pasaría de ser el dulce encanto de las elecciones de 2021 a una suerte de Uma Thurman protagonizando el Volumen 3 de Kill Bill, en el que, ya muerto el personaje de David Carradine, su próximo objetivo es cortar en trocitos a Pullaro, el precandidato de la otra mitad de la UCR.

En los 16 días de campaña que quedan, Losada deberá definir si va por todo como le sugiere Guberman o si atiende los consejos de la conducción política que encarna el diputado Julián Galdeano. El primer caso implica hacer campaña publicitaria negativa con la imagen y la voz de Pullaro. El consultor cree que si se llegó hasta aquí hay que ir por lo que él supone que será un nocaut, que no hay lugar para la tibieza. Que la pelea es por el 20% de indecisos que definirán la elección. Y que para ese público poco interiorizado en los asuntos de la política no es lo mismo que Losada diga que Pullaro es malo a escuchar la voz de Pullaro en esos viejos audios de cuando era ministro, a pesar de que la Justicia desestimó que se trate de un delito.

La senadora viene escalando pero no cierra el oído a la conducción política. Tiene puesto el freno de mano. Puede perder también: así como Bullrich se corrió cuando ella vinculó a Pullaro con sectores del narcotráfico, el jueves Macri en Venado Tuerto, y el viernes Rodríguez Larreta en Santa Fe, dieron un mensaje que va en sentido inverso a su anuncio: “En el país y en Santa Fe el día después de las Paso todos trabajando juntos”. Cada uno tiene sus preferencias, pero nada les interesa más a los popes de Juntos por el Cambio que el domingo 10 de septiembre a la noche los titulares anuncien al país que la oposición le ganó al peronismo en Santa Fe. Odiarían atragantarse con otra Córdoba.

El protagonismo dado al consultor de opinión pública en esta crónica política no es un dato caprichoso. Es un registro del malestar que existe en el frente Unidos en general y particularmente en la UCR, no con Guberman en sí, sino porque Losada puso en el mismo plano la conducción política de la campaña y la consultoría de opinión pública. Ese malestar abarca incluso a dirigentes del propio espacio de Losada, que en medio del río no tienen adónde volverse, pero consideran que las cosas están llegando demasiado lejos y se necesita que desde algún lugar de la política se ponga orden. Hasta ahora no dio resultado.

Un dirigente político muy experimentado en campañas electorales y elecciones que en algunos casos ganó y otros no dio su parecer: “Tiran de la cuerda porque responden a estrategias de un consultor político cuyo objetivo es decir que ganó la interna y agregarla a su curriculum vitae. No se piensa en la batalla de fondo, que es el PJ, donde se deben estar relamiendo. Menos mal que Milei no presentó lista como quería Perotti…”.

En nombre de la libertad

 

Sobre esta última cuestión, un dato a destacar de la última encuesta de la consultora Management & Fit que circuló este fin de semana. En la intención de voto a gobernador aparece en cuarto lugar entre los precandidatos de todos los frentes Luis Edelvino Bodoira de Viva la Libertad, con 11,4%. El abogado rafaelino es un desconocido total para el electorado, pero encabeza una alianza entre grupos evangélicos y católicos que juega a la confusión con un nombre de características parecidas al del espacio de Milei, que vale aclarar, no tiene listas ni candidatos en la elección provincial. La provincia y Rosario tienen una larga historia de estrategias de este tipo que a veces benefician a unos y otras a otros. Quizás haya un dato en esa encuesta para observar más de cerca.