“Decime: ¿qué otra bebida cuesta 50 pesos el litro hoy en día?”. Con esa afirmación, impregnada de una lógica económica que le suena invencible, el director del área de la producción del Instituto Nacional de Yerba Mate (INYM), Nelson Dalcolmo, defendió el precio que hoy tiene en góndola un paquete de medio kilo del otro oro verde nacional, que según estadísticas difundidas esta semana superó en el primer cuatrimestre de 2023 los 100 millones de kilogramos de producción.

Claro: lo que este productor oriundo de Garruchos, provincia de Corrientes, quiso explicar es que la yerba mate es barata en relación al costo del proceso de producción, que lleva años desde que se planta la semilla hasta que se empaqueta, pero también a los beneficios alimenticios que genera y sobre todo al precio de otras bebidas, como la cola más conocida.

“La realidad es que la yerba no es cara. Con medio kilo de yerba podés cebar 10 termos, o sea 10 litros. Pensá que con un paquete de yerba de 500 pesos, cada termo de litro te termina saliendo 50 pesos, mientras que una gaseosa u otra bebida con alcohol, que también sale 500 pesos, rinde sólo eso y se termina en cinco minutos”, comparó.

Un crecimiento que empezó en pandemia

Estos números tan positivos de exportación y consumo interno no sorprenden a la industria, porque desde que la pandemia de coronavirus paralizó al mundo en 2020 (y contrariamente a lo que podría esperarse) la producción de yerba mate no dejó de crecer.

“Cuando llegó la pandemia, yo decía: ‘¿Y ahora qué hacemos con el mate, con el problema del contagio?’. Y en el Instituto se nos ocurrió que debíamos salir a los medios a decirle a la gente que en realidad no era el mate lo que contagiaba: el problema radicaba en compartirlo. Así que eso era sencillo de resolver: cada uno con su mate y listo. Y no sólo que los consumidores no nos abandonaron, sino que el consumo se multiplicó porque al no poder salir, todo el mundo se quedaba en casa tomando unos mates”.

La yerba mate argentina se produce en Misiones y Corrientes.

Dalcolmo confesó que se inspiraron en el modo en que se toma mate en uno de los principales países compradores de la producción de yerba Argentina: “En Siria, la costumbre es que cada uno tiene su mate y sólo comparten el agua: en termo o en pava. Nosotros salimos con ese mensaje y se llegó a vender tanto que incluso logramos levantar el consumo de años anteriores”.

El director para la Producción del INYB, organismo que se encarga de la fiscalización del producto terminado, de la investigación sobre las propiedades de la yerba mate en la salud, de la producción y la promoción en todo el mundo, reveló que “Argentina es el mayor exportador de yerba del mundo” con 900 millones de kilos al año de hoja cosechada y que Siria es el primer destino de esa producción; le siguen Chile, Estados Unidos y Europa, en ese orden.

En el resto de Sudamérica no se toma yerba argentina: Brasil y Paraguay (junto a nosotros, los únicos 3 productores de la Ilex paraguariensis en el planeta) hacen la suya y también exportan, mientras que Uruguay es un caso especial: no produce (toma yerba brasileña) pero lejos es el país donde más yerba se consume. “Uruguay es el primer tomador de mate del mundo: mientras que nosotros andamos rondando los 6,5 kilos per cápita al año, ellos están en 14. El doble o más que nosotros. Hasta arriba de la bicicleta andan con el mate”.

Un largo proceso: ¿una paga justa?

Dalcolmo explicó que los productores deben desandar un largo recorrido antes de poder empaquetar la yerba. Y que la mayor parte del dinero que se paga en góndola, ellos no lo ven. Cualquier similitud con los tamberos santafesinos, no es pura coincidencia.

“Mirá: una semilla de maíz, trigo o cualquier hortaliza no tarde más de una semana en germinar. En cambio, la semilla de yerba en el vivero tarda de cinco meses a un año en hacerlo. Al año de haber estado en el vivero, se saca al campo; a los cuatro o cinco años de estar en el campo, recién entra en zona de producción; de ahí, se cosecha y se lleva a secadero; luego viene el deshidratado y se convierte en yerba mate canchada. Y después de otro año de estacionamiento, va a paquete. Así de largo es el proceso”, manifestó.

En Rosario, el mate es tan clásico como el Monumento.

Uno podría suponer que semejante esfuerzo redunda en un gran beneficio económico. Pero no. “El consumidor tiene que saber que nosotros recibimos por kilo de hoja verde 112 pesos. Mientras que la yerba empaquetada de kilo está alrededor de los 1.000 pesos. ¿Dígame usted dónde está resto?”. La respuesta está clara: en la cadena que la sigue, y que es la que lleva esa yerba del yerbatal a la góndola.

“Pensá que por el agua caliente que cargás en la estación de servicio, te cobran cincuenta pesos. O sea, por el sólo hecho de calentarte agua con electricidad te cobran la mitad de lo que a nosotros nos dan por un kilo de hoja verde, con todo lo que significa el proceso y con todo el riesgo que tiene el productor”, tiró.

El mate, energizante y ¿curativo?

Dalcolmo vive en un municipio pequeño, situado en el departamento Santo Tomé de la provincia de Corrientes, sobre la margen derecha del río Uruguay y a menos de 10 kilómetros del límite con Misiones. Ambos son los distritos yerbateros por excelencia: mientras que en toda Corrientes y el sur de Misiones se cosecha la yerba “de campo”, que se caracteriza por su suavidad, en el centro y norte de la provincia de la tierra colorada el territorio cambia y al producto se lo llama yerba “de monte”, más vigorosa y de sabor más fuerte.

De todos modos, el dirigente yerbatero no se quedó con ninguna en especial. “Para mí, la mejor es la que tomo yo; y para vos, la mejor es la que tomás vos”, dijo en Punto Medio, por Radio 2. Enseguida comentó: “Además de esta diferencia en el origen, hay variaciones de sabor que corresponden al estacionamiento, la cantidad de palo que hay en el paquete o hasta el agua. Lo más importante es el estacionamiento: si la yerba sale cruda, sale más fuerte; la yerba con más estacionamiento natural, en cambio, es más suave. La diferencia está en el tiempo de estacionamiento”.

Con respecto a las proporciones entre polvo y palo, Dalcolmo explicó que “el código nacional alimentario tolera hasta 35% de palo en un kilo de yerba. Eso también le da o le quita suavidad”.

Pero por fuera de las cuestiones de sabor, hay algo que no se discute: el mate, la infusión nacional decretada por el Congreso, tiene propiedades alimenticias y otras que se siguen estudiando. “En nuestra área de investigación, tenemos al ingeniero Lucas Brun que vive en Rosario y que presentó en Estados Unidos un trabajo en el que afirma que consumir yerba mate ayuda a que la osteoporosis sea más leve. Y se espera que lo mismo ocurra con la diabetes y hasta con el Mal de Parkinson. Ni hablar de que es además un energizante natural”. Motivos más que suficientes para ir corriendo a poner la pava.