Aunque todavía existen voces del campo científico que debaten las causas y alcances, la multiplicación de fenómenos inéditos y escenas extrañas asociadas al cambio climático impactan. Solo en Rosario y la región se registraron en los últimos días efectos diversos de la sequía y la bajante del río Paraná que van del rescate de tortugas en lagunas que se secan al registro de embarcaciones varadas en la tierra por la disminución extrema del arroyo Ludueña.
La altura del río Paraná bajó a -0,49 metros en Rosario este miércoles al mediodía y se mantenía así este jueves, según el registro oficial de Prefectura. Esa medición es la más baja en medio siglo y para encontrar similares hay que remitirse a las bajantes de 1969 (hasta -0,82) y 1944 (el piso absoluto en -1,39).
Más allá de ese registro mínimo de 1944, desde el INA estimaron que si se analiza el bienio 2020-2021, ahora sumado el 2022, este ciclo del Paraná es el "más crítico" desde que hay registros (1884).
Cinco escenas en pocos días
Además de los ya denunciados incendios en los humedales y los problemas para navegar en el Paraná y las islas, Rosario3 publicó en los últimos días una seguidilla de hechos que pueden pasar por aislados pero al reunirlos, en este breve repaso, convocan a la reflexión sobre la relación con un medio ambiente que desnuda su emergencia.
Voluntarios que se arrastran sobre el barro de lo que fue la Laguna Juan de Garay, en Santo Tomé, para rescatar a las tortugas acuáticas atrapadas en el reducido espejo de agua, fue uno de los registros llamativos de la crisis hídrica en la provincia.
De las 500 hectáreas de laguna en la zona del río Salado casi no queda nada y por eso unas 30 tortugas fueron retiradas y llevadas al río Salados.
El arroyo Ludueña en la zona norte de Rosario que puede ser una amenaza con sus desbordes caudalosos esta semana se convirtió en un triste hilito de agua.
Rosario3 fotografió el efecto “fantasma” de embarcaciones que flotan sobre la vegetación, contra la barranca o directamente clavados sobre la tierra.
Cuando el agua se retira, las costas se ensanchan y lo que emerge no son viejos tesoros sino, sobre todo, basura.
Cubiertas, plásticos, botellas, pedazos de cemento, hierros, residuos de todo tipo, color, tamaño y material fue parte del registro que hizo Telenoche Rosario (El Tres) en la zona de islas a la altura del puente Rosario-Victoria, a la que ya ni siquiera se puede acceder en lancha.
Otro espejo de agua que mutó completamente su fisonomía y ahora es un desierto de terruños agrietados es Laguna Paiva.
En lugar de un balneario refrescante las cámaras registraron a una máquina retroexcavadora para realizar obras de contención que permitan recuperar algo de caudal cuando las condiciones hídricas mejoren.
Las lagunas que quedan con muy poca agua también incluyen un drama. "Después de meses de encierro y ahora las altas temperaturas fue un cóctel mortal para los peces que sobrevivían en ellas", explicó el grupo Paraná no se toca y difundió fotos.
Las imágenes distópicas de este presente crítico encubren otros inconvenientes prácticos. No se trata solo de no poder disfrutar del río, arroyo o laguna, o cruzar a las islas, incluso las tomas de agua potable se ve afectada en Rosario y la región. Situación que se vuelve emergencia cuando se produce un pico de consumo como en estos días de altas temperaturas sostenidas.
Aunque existen científicos que sostienen que se trata de un ciclo natural que ya ha ocurrido y del que se saldrá con el tiempo, son muchas las voces y estudios que vinculan la sequía, la ola de calor, los incendios y otros fenómenos (como la propia pandemia) a un cambio climático acelerado por la tala de bosques, destrucción de humedales (el Delta frente a Rosario, por ejemplo) y la contaminación de diversas industrias (algunas con desagües no habilitados al Paraná).
Las imágenes compartidas en esta nota son, según el consenso internacional validado por la ONU, apenas una muestra de una crisis que se agravará en los próximos años si la humanidad no genera cambios de conducta, consumo y modos de producción. En palabras de expertos internacionales, el calentamiento será "irreversible" y con un "rumbo catastrófico".