Casco histórico de San Pablo (Brasil), 16 de mayo de 2022. Feria de empleo. Una fila de 15 mil personas en busca de un trabajo formal y un equipo de filmación que, a través de la voz en off y escucha activa de su director Pietro Piccolomini, abre conversación con alguno de esos miles a partir de una premisa simple: “Abrir su libreta de trabajo y contar qué recuerdan"

En Brasil “Carteira assinada” es la “carteira de trabalho” (libreta de trabajo), un documento donde se registran los trabajos formales de una persona a lo largo de su vida. “Cuando uno tiene un empleo con «carteira assinada» significa que tiene un trabajo formal, con derechos laborales asegurados”, aclara el realizador audiovisual brasileño Pietro Picolomini, que hace trece años vive en Rosario y siente a Argentina como su otra Patria. Consultado sobre su propia libreta de trabajo afirma: “Cumple un rito de pasaje en la vida de uno. Yo saqué la mía a los 14 años. Veo allí mi foto adolescente pero recuerdo sentirme más grande, más responsable, con más derechos. No es una mera formalidad. Es un acto importante en la vida de una persona, ese que te habilita a participar en el mundo del trabajo”.

La película documental Carteira Assinada, una coproducción argentino-brasileña, tiene una duración de 65 minutos en los que el espectador asiste a un registro íntimo con un paisaje de relatos sobre experiencias personales y miradas que expresan alegrías, decepciones, amor, esperanzas y sueños de algunas de esas miles de personas que comparten la misma búsqueda, el mismo deseo: un trabajo formal. En esas conversaciones salen a la superficie recuerdos sobre las vivencias laborales o qué hicieron con su primer salario, los sentidos que adquiere el trabajo en la vida de una persona. ¿Es solo un medio para vivir o mucho más que eso?

“El trabajo forma parte de la identidad. Recuperar esa memoria es muy importante, la materia prima del documental ", detalla Picolomini, en una entrevista con Rosario3.

—¿Cómo surge la idea del documental?
—La idea del documental surge en 2013 cuando trabajé en un taller de cine para adolescentes en la ciudad de Sorocaba, Brasil. Entrevistamos a una señora en un geriátrico e indagamos sobre su vida. Su reacción fue sacar de un cajón su libreta de trabajo y contarnos recuerdos a partir de sus registros laborales. En ese momento, me di cuenta de que la libreta de trabajo es un dispositivo excepcional para acceder a la memoria de las personas, ya que el trabajo termina por definirnos.

—¿Qué te inspiró a llevarlo a cabo desde ese lugar?
—En un principio, en 2013, íbamos a publicar anuncios en diarios en San Pablo capital convocando personas que estuviesen dispuestas a contar sus historias de vida a partir de sus libretas de trabajo. Sería una película grabada en un estudio, absolutamente controlada, con elección previa de personajes. En ese momento Brasil era gobernado por Dilma Roussef, y el país tenía pleno empleo. Luego después del golpe parlamentario contra Dilma y la asunción de Michel Temer en 2016, se hizo una reforma laboral que quitó una serie de derechos laborales e hizo que aumentara el trabajo informal en Brasil, sin derechos laborales. Junto a las políticas económicas neoliberales, que privilegian el mercado financiero y no la producción, acciones profundizadas en el gobierno de Bolsonaro, la tasa de desempleo en Brasil llegó a casi 15%. Un desastre social. En ese contexto surgen las ferias de empleo, eventos organizados por sindicatos, asociaciones civiles, intendencias, donde se realizaba la mediación de la oferta y demanda por trabajo entre miles de personas y empresas. Cuando vi las fotos de las filas multitudinarias la idea original del documental se dio vuelta, porque me pareció mucho más interesante ir al encuentro de las personas en esas filas, de forma no controlada, antes que recibirlas en un estudio de grabación aunque eso implicase asumir el riesgo de no conseguir hablar en profundidad con la gente.

—¿Cómo fue el proceso creativo?
—La primera versión del proyecto fue escrita en el año 2020, un mes antes del aislamiento por la pandemia de Covid 19. Es decir, no se hacían más las ferias de trabajo, y no se sabía si en algún momento volveríamos a vivir ese tipo de contacto social masivo. Sin embargo, en el año 2021 participamos de dos laboratorios de creación documental, uno en Chile, organizado por el Festival Frontera Sur, y el ODS Lab en Argentina, organizado por el Festival Construir Cine. En esas ocasiones pudimos profundizar la propuesta, ver sus puntos débiles y armar estrategias para lograr realizar lo que entonces era un sueño lejano. También en 2021 recibimos un premio del INCAA para desarrollo de proyectos documentales y en diciembre de ese año junto a Cosmo Roncon Jr, el coproductor de la película en Brasil, grabamos 11 horas de material en San Pablo capital conversando con jubilados, estudiantes de cursos profesionalizantes, además de grabar varias escenas cotidianas en esa metrópoli. Tuvimos la suerte de encontrar una feria de trabajo de menor escala, que nos permitió probar nuestras estrategias, saber si el dispositivo de la libreta realmente funcionaba, lo que nos posibilitó practicar antes de grabar la película. Con ese material editamos un largometraje sin fines de exhibición, hasta que nos enteramos de que se haría una feria multitudinaria en San Pablo en mayo de 2022, todavía en pandemia. Grabamos la película con recursos propios, y recibimos aportes para la posproducción desde la Municipalidad de Rosario, a través del Recurso Puente, también del Plan Fomento del Ministerio de Cultura de la Provincia y Vía Digital del INCAA. Es decir, sin políticas públicas de fomento al cine este proyecto no sería posible.


—A partir de la premisa de que abran su libreta de trabajo y cuenten un recuerdo, los personajes revelan vivencias muy personales. ¿Cómo creés que se logró esa apertura?
—Este documental se inscribe en un linaje del cine del encuentro, que tiene entre sus referentes a Agnès Varda, Jean Rouch, Heddy Honigmann y Eduardo Coutinho. Se trata fundamentalmente de un cine que trabaja desde el encuentro de un equipo de grabación y personas en situaciones cotidianas, creyendo que desde ahí puede surgir algo mágico, digno de ser registrado y convertido en película. Creo que la mayoría de las personas tiene una pulsión por compartir sus historias, contar anécdotas que revelan aspectos íntimos de sus vidas. Basta con ofrecerles una escucha atenta y empática, es decir, establecer una conversación donde quede claro que una de las partes está realmente interesada en escuchar, y no en esperar su turno para hablar. Cuando les pedimos a las personas que busquen en sus registros laborales recuerdos que consideren relevantes, las dejamos libres para que nos cuenten lo que se les ocurra. No hay una premisa de que el trabajo es bueno o malo, justo o injusto. Interpelamos a las personas sin emitir juicios de valor en nuestros disparadores, no buscamos confirmar ninguna tesis, por eso creo que las personas se sintieron cómodas en compartir sus intimidades.

“Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo”, dice el artículo 23 de la Declaración de los Derechos Humanos. ¿Cómo surge el foco en ese artículo?
—El foco en el artículo 23 se da porque al abrir la libreta de trabajo lo primero que ves es ese texto, el cual me llamó la atención desde niño. Siempre me sorprendió que esos derechos no estuvieran contemplados. Entonces cuando encuentro que la libreta de trabajo puede ser un disparador a través de la memoria, el artículo me pareció un dispositivo para que la gente hablara sobre su historia. 

—¿Qué representa el trabajo para vos?
—Recuerdo mi primer trabajo a los 12 años en un supermercado de barrio. Enfrente había una panadería en la que se vendían unos canelones muy ricos. Allí comían en su mayoría hombres que trabajaban en la calle y no tenían tiempo de volver a sus casas.  Yo los veía en ese cotidiano de entrar, sentarse en la barra y pedir ese plato. Un día, trabajando en ese supermercado, entré a esa panadería lleno de confianza, me senté en la barra y pedí esos canelones. Ahí, mientras almorzaba, sentí un click adentro mío de que ya no había marcha atrás, dejaba de ser un niño y empezaba a tener otra impronta, otra presencia social, otro papel. Encontré en el trabajo ese mecanismo de emancipación que permite que uno se desarrolle como ser humano. No solo para sobrevivir sino para conseguir una independencia, poder elegir, tener oportunidades.Pero sobre todo, el trabajo como mecanismo de dignidad.  Que uno tenga un trabajo con derechos laborales asegurados, que uno sea respetado y bien tratado es fundamental. Creo que eso está reflejado en el documental. Si antes ya me parecía que el trabajo era una categoría muy importante para pensar nuestras vidas, después de concretar este proyecto veo que el trabajo formal, registrado, es fundamental para que podamos existir de forma digna.

Dónde ver la película


Hay dos proyecciones programadas en Rosario, en El Cairo Cine Público (Santa Fe 1120) los días sábados 11 y 18 de mayo a las 20.30, en el marco del ciclo Foco Documental. 

Además, el documental participa de la Muestra Competitiva de Largometrajes Internacionales en el Festival Construir Cine. La proyección será el martes 14 de mayo a las 18 en la Sala Antín de El Cultural San Martín de la ciudad de Buenos Aires.

Carteira assinada se estrenó en octubre de 2023 en el marco del Festival Internacional de Cine Documental de Buenos Aires (FIDBA), en la Muestra Competitiva Argentina, y participará de la 6ª edición de Frontera Sur Festival Internacional de Cine de No Ficción (Concepción, Chile), que se realiza en junio de 2024.

En 2021 el proyecto fue premiado en el Concurso Federal de Desarrollo de Proyectos Documentales Inéditos del INCAA, y fue contemplado en el Plan Fomento del Ministerio de Cultura de Santa Fe (Ventanilla Continua), en las categorías producción y circulación. En 2023 la producción fue seleccionada para recibir el Recurso Puente, de la municipalidad de Rosario, y también fue declarada de interés por el INCAA en Vía Digital, categoría posproducción.

El director, Pietro Picolomini, es Magíster en Antropología Social por la UFSCar, Brasil. Productor y coguionista de “Pájaros Negros” (Serie INCAA 2015); productor y coguionista de “Abaddon”, (Mejor Corto Nacional Buenos Aires Rojo Sangre Film Festival 2019); realizador del documental “Variante” (DocLisboa 2010); productor de “Dayane e Zé Firo” (Mejor Animación 16º Festival de Cine Latinoamericano de Rosario).