Villa Elisa, Entre Ríos, el pueblo donde esta semana se realizó el campamento sanitario número 38 de la cátedra de Salud Socioambiental de la Facultad de Medicina de la UNR, arrojó tres datos salientes. El primero es la tendencia de un "perfil epidemiológico" por enfermedades asociadas a la exposición a agroquímicos, como ya ocurrió en otras localidades. El segundo fue el testimonio de un docente que contó que la escuela donde daba clases fue cerrada porque estaba dentro de un campo y el dueño quería fumigar. Y el tercero, que sorprendió a los organizadores y su causa deberá ser estudiada, fue un “altísimo índice de casos de depresión medicada e intentos de suicidio”.
Damián Verzeñassi, titular de esa cátedra especial de la universidad rosarina y responsable académico de los Campamentos sanitarios, adelantó a Rosario3 los resultados preliminares del estudio realizado desde el lunes y hasta este viernes en una zona crítica.
Cerca de Villa Elisa, en San José, se inició el reclamo por las fumigaciones en campos linderos a escuelas que afectan a alumnos y docentes que derivó en un fallo del Superior Tribunal de Justicia (STJ) de esa provincia. De otra localidad cercana, Basavilbaso, era Fabián Tomasi, el ex aplicador de agroquímicos que falleció tras años de denunciar el peligro de los tóxicos a los que estuvo expuesto.
"Tuvimos una muy buena recepción de todo el pueblo. Pudimos encuestar a 1404 viviendas de las dos mil familias que hay, un 67 por ciento”, señaló Verzeñassi. Del trabajo final participaron 140 alumnos de la Facultad de Medicina y otros que se sumaron de la Universidad Nacional de Entre Ríos.
Las encuestas se realizaron el lunes y martes. El miércoles y jueves hubo talleres y capacitaciones en escuelas. Este viernes a la tarde adelantaron a la población un informe preliminar con algunos datos.
“Las enfermedades registradas por encima de la media son similares a otros campamentos: hipertiroidismo, diabetes e hipertensión. Además la población identifica como principal problema de salud al cáncer vinculado con los agroquímicos: en una manzada de 20 encuestados, 18 te dicen eso”, estimó el coordinador de los campamentos.
“Remarcan la presencia de tumores y mencionan como principal fuente de contaminación a los agroquímicos, las fumigaciones o los agrotóxicos. También hay problemas con el agua y otras actividades (como pollerías)”, amplió Verzeñassi.
El docente e investigador resaltó que la mayor sorpresa fue “el alto índice de casos de depresión como problema de salud (diagnosticado y medicado) y de intentos de suicidio; eso no lo habíamos visto nunca, no tiene antecedentes en otros campamentos”.
Verzeñassi remarcó que en el pueblo existe “mucha gente grande sola” y aclaró que es prematuro vincular ese fenómeno a un hecho concreto. Adelantó que el primer paso será georreferenciar los casos para determinar si se concentran en un lugar puntual.
La importancia de los campamentos
Más allá de los resultados en Villa Elisa, que confirman el alerta epidemiólogico ya detectado en otros puntos de la pampa húmeda, este campamento número 38 refuerza una práctica -quizás la única- que sostiene algo tan vital como investigar qué pasa con la salud de quienes habitan una de las zonas más expuestas a los agroquímicos del planeta.
Los trabajos finales para los estudiantes de medicina de la UNR sirvieron, por ejemplo, para que Chabás, Santa Fe, impulse la reconverión hacia el cultivo agroecológico. “Al ver los resultados, el intendente de esa localidad se comprometió a hablar con los productores e iniciaron un proceso de reconversión a la agroecología de los campos de alrededor del pueblo. Hace tres semanas presentaron una línea de trigo agroecológico que se produce en parte gracias a esa cooperación y a la definición del intendente”, remarcó Verzeñassi.
La experiencia de San Antonio Areco del año 2017 fue impulsada por Ana Zabaloy, una "docente fumigada" que murió el domingo pasado por un cáncer –el extremo de aquella premisa de poner el cuerpo en un reclamo–. Y aquel campamento, recuerda el titular de la cátedra de la UNR, también tuvo un impacto político.
“Una semana después del estudio, con los resultados preliminares, el intendente prohibió las fumigaciones aéreas de todo el partido de San Antonio de Areco”, recordó. Amparado, además, en que en 2015 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) reclasificó al glisfosato y al 2, 4-D como posiblemente cancerígeno.
Escuela cerrada
Esta semana en Villa Elisa, los organizadores del campamento escucharon una de las historias mínimas, silenciosas, en torno al reclamo por una regulación del agronegocio que privilegie el cuidado de la salud (no prohibir los cultivos sino cuidar la salud de quienes viven más cerca de los campos).
“El miércoles a la mañana había un maestro y director de una escuela rural que cerró hace 15 días. Es una escuela que está adentro de un campo y tenía problemas por las fumigaciones. El dueño del campo, por los reclamos, en lugar de dejar de fumigar en ese punto, echó a todos los peones para que no haya más hijos que vayan a esa escuela. La institución rural cerró a la semana por falta de alumnos y él siguió fumigando. Una barbaridad. Escuchar a ese maestro que está provisoriamente en otra escuela fue desgarrador”, aseguró Verzeñassi.
Por todo eso, los campamentos son más que una práctica final de una carrera. “Es la única actitividad curricular real que tiene la facultad de contacto con la sociedad, de vincularse con la gente, de trabajar con las comunidades”, resumió el coordinador. Para generar conocimiento científico pero también para escuchar y visibilizar conflictos, la experiencia busca apoyo en la academia para poder continuar su trabajo.