Claudia Raimondo es artista plástica y activista por el derecho a la identidad de origen. Busca a su madre biológica hace más de 20 años. Se enteró que era adoptada con 38, ya tenía hijos. En 2004 pidió por primera vez un listado de partos de abril de 1962 en el hospital en la provincia de Buenos Aires donde fue apropiada: una monja la entregó recién nacida a sus padres de crianza. Aquella solicitud al centro de salud fue denegada una y otra vez. En los últimos años había perdido la esperanza hasta que, en enero de este año, llamó a la oficina que se encarga de esos trámites para ayudar a otra persona. La respuesta de la empleada que atendió la tomó por sorpresa.
–¡Ay Claudia te estaba por llamar! Nos llegó el libro de partos del hospital Eva Perón de San Martín, el tuyo.
–¿Cúando llegó?– fue lo que alcanzó a decir.
–La semana pasada, el 6 de enero.
Claudia mantuvo todos estos años su militancia por el tema: monta a pedido la muestra "De esto no se habla" para generar conciencia, da charlas y entrevistas sobre la necesidad de contar con una ley nacional y un banco de datos genético para comparar muestras de ADN, pero en el último tiempo ya no esperaba novedades de su propia reconstrucción.
La revelación la inundó de una esperanza que había quedado en segundo plano. Le explicaron desde la oficina de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires, ubicada en La Plata, que había 27 partos de niñas en la fecha que coincidía con su caso: la primera quincena de abril de 1962.
Los especialistas debían chequear caso por caso, si la beba anotada y la madre existían. O si, el rastro de alguno de esos recién nacidos se había perdido y podría tratarse de Claudia. En ese caso, la mujer en cuestión podría ser su mamá biológica. El trabajo avanzó de a cinco identificaciones por mes. Aunque vivir con incertidumbre no era algo nuevo para Claudia, tuvo que aguantar la ansiedad como nunca.
Cinco, diez, quince, veinte mujeres y sus hijas fueron chequeadas: esos vínculos eran reales y no había irregularidades. Hasta que este miércoles 31 de mayo, un rato antes de dialogar con Rosario3, Claudia no aguantó más la espera y volvió a llamar a la oficina para preguntar.
–Mirá, ya revisamos 24 de las 27 madres y ellas no son porque está comprobado el vínculo. Pero hay tres casos que no está legible en el libro el nombre de la mujer que parió a cada niña.
Otro golpe. Claudia piensa que pudo haber un error o que fueron anotadas mal a propósito para esconder algo, quizás algunos de esos partos fue el suyo. "Me queda la duda, si eso mal escrito es que puede haber otras dos como yo que fueron entregadas en esa quincena, hijas de madres solteras, y que se pactaba que sea garabateado", especula Claudia minutos después de enterarse de ese resultado.
"Tengo desazón, bronca, pero desde la oficina van a seguir insistiendo porque lo que enviaron desde el hospital son fotocopias y los libros de parto son del año 62, se deterioran, se borran", agrega.
Claudia más joven y con la muestra "De esto no se habla", que creó en 2016.
La activista y artista plástica enfrenta otra vez el dilema de qué hacer, la sensación de tener que abrir una nueva investigación, de tirar de algún un hilo para continuar. "A un buscador no se le va la esperanza de encontrar. Esto de mostrarse y de exponer mi historia en los medios me da la esperanza de que alguien lo vea, por ahí le resuena algo del caso, y entonces aunque el libro de partos no diga nada quizás alguien ve la nota y aporta un dato. Eso ha pasado y por eso son importantes estos espacios de difusión", afirma.
El objetivo, intenta explicar, no es encontrar a una persona que la críe. Eso lo tuvo y reconoce "un cariño real" en los padres que la apropiaron (no fue una adopción legal). Claudia sabe que su mamá biológica, si vive, tendrá cerca de 80 años a esta altura. Anhela otra cosa: "Buscamos, hablo en plural, la verdad, los hechos, ¿por qué no estamos en esa familia?".
"Es iluso –sigue– buscar una mamá, buscó la mujer que me dio la vida, que atravesó eso. Y hoy, que puede no estar viva, encima pasó la pandemia que fue cuando nació entre los buscadores el hastag #Notenemostiempo. Ella puede no estar pero sí un hermano biológico o alguien que esté escuchando. Que se rompen las mentiras y el silencio. Todo humano necesita un anclaje en una historia verdadera. No es positivo no tenerlo y menos dejarle eso a los hijos, que implica no conocer los antecedentes médicos".
Además de pedir leyes unificadas a nivel nacional, acceder a bancos de datos abiertos y digitalizar documentación oficial histórica, Claudia pide más "concientización y que se hable más naturalmente porque hay gente que se muere sin decirlo, que las vinculaciones sean más fluidas, que los padres que apropiaron sepan que los hijos pueden generar relación con las familias de origen y tener dos padres o dos madres como pasa en las familias ensambladas".
Este domingo, la entrevista completa en "Desde la Redacción", el podcast de Rosario3, sobre la identidad de origen y con la historia completa de Claudia, que también es la de muchos otros “buscadores”, miles de personas que en silencio derriban prejuicios y pactos de silencio.
Dónde pedir ayuda e información
La Secretaría de Derechos Humanos de la provincia de Santa Fe tiene un equipo interdisciplinario que confirma la oficina de "Asesoramiento y Acompañamiento" de los buscadores.
En Rosario, funciona en Balcarce 1145. Horario de atención: de lunes a viernes de 8 a 14. Tel: (0341) 4721466/67/68 - Línea gratuita 0800-555-3348.
A nivel nacional existe el Programa sobre el Derecho a la Identidad Biológica en el ámbito de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CoNaDI), dependiente de la Secretaría de Derechos Humanos.
Mail: identidadbiologica@jus.gov.ar. Teléfonos: (011) 5300-4140 / 11-2756-8330.