En nuestro país, el vino tinto es mucho más que una industria reconocida por sus altos estándares de calidad: también representa la abundancia de nuestra tierra, el empeño de generaciones de vitivinicultores que mantienen viva la tradición y conforma, junto al mate, el fútbol, el tango, el asado y el dulce de leche, una cofradía de íconos culturales que actúan como embajadores indiscutidos de la argentinidad en todo el planeta.

Además, y como si esto fuera poco, el vino tinto tomado en su justa medida puede ofrecer diversos beneficios al funcionamiento del cuerpo humano. Y si mucho se ha escrito ya sobre los efectos positivos en el sistema cardiovascular, no ocurre así con las ventajas asociadas al manejo del estrés y la depresión, algo que según lo expresado por el médico cardiólogo Raúl Francisco Pastor ocurre gracias a la presencia de los polifenoles y que no estaba tan difundido. Al menos hasta ahora. 

"Los polifenoles presentes en el vino tinto tienen un efecto antibiótico sobre los microorganismos malos en el intestino y favorecen el crecimiento de microorganismos buenos, lo que hace aumentar mucho la diversidad bacteriana. Y miren si será importante la salud intestinal, que en el intestino se produce el 95% de la serotonina, un poderoso neurotransmisor de la felicidad", dijo el responsable de la cuarta Cátedra de Medicina Interna del Hospital de Clínicas “José de San Martín” de Buenos Aires.

Qué son los polifenoles

Consultado por el programa Punto Medio (Radio 2), el experto perteneciente a la Organización Internacional de la Viña y el Vino (organización internacional que se ocupa de los aspectos técnicos y científicos de la viticultura y la vinificación) con sede en Dijon, Francia, explicó en detalle por qué los polifenoles actúan positivamente en el intestino de los seres humanos.

"Estos compuestos de la naturaleza surgen en las etapas finales de maduración de todas las frutas o productos de descendencia de las plantas, entre ellas las bayas de las viñas. Los polifenoles defienden la continuidad de la vida de la planta, las ponen a salvo de los predadores o de las vulnerabilidades que puede acarrearles el clima. La planta sintetiza los polifenoles, que son los compuestos que le dan color y sabor a las frutas o a las verduras, y en su última etapa la uva los produce en alta cantidad, por lo que el vino tinto los tiene en una alta concentración", señaló.

"Al incorporar el ser humano esos polifenoles a través del jugo de la uva, también incorporamos esos mensajes que la planta produce para defenderse: esos efectos positivos de esos compuestos químicos se traducen luego en nuestro propio organismo. Entonces, provocan un efecto antibiótico sobre los microorganismos malos en el intestino y favorecen el crecimiento de microorganismos buenos, lo que hace aumentar mucho la diversidad bacteriana", agregó.

Los polifenoles del vino tinto son beneficiosos para la microbiota intestinal.


El hecho de tener una microbiota intestinal sana es clave para nuestro bienestar: "Miren si será importante la salud intestinal, que en el intestino se produce el 95% de un poderoso neurotransmisor llamado serotonina, también conocido como el neurotransmisor de la felicidad, que después va a utilizar el cerebro para regular los ritmos circadianos, de sueño y vigilia, el estado de ánimo y la sensación de bienestar".

La serotonina está relacionada con el control de las emociones y el estado de ánimo, aunque cumple también otro tipo de funciones: regula el apetito, controla la temperatura corporal y también condiciona el apetito sexual. "Si este neurotransmisor, con funciones hormonales, se produce en el intestino, y nosotros tenemos una mejor salud intestinal, seguramente van a mejorar estos rasgos de nuestro comportamiento. Y si el consumo regular de vino tinto aporta los polifenoles para tener una mejor salud intestinal, vamos a sentir ese efecto de bienestar que produce la regulación del metabolismo. Si uno está con mejores dosis de serotonina cerebral, puede atenuar más el efecto de las situaciones estresantes claramente", dijo Pastor.

Sírvase una copa (de 250 mg y de un vino joven)

Para fundamentar su tesis, el doctor Pastor comentó que "hace unos pocos años, en 2020, se hizo un estudio en el King's College London en el que 916 mujeres gemelas (se utilizó la base de datos de gemelos para evitar muchos confundidores de la genética) tomaron distintas bebidas alcohólicas para ver cuál de todas generaba los mejores efectos sobre la microbiota intestinal. Y de todas (vinos blancos, espumantes, sidra, cerveza y vino tinto), la única que produjo un aumento de la diversidad bacteriana fue el vino tinto, beneficio que como dijimos se atribuye principalmente a la altísima concentración de polifenoles".

Acerca de la cantidad recomendada para generar ese efecto y no pasarnos al terreno del exceso, el médico indicó: "Hay un concepto de la biología en general que lo describió primero Hipócrates con relación a la moderación y luego Paracelso al decir "todo es veneno, solo es cuestión de dosis", por el cual cualquier cosa que uno tome o coma en exceso, se puede convertir en un alimento o en un veneno. Cada persona sabe realmente cuáles son sus límites, pero lo que está estudiado en forma general es que una copa de 250 centímetros cúbicos es lo que se recomienda en el caso del varón; para la mujer es la mitad, porque su tolerancia al alcohol es menor. De todos modos, no podemos dejar de mencionar que a veces la forma de metabolización el alcohol es distinta para cada uno".

Y marcó una condición fundamental que deben tener los vinos para conservar la potencia de sus polifenoles: la juventud. "Los vinos que se supone son más caros son los que tienen un añejamiento en barrica de más de 12 meses. Pero lamentablemente ese añejamiento hace envejecer también a los polifenoles y esa micro oxidación que sufren les hace perder características beneficiosas para la salud. Por lo que el vino óptimo es hasta dos años después de la cosecha".

¿Y los blancos?: "Los vinos blancos tienen 10 veces menos polifenoles que los tintos. Si tenemos entre 2 y 4 gramos de polifenoles en los tintos, en los blancos encontramos entre 200 y 400 miligramos. Esto quiere decir que los efectos sobre la microbiota de los vinos blancos serían los mismos, pero un grado diez veces menor".

Un tinto noble

"En este estudio de las gemelas de Inglaterra, también se descubrió una fuerte asociación del vino con el índice de masa corporal: es decir, las personas que estaban culturalmente acostumbradas a tomar vino en las comidas, tenían una mejor configuración de masa muscular: tenían más músculo y menos grasa. Esto se explica porque los polifenoles, especialmente el resveratrol que está presente en el vino tinto, bloquean la absorción de glucosa. Ahí hay otro beneficios", reveló Pastor.

Y concluyó: "La idea de que el vino hace hace bien es milenaria, lo que pasa es que hoy existen mayores posibilidades de conocer más los beneficios que produce, en especial con respecto a las emociones, estrés, depresión y ansiedad. Por suerte estamos entrando en una era de investigaciones mucho más detalladas con respecto a los beneficios que otorga no solamente el vino, sino cualquier matriz nutricional".