Rosario fue pionera en 2008 en aprobar la ordenanza de Basura Cero que reducía la cantidad de residuos que podían depositarse bajo tierra de forma progresiva hasta llegar al (por entonces lejano) 2020 sin esa práctica. Pero esa cuenta regresiva se agotó y las toneladas de residuos crecieron en lugar de disminuir. Hubo algunos esfuerzos y políticas realizadas que no alcanzaron. Sin nuevas metas aprobadas, la Municipalidad propuso un nuevo esquema que estira aquellas metas hasta (el lejanísimo) 2040.
En cambio, las organizaciones ambientales junto a cartoneros y recicladores rechazaron esa dilación a contramano con las exigencias que plantea el mundo por el cambio climático. Propusieron esta semana un plan hasta 2030 que sea “realmente transformador” y no solo patear el problema hacia un futuro difuso. Los datos y claves de ese planteo.
Radiografía de un plan incumplido
Un grupo de casi 20 organizaciones, entre ecologistas, cartoneros y recicladores, presentaron esta semana en el Concejo un proyecto para “redefinir las metas de reducción del enterramiento de modo de llegar al año 2030 sin enterrar materiales recuperables, lo cual está en línea con la ley 13.055 de Basura Cero que establece este horizonte para toda la provincia”.
Las agrupaciones marcaron el contrasentido que la gestión de Pablo Javkin proponga llevar las metas hasta 2040 “incumpliendo con la ley provincial impulsada, paradójicamente, por el actual intendente”.
“La ordenanza planteaba reducir para 2017 en un 50% la cantidad de toneladas respecto al valor registrado en 2006, y para 2020 prohibía enterrar residuos que sean recuperables (compostables o reciclables), que son entre un 70% y un 80% de los residuos que producimos. Lo que ocurrió es que los residuos enterrados aumentaron en estos años. Por ejemplo en 2006, año tomado como base, se enterraron 250.945 toneladas en Ricardone, mientras que en 2020 esta cifra aumentó a 286.035 toneladas”, aseguró Mirko Moskat, referente del Taller Ecologista, a Rosario3.
Desde 2012, cuando la ciudad llegó a enterrar un pico de 304.939 toneladas de residuos, el nivel se mantuvo e incluso se redujo un poco pero muy lejos de los objetivos. Un gráfico sencillo contrasta la línea de reducción imaginada en rojo y la curva de lo que ocurrió en azul.
Soluciones de fondo y nuevas metas
En su iniciativa, las organizaciones recuerdan que “Rosario tiene pendiente un debate serio sobre su sistema de gestión de residuos” y plantean “soluciones de fondo”y “un nuevo cronograma de metas y propuestas".
El objetivo final es llegar al 2030 con la prohibición del enterramiento de materiales recuperables, tal como la ordenanza vigente establecía para 2020. Además, propone metas intermedias: un 15% de reducción para 2023, 25% para 2025 y 50% para 2028.
“Más allá de la discusión cuantitativa, lo que se apruebe debe ser algo realmente transformador, que reoriente el sistema de gestión de residuos hacia otro lado”, aclaró Moskat.
El coordinador del área de residuos del Taller Ecologista señaló que el proyecto buscar “cambiar la forma en que se busca reducir la disposición final de residuos” y no diluir las metas en “indicadores complementarios más difíciles de medir”.
Reclamó que el oficialismo local propone “tirar demasiado la pelota para adelante, 20 años más, mientras que la crisis ambiental obliga a tener resultados más rápidos”. En ese sentido, citó el último informe de los expertos de la ONU (el IPCC) que advirtió: solo quedan 10 años para actuar antes de llegar a riesgos de desastres "sin precedentes" e "irreversibles" para la humanidad.
Puerta a puerta
En resumen, los ambientalistas reprochan el sistema basado en contenedores que no contribuye a la separación en origen. “No funciona bien porque es difícil de monitorear, es anónima y no tenés manera de manejarlo. Si no separa bien de origen eso afecta lo que otras personas puedan hacer de forma correcta. La falla está en el sistema en sí, es estructural”, diagnosticó.
Moskat explicó las distintas estrategias que idearon según la zona. En los barrios piden avanzar con un esquema de “puerta a puerta”. Cada día, las familias deben sacar un tipo de basura distinta: orgánicos, reciclables y no recuperables. Y ponerla en canastos de altura (similar al programa de Barrios Verdes que ya existe en algunas zonas). “Eso permite un mejor control e individualizar el residuo que cada vecino saca”, aclaró.
En el centro, donde hay más edificios y densidad de población, la alternativa es montar una dinámica de separación dentro de cada edificio. En lugar de canastos en altura se avanzaría hacia cestos más grandes y cerrados sobre la vereda.
Descentralizar
Ese modelo de separación en origen y recolección se articula con cartoneros y recicladores. “Planteamos una cogestión con cooperativas de manera gradual para que se incorporen a la gestión formal de residuos”, planteó Moskat. Eso mejoraría además las condiciones de trabajo de esos colectivos.
Ese punto coincide y se puede complementar con otro proyecto presentado por Ciudad Futura este año. Todo está (debería estar) bajo estudio de las comisiones del Concejo pero por ahora el tema no avanzó.
La otra pata clave es la “descentralización” del sistema porque la mayoría de la inversión y los esfuerzos de tratamiento de residuos están en Bella Vista. “Pensamos en estaciones de menor escala en otras parte de la ciudad, con plantes de compostaje y espacios de educación ambiental”, agregó el integrante del Taller Ecologista, con décadas de experiencia en el tema.
Plásticos y el problema de las toallitas y pañales
En Rosario, según el último estudio de caracterización que hizo la Municipalidad, casi el 16% en peso de los residuos llevados al relleno sanitario de Ricardone son plásticos, uno de los mayores problemas de contaminación a nivel local y global.
La ciudad esconde bajo tierra un promedio de 45 mil toneladas de plástico. Solo un 10 por ciento se recicla.
Poco más de la mitad, el 51%, representan los residuos orgánicos (que son compostables). Papel y cartón es otro 15%. Después, hay porcentajes más bajos de otros materiales potencialmente reciclables como metales y vidrio.
Entre los residuos no reciclables el ítem más importante refiere a “pañales y apósitos femeninos”: 6,35%. Esa división por categorías que refleja el gráfico marca lo que se entierra pero es similar a lo que sale de las casas de los rosarinos. Eso es lo que, pese a los esfuerzos, no ha logrado modificarse en estos 13 años con el incumplido plan de Basura Cero.