En julio de este año 2023 comenzará a instalarse en Buenos Aires un equipo de Protonterapia único en Latinoamérica destinado al tratamiento de personas con cáncer. Está indicado a tumores de difícil acceso y a pacientes pediátricos y abre una expectativa importante en relación con la reducción de los efectos secundarios de la radioterapia convencional que se usa para tratar a pacientes con cáncer.
Radioterapia y protonterapia
“La radioterapia es una de las principales herramientas contra el cáncer, porque sirve para destruir las células malignas, pero a su paso, la energía de esta radiación ionizante también afecta a las células sanas. Afortunadamente, existe la protonterapia, una forma más avanzada de radioterapia que minimiza el daño”, explicó Gustavo Santa Cruz, gerente del área de Medicina Nuclear y Radioterapia de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y director técnico y científico del proyecto, en diálogo con el programa A la Vuelta (Radio 2).
La diferencia con la radioterapia convencional es que los haces de protones pueden dirigirse con precisión milimétrica y recién liberan su energía máxima en el tumor. Después se frenan. Los efectos secundarios sobre los tejidos sanos se reducen y por eso esta técnica está indicada para tratar tumores sólidos de difícil acceso o cáncer pediátrico.
Dónde estará ubicado el Centro Argentino de Protonterapia (CeArP)
El sitio donde será emplazado el equipo está ubicado en la Ciudad de Buenos Aires. Las instalaciones se están construyendo en avenida Nazca y San Martín, frente al Instituto de Oncología Ángel H. Roffo y junto a la Fundación Centro de Diagnóstico Nuclear.
“Es un proyecto conjunto entre la Comisión Nacional de Energía Atómica, la Universidad de Buenos Aires y la empresa estatal Invap (Investigación Aplicada), con la colaboración del Hospital de Pediatría Juan P. Garrahan y va a ser el primero en su tipo de América Latina. En julio empieza la instalación del equipo que generará los haces de protones.
Los detalles del equipo de origen europeo
El corazón del CeArP es un ciclotrón modelo C230, del sistema Proteus Plus®, que pesa 230 toneladas. Es un acelerador circular de partículas que produce haces de protones. Esos haces serán conducidos con precisión milimétrica hasta los pacientes a través de dos gantries o portales, que a su vez pesan 110 toneladas cada uno y que se ubicarán en dos salas de tratamiento. También habrá un sector dedicado a investigación y desarrollo, el LAIDEP (Laboratorio de Investigación y Desarrollo en Protonterapia).
El centro contará también con un sector para radioterapia con rayos X de altas energías o fotones y que ya tiene un avance de obra del 95%.
Estos equipos fueron adquiridos a la empresa belga IBA (Ion Beam Applications). De acuerdo a Invap, comenzarán a instalarlos en julio de este año y la tarea requerirá alrededor de 22 meses. Ya se construyó la cámara donde los ubicarán, que tiene paredes de hormigón de hasta 4,5 metros de ancho. El avance de obra de esta parte del edificio es del 77%.
El centro contará también con un sector para radioterapia con rayos X de altas energías o fotones y que ya tiene un avance de obra del 95%. Para este servicio se está instalando un acelerador lineal Versa HD, que trabaja a velocidades superiores a los equipos convencionales, lo que permite brindar atención a un mayor número de pacientes. También se compró un acelerador lineal para radiocirugía que tiene un brazo robótico que se mueve en todas las direcciones e irradia mientras visualiza el tumor a través de imágenes radiográficas en tiempo real.
Además, ya están siendo instalados dos equipos de imágenes, fundamentales para planificar el tratamiento y seguir su evolución: un resonador magnético y un tomógrafo de energía dual.
Menos toxicidad, menos efectos adversos
La protonterapia es un tipo de radioterapia con haces externos de radiación. En la convencional, con fotones, la energía de la radiación ionizante no se frena y va afectando las células del tejido que recorre. “Con la radioterapia de protones, que son partículas subatómicas de carga positiva, se apunta desde diferentes direcciones al blanco tumoral. La curva de energía es invertida, porque al principio es menor y se deposita menos en las estructuras sanas. Después, la dosis entregada va en aumento y se produce lo que se conoce como pico de Bragg, al cabo del cual los protones se frenan por completo. Como se puede regular la profundidad donde se alcanza ese pico, se aplica un depósito de energía más alto y mucho más localizado en el tumor a tratar”, explica Gustavo Santa Cruz.
“El protón tiene casi 2000 veces más masa que el electrón y rompe estructuras moleculares, como el ADN. Por eso es muy eficiente para destruir las células tumorales”, agrega Santa Cruz.
El ciclotrón puede producir un haz de protones de 230 mega-electrón voltios (MeV) que penetra 32 centímetros en agua. Pero también se lo puede regular, por ejemplo, para que el haz tenga una energía de 70 MeV y se adentre exactamente cuatro centímetros. De esta forma, es posible enviar distintos haces para irradiar el tumor en diferentes puntos, para que reciba la dosis prescrita por el médico con una precisión milimétrica.
Por estas características, la radioterapia con protones tiene menos toxicidad y menos efectos adversos, mejorando así la calidad de vida del paciente. Está indicada para el tratamiento del cáncer pediátrico, tumores del sistema nervioso central, tumores avanzados ubicados en la cabeza o el cuello cuando no son operables o tumores en zonas complicadas como la base del cráneo, entre otros.
Cómo funciona el ciclotrón
El ciclotrón produce el haz de protones a partir de hidrógeno de máxima pureza. Este gas está conformado por núcleos de protones unidos a electrones. Al someter al átomo de hidrógeno a una fuente de ionización, pierde el electrón y queda el protón, que es acelerado en el ciclotrón con un campo eléctrico alterno hasta llegar a dos tercios de la velocidad de la luz.
Sólo en la Argentina, el número potencial de pacientes candidatos a este tratamiento asciende a 5.200 por año.
Después, los protones llegan a un degradador, para reducir la energía hasta el valor requerido. Finalmente, se usan un colimador, rendijas y electroimanes para obtener un haz de protones con la energía apropiada. La tasa de dosis en el tumor es de 2 Gy (Grays) por minuto, entregándose fracciones desde 2 Gy hasta 8 Gy según el protocolo, además del tiempo de preparación del paciente para el tratamiento, que suele ser de alrededor de media hora.
El paciente está en una silla robótica que lo mueve para ubicarlo en la posición necesaria. Con los días, a medida que avanza el tratamiento el volumen del tumor se va reduciendo, por lo que cambia el blanco que hay que irradiar y es necesario ajustar la dosimetría.
“Hacer un centro de protonterapia es tan complejo como construir un reactor nuclear. Son instalaciones consideradas Clase 1”. La otra pata de este proyecto es formar un equipo de 12 a 15 personas que serán enviadas a formarse en países como España, Italia y los Estados Unidos, donde existen centros de protonterapia de características similares. En total hay 111 de estos centros en todo el mundo, pero el de Argentina será el primero de Latinoamérica.
Se estima que 120 pacientes por millón de habitantes por año se podrían beneficiar con la protonterapia. Sólo en la Argentina, el número potencial de pacientes candidatos a este tratamiento asciende a 5.200 por año.
Cada sala puede tratar como máximo a 300 pacientes por año, así que serían necesarias más de dieciséis para atenderlos a todos. Solamente en Brasil hay 25.000 pacientes por año que se beneficiarían de la protonterapia y en toda Sudamérica, más de 50.000.