La cocina es chica pero los alumnos de cuarto año de la escuela Nuestra Señora del Luján de Pérez se las ingenian para ir y venir. Unos hierven la mezcla de agua con maizena hasta que se hace una pasta que después amasan con aserrín de fibrofácil. Otros cuentan las 150 gotitas de aceite de citronella para agregar al agua y alcohol. Un grupo corta tiras de cartón de 15 centímetros por 3. Son el alma del proyecto “Aplastando el dengue”, que fue seleccionado y financiado por un Fondo de Bloomberg Philanthropies para “fomentar a los jóvenes en la promoción de soluciones climáticas”. 

Agustina tiene 17 años y es la titular y vocera de la iniciativa. Explica paso a paso con los ojos grandes y abiertos las distintas formas de producir el “repelente orgánico y artesanal” que repartirán en los barrios más pobres de la localidad al oeste de Rosario.

“Es un trabajo en equipo que lo hacemos con mucho compromiso y orgullo. Tiene una doble finalidad. Es solidario porque lo vamos a llevar a personas de bajos recursos y también es bueno para el medio ambiente porque no está hecho con químicos sino con productos naturales”, afirma la adolescente.

Alan Monzón/Rosario3

Berenise y Camila se suman. “Nos copó el proyecto porque entre el calor y la humedad hay cada vez más mosquitos y dengue, y esta es una forma de ayudar entre todos”, dice una de ellas y la otra completa: “Además está todo muy caro, sale por lo menos 5.000 pesos un Off y mucha gente no lo puede comprar”.

El epicentro de la producción es la pequeña cocina que está frente a la dirección de la secundaria. En el pasillo, se secan las más de 50 barras de repelente, lo último fabricado. Están sobre bandejas del horno, las parrillas de la heladera, en platos y hasta en una improvisada tapa de inodoro. Todo sirve para aumentar la producción y cumplir el objetivo de empezar a repartir el “kit” en noviembre, en el barrio Fachinal, antes de que el aedes aegypti transmita la enfermedad del dengue.

También trabajan Axel, Ludmila, Jazmín, Fabricio, Gonzalo y Nicolás. A veces de a ratos entre materia y materia, a veces le dedican la mañana completa. “Es sorprendente la predisposición de todos. Es algo que hacemos en equipo porque uno empieza a revolver la mezcla y después sigue otro. Y nos gusta, nos reímos también”, destaca Agustina y cuenta: “El otro día tuvimos la Expo de las secundarias y había muchos chicos que se acercaron a ver lo que hacemos, les encantó la idea porque ellos también lo pueden hacer”.

Alan Monzón/Rosario3

Las barras funcionan como sahumerios anchos para prender en ambientes. A la mezcla de agua, maizena y aserrín se le añade un pincelado de aceite de citronella.

Las tabletas son tiras de cartón sumergidas en otro preparado y se pueden cortar (hasta en cinco partes). Se usan en los aparatos eléctricos que activan las tabletas de las marcas tradicionales o bien prenderlas con fuego (el efecto es más intenso pero, obvio, dura menos).

En cambio, el repelente líquido (en envases de 100 mililitros) está pensado para para rociar en el cuerpo y por eso no contiene aceite sino esencia de citronella (que es de los productos más caros: sale 100 mil pesos el litro). 

Alan Monzón/Rosario3

Esa emulsión se prepara además con agua, alcohol, eucalipto y unos ingredientes “secretos”, dice Agustina con cierto misterio. La receta no es de ellos sino de otra escuela que forma parte del Club de Ciencias y que está en Las Petacas. Pérez es la cuarta experiencia que se suma a esos pioneros. Por eso, en las etiquetas de las barras, las tabletas y la emulsión se agrega el número romano IV. Por ejemplo, la “Barra para Mosquito” tiene la faja de “BMP IV”, diseñada en Las Petacas y fabricada en Pérez.

El secreto del preparado no es develado a Rosario3 pero los alumnos aclaran que son todos productos naturales, orgánicos y se hace de forma artesanal, a contramano con las variantes industriales que son más caras y con químicos contaminantes.

La producción y los apoyos

 

“Aplastando mosquitos” es uno de los proyectos seleccionados en Pérez por el Fondo de Acción Juvenil de Bloomberg Philanthropies. El grupo de alumnos de la escuela Nuestra Señora del Luján propuso la “elaboración de tabletas y emulsiones repelentes orgánicos para los mosquitos” con el objetivo de “encontrar una forma económica y amigable con el ambiente para proteger a la ciudadanía del potencial flagelo del dengue”. 

La “producción pretendida” inicial fue de 250 envases de repelente líquido y más de 2.000 tabletas (pueden usarse como espiral). Ya terminaron 471 tiras de cartón que rinden cinco tabletas cada una. Y, además de los envases, sumaron la opción de las barras tipo sahumerio que no estaban en la iniciativa premiada.

Alan Monzón/Rosario3

La directora Mariana Ranea afirma que la idea la tomó de una colega de Las Petacas que hizo un desarrollo similar. El apoyo de Bloomberg y de la Municipalidad de Pérez, por más de un millón de pesos, le permitió a la institución comprar una cocina (necesaria para los preparados), todos los insumos (hojas, aceites y esencias de citronela, neem, lavanda, eucaliptus y otros) y una impresora (usada) para las etiquetas propias. 

“Después de comprar las cosas empezamos con los ensayos”, explica y sigue: ”Nosotros tenemos un Club de Ciencias que se llama La Hormiga Atómica con unos 20 chicos de la secundaria pero este trabajo lo hacen los alumnos de cuarto año. La idea es repartir lo producido en noviembre por el barrio Fachinal pero nos gustaría poder continuar porque los chicos están entusiasmados y además nos pidieron repelentes desde otras instituciones”.

Alan Monzón/Rosario3