Recorrer el mundo es un sueño de muchas personas, pero pocos pueden o se animan a realizarlo. El miedo es la principal causa para no intentarlo. A lo desconocido, a los aspectos económicos, a la incertidumbre. Miedo a no tener el control. Otros sí se animan, y hasta duplican la apuesta. Viajar de manera no convencional. Eso hace Favio Giorgio, un rosarino de 54 años que un día decidió subirse a una bicicleta y cambiar su destino.
El comienzo de esta forma de vida fue en diciembre de 1999. Junto a su amigo Marcelo Lezcano decidieron dar el primer paso. Partieron en bicicleta a recorrer Latinoamérica. Llegaron hasta México, rodando 16 mil kilómetros. Y ese primer recorrido produjo el quiebre. “Luego de ese viaje y con la experiencia de haberlo hecho en bicicleta, pensamos en lo máximo a lo que puede aspirar un ciclista, que es dar la vuelta al mundo. Entre la planificación y el tema económico, con el ahorro de dinero y organizar cosas para juntarlo, este proceso nos llevó 13 años”, dice en charla con Rosario3.
Sostiene que la idea de viajar nació porque “en un principio era esa cosa de niño explorador, aventurero, de conocer el mundo, otras culturas, personas, lugares, y cuando se empieza a viajar, todo eso comienza a fluir”.
Así, en enero del 2015, comenzaron su recorrido por el planeta. El primer lugar fue África, uno de los continentes más enigmáticos para nuestra cultura. Favio y Marcelo iniciaron el viaje en Marruecos, surcando toda la costa oeste, pasando por Mauritania, Sierra Leona, Mali y Gambia, entre otros.
Hasta que llegaron a Angola. Una vez en Luanda, la capital angoleña, Lezcano decidió volverse. Giorgio siguió. “Compartimos un año de viaje y fue distinto hacerlo sin él. Era la primera vez que lo hacía solo. Y estoy muy feliz con hacer este tipo de viajes”, afirma el rosarino, que sostiene que el viajar en soledad, no es estar solo: “Hay gente que te acompaña a la distancia y también uno va creando vínculos en las paradas que hacemos en los distintos lugares, y eso es parte de la esencia de este viaje: estar con gente, compartir, hacer infinidad de amigos. Además, creo en Dios, y eso me hace sentir muy acompañado”.
Luego del trayecto africano, y tras algunos años transitando las rutas y caminos de Europa, cruzó a Asia a través de Turquía. Ya en la India, el 22 de marzo llegó a Khajuraho, lugar al que llegó luego de pedalear 180 kilómetros en una jornada, ya que ese día comenzaba una prueba de confinamiento por el covid-19. Pero la incertidumbre por esta pandemia lo obligó a repensar el futuro de su viaje. Luego de más de cinco años y solo ocho países por recorrer para finalizar el continente asiático, Giorgio no sabe si podrá finalizar el viaje.
-¿Cómo estás pasando la situación del covid en India? ¿Afectó algo en tu viaje?
-Estoy confinado desde el 22 de marzo. Lo bueno es que desde que comenzó, en Khajurho hubo solo 17 casos, pero el resto de India está mal, con cuatro millones de infectados y cada día hay 90 mil más. Es todo muy preocupante, sobre todo en ciudades grandes, como Nueva Delhi o Bombay.
-Más allá de la incertidumbre por la pandemia, ¿Cuáles son tus planes del viaje para el futuro?
-Estoy bien acá, pero afectó bastante al viaje porque lo tuve que parar por completo. Estuve trabajando por unos días como mano de obra en una ONG, y conseguí un trabajo por internet para hacer unas cosas. Por las medidas económicas y cambiarias (de Argentina) estoy bastante mal con el tema económico, y como esto va para largo, será complicado continuar. Y es una tristeza porque estoy a 14 mil kilómetros de Singapur, que sería el último destino en Asia, y terminaría la vuelta al mundo en Australia, pero me estoy planteando hacer un paréntesis e irme a trabajar a Europa por un tiempo. Tengo doble nacionalidad y en estos días voy a ver qué resuelvo. Tengo amigos y amigas en España y les voy a escribir para ver qué posibilidades hay de alojamiento y trabajo.
- A lo largo del viaje ¿tuviste alguna situación difícil?
-Tuve bastantes situaciones, como las caídas de la bicicleta, pero las más difíciles son las enfermedades, y más que nada cuando viajas solo. Durante el viaje por Latinoamérica me enfermé dos veces de malaria, y en esta vuelta al mundo, en África, la tuve otras dos veces. Pero siempre hay un ángel que te ayuda.
-Sos hincha de Central ¿Seguís la actualidad del club?
-El Canalla va siempre conmigo, es más, viajo con una camiseta, con la que me saco fotos. Me hicieron una nota en la sede del club antes de empezar este viaje y aunque no se pudo reanudar el torneo, el Canalla está siempre en el corazón.
-¿Qué cosas se extrañan estando tanto tiempo afuera?
-El día a día con los amigos. La suerte que tenemos es que con internet estamos más conectados pero faltan esas reuniones, se extraña mucho, pero hay que mirar lo positivo; uno eligió esta forma de vida, que te da mucho, pero también te saca bastante.