Una mamá conduce con la mirada atenta al tránsito, pero llega a escuchar las voces de su hijo y sus amigos desde la parte trasera del auto. “Prestáme 300 pesos para comprar fichas”, dice uno de ellos. Tienen 14 años y apuestan dinero a través de distintas alternativas digitales. Aunque es una práctica prohibida para menores de 18 años, consiguen sortear esas vallas legales a través de diversos tipos de engaños. Se trata de una especie de moda, una práctica extendida en Rosario al igual que en muchas ciudades del país, que los pibes se van copiando entre ellos, algo así como “lo hago porque lo hacen los demás”, de acuerdo al relato de algunos de ellos, agarrados con las manos en la masa por sus padres o bien, por directivos escolares.

“Jugué y gané 5 mil pesos”. “Apostó y perdió todo”. “Con mil pesos arranco con mil fichas”. A esta altura del viaje, esta mamá no puede ocultar su sorpresa. Cuando los amigos bajan en sus respectivas casas y el auto queda casi vacío, aprovecha la intimidad y encara al hijo, quien le asegura que él no juega pero que muchos de sus amigos sí. La apuesta on line es un juego más del recreo en la escuela, incluso los chicos se estimulan entre ellos, se aconsejan y se cargan si la suerte pasa de largo.

La suerte está echada

El juego virtual entre los jóvenes se ha consolidado en Argentina en los últimos años, especialmente, las apuestas deportivas muy promocionadas en camisetas de fútbol, en programas televisivos y redes sociales, en consonancia con la prohibición de su publicidad en España. Los menores de edad no pueden acceder a estas plataformas, tampoco a los casinos digitales. Sin embargo, lo logran a través de la falsificación de datos, uso de tarjetas de sus padres o bien, jugando a través de otras personas mayores de edad que intermedian entre los niños y niñas y las empresas, que pueden ser oficiales o clandestinas. En este último caso, el acceso se facilita ampliamente.

Una de las tantas ofertas de juego en redes sociales.

Especialista en adicciones, el médico psiquiatra Juan Pedro Sapene, conoce de cerca la problemática a partir de sus pacientes. “Apostar hoy está muy extendido, no solamente entre pacientes adultos, sino entre adolescentes que bajan las aplicaciones y mienten en cuanto a la edad de nacimiento”, señaló en contacto con Rosario3 y amplió en este sentido: “Para jugar tienen que hacer una transacción de dinero, en general lo hacen con la cuenta de Mercado Pago o bien, hay una red de personas que bajan la aplicación, tienen una cuenta y la comparten con los potenciales jugadores y si ganás te pagan”.

La psicóloga María Juliana Bottaini, de la Red de Ludopatía de Rosario, también confirmó la tendencia: adolescentes, niños y niñas, que apuestan dinero en página deportivas o bien, entregan su dinero a “gente que se dedica a cargar crédito, cuestiones bastante clandestinas”. “La problemática se incrementa porque no es que el chico va al casino, sino que el casino está en casa. Y es muy preocupante en esta edad porque está un momento de transición entre dejar la niñez y entrar en el mundo adulto”, explicó.

(https://www.el1digital.com.ar)

Sálvese quien pueda

Los adolescentes acceden a ruletas virtuales desde sus teléfonos celulares. El incremento de esta conducta obedece a múltiples causas. Para Bottaini, el fenómeno es “epocal”, se vincula a un cambio en la estructura de lo lúdico y tiene relación con la proliferación de la tecnología asociada a la comunicación: la hiperconectividad, intensificada durante la pandemia de coronavirus.

“Los chiquitos o los adolescentes, así como antes tenían acceso a grandes cantidades de horas a la Nintendo Wii o a la Playstation, ahora tienen acceso a jugar online o apostar online con las características propias. No solamente juegan algunos juegos que necesitan mínimamente de algo de habilidad, sino que además tienen el refuerzo de que pueden ganar dinero”, destacó Sapene.

La crisis económica actual también es tierra fértil para este tipo de comportamientos, ya que la apuesta es vista como una posibilidad fácil de hacerse de dinero, pura lógica capitalista imperante. “Hay una disposición en cada sujeto que determina la adicción, que puede tener que ver con la historia de vida, pero escuchamos muchas veces en el consultorio «Me quiero salvar, juego y me salvo». Y nunca se salvan -destacó la psicóloga -porque hay algo que se te activa, hay una problemática ahí con el ganar y el perder, y siguen jugando hasta que después, lo que ganaron, lo perdieron. Entonces sí lo económico aparece con esta idea mágica infantil y fantasiosa de que con esto me salvo y realmente no hay soluciones mágicas en nada, todo se logra con trabajo propio, también del propio inconsciente, de saber qué se quiere y cómo se quiere vivir”, observó en cuanto a las razones que originan esta conducta.

La lógica encerrada en estos juegos es otro de los “enganches”. De acuerdo al director médico de un centro de día de tratamiento de adicciones Evolución, los juegos en línea “enmascaran el algoritmo azaroso, haciéndole creer al participante que tiene cierta habilidad para jugar. Tienen un maquillaje que le hace creer al jugador, en este caso un niño, niña o adolescente que tiene capacidad funcional para jugar. En el fondo son juegos de azar asociados a un algoritmo, no importa demasiado la apuesta que hagas o el nivel de habilidad que tengas”, advirtió.

(El Universo)

Alto impacto

“Me sentí como debió haberse sentido Jesucristo caminando sobre las aguas. Exactamente, igual que él. Al caminar sobre las aguas, probó que era hijo de Dios. Pero reinó sobre sus leyes. Por lo tanto obró contra Dios. Él era Dios también, pero yo no era más que Sergio Escalante, abogado” (Cicatrices, Juan José Saer, del capítulo que relata la vida de un apostador).

Los especialistas consultados coinciden en que la mayoría de los adolescentes que apuestan son varones. Según Sapene, “en general son más impulsivos, tienen más dificultades para poder evaluar los riesgos de lo que hacen y las consecuencias de sus actos. O sea, tienen más dificultades para ponerse en el lugar del otro y también de entender su propia situación”.

¿Cuán distante está la adicción por el juego de esta tendencia que gana adeptos entre los jóvenes? Sapene consideró que hay riesgo de que esta conducta se convierta en ludopatía. “Son juegos en los que la persona juega compulsivamente. Empieza a jugar y le cuesta mucho trabajo detenerse. Y hay cierta tolerancia, así como cuando uno consume alcohol o drogas se necesita una determinada cantidad para sentir algo, con el juego pasa lo mismo, la persona que juega cada vez trata de usar más fichas, más dinero o más recursos para obtener el mismo “high”, la misma sensación de activación que le produce el juego”, indicó.

“Las ludopatías se combinan mucho con otro tipo de adicciones- destacó Bottaini-, el tipo que va al casino generalmente se tiene que mantener despierto y suele drogarse o tomar alcohol. Lo que pasa es que la ludopatía es una adicción sin sustancia que a veces se confunde con que es voluntario, se subestima al ludópata y se piensa que es alguien que está haciendo esto propósito, que lo puede cambiar cuando es una conducta que tiene raíces inconscientes", manifestó.

Cuando esta adicción se presenta en la adolescencia es “peligroso”. La integrante de la Red de Ludopatía de Rosario, explicó que se produce en el chico “una evitación de su vida real”. En este sentido, amplió: “Hay chicos que se olvidan de ir al baño, de bañarse, no quieren comer por estar atrapados. Evitan la escuela, el contacto con amigos, evitan preguntarse por cuestiones sexuales y existenciales, las preguntas que nos hacemos en algún momento de la vida”.

(altoquedeportes.com.ar)

Qué hacer: familia, escuela y Estado

Es frecuente que mamás, padres o adultos responsables desconozcan que sus hijos juegan en línea. Muchas veces descubren algún movimiento extraño en sus tarjetas y así, la situación sale a la luz. También existe cierta subestimación de esta conducta, una dificultad en reconocer que puede irse de las manos. Es por eso que los profesionales aconsejan a los familiares ordenar el tiempo en que los chicos pasan jugando conectados.

“Los padres o los las personas que se ocupan del desarrollo de la crianza de cualquiera adolescente son los que tienen que indicarles las horas de juego. No es algo responsable dejar jugar online o apostar, y los padres pueden comportarse como amables déspotas dentro de la casa indicándole a sus hijos lo que tienen que hacer”, apuntó.

Bottaini consideró que existen “responsabilidades compartidas, no solamente el Estado debe promover acciones para evitar esto, las instituciones escolares también y la institución familiar. Estamos en una época en la que los padres, por diferentes motivos, están en sus cosas o laburando con sus propios celulares. Entonces es más fácil callar al chico con unos pesos para que para que juegue o para que esté con el celular en lugar de ponerse a charlar, llevarlo a un parque o ponerse a jugar con otras cosas”, lamentó.

Desde el Sindicato Argentino de Docentes Privados (Sadop), su secretario general Marín Lucero, analizó: “La problemática no es nueva, hay que sacar ese velo. Es una situación que se da hace muchos años, incluso durante la infancia nuestra. Jugar a las bolitas y apostar, juntar figuritas y apostar, era una costumbre y se hacía en el patio de los colegios. El personal docente tenía que intervenir y administrar cualquier tensión que se produjese ahí”, recordó.

“La irrupción de las nuevas tecnologías y sus juegos salen del marco de la escuela, con competencias y torneos en los que se apuesta on line, pero no solo en deporte que se ven en anuncios publicitarios sino en competencia de video juegos donde hay apuestas y competencias entre adolescentes. Este tipo de situaciones llegan a los colegios, sus repercusiones, pero en general son situaciones que se dan por fuera del ámbito escolar”, aseguró.

Y continuó: “Si hay adolescentes que apuestan on line, lo que implica una serie de operaciones que implican fraguar sus edades, requiere de la atención de la familia. Obviamente que hay marcos, jugar a la bolita no requiere mayor gravedad. Si se entiende como un juego tiene un sentido, pero si se vuelve una adicción y se vuelve ludopatía es otro”.

Fabián Peralta, al frente de la ONG Miradas, apuntó al “ineficiente control estatal”. Según expuso, el Estado es incapaz de impedir el ingreso al casino de personas que se inscriben en el registro de autoexclusión. “Estos de por sí ineficientes controles, se dificultan aún más en el caso de los casinos on line, llegando a los que están radicados en paraísos fiscales donde el control es prácticamente inexistente”, dijo.

“Sí algo garantizaban los casinos físicos era el impedimento a que menores de edad ingresaran al mismo. En la virtualidad ese impedimento no está garantizado. Además, un casino físico, por ejemplo, nos imponía una barrera social, un imaginario social, programas de juegos responsables, una exposición, entre otros aspectos que los casinos on line no nos proporcionan”, añadió.

El especialista en adicciones y ex diputado nacional, puso el foco en los juegos de videos en línea como un acercamiento a estos otros, que permiten apuestas de dinero. “Ahí aparecen las micro transacciones y las “Cajas de botín” que están totalmente normalizadas, por ejemplo, al ser usados por influencers, y no se advierte el posible peligro que esto está acarreando”, alertó.

“Otro punto de contacto es el hecho que, en plataformas, donde se reúnen los Gamer, los casinos on line suelen hacer publicidad y eso ayuda a confundir entretenimiento con juegos de apuestas que, como sabemos, esa diferencia tiene una delgada frontera”, continuó.

Y, sumó el tema de las “Loot Boxes” o “Caja de botín”: “Nos preocupa porque tienen una lógica similar a la de máquinas tragamoneda y, principalmente, porque son niños, niñas y adolescentes muchos de sus usuarios frecuentes con nula regulación. La Comisión de juego del Reino Unido analizó las “Cajas de botín” y detectó que el 93% eran aptas para mayores de 12 años y el 57% para mayores de 7 años. Los videojuegos y sus “Cajas de botín” no están siendo analizados por los estados como corresponde, salvo algunas excepciones como Bélgica”, destacó.

“Desde Miradas consideramos que, particularmente, deberíamos poner el foco en los niños, niñas y adolescentes ya que no cuentan con la información y la madurez para ponerse los propios límites. Es tarea para el Estado informar y generar campañas claras. La desinformación, la desregulación, la informalidad y la naturalización, son un caldo de cultivo que puede traer graves consecuencias”, concluyó.

La ley

En Argentina no existe una ley federal que regule el mercado de apuestas. Cada provincia regula su propio mercado, también las apuestas online. En 2020, el Tribunal de Cuentas, ratificó la autorización del juego online desde el gobierno liderado por Omar Perotti.

En principio, el organismo había emitido una observación en contra de la decisión del Ejecutivo de conceder licencias de juego online al Grupo Boldt Peralada (consorcio conformado entre Boldt S.A. y Grup Peralada) e Inverclub, operadores autorizados de los casinos en Rosario, Ciudad de Santa Fe y Melincué.

Según la autoridad de control legal, “el Ejecutivo debería haber concedido dicho permiso por ley y no por decreto”. Además, determinó que la pandemia había sido utilizada como justificativo para legalizar el juego online, mientras que también se debería haber esperado por la aprobación de la Comisión Bicameral de Seguimiento.

El gobernador envió una solicitud al organismo para que retirase su observación legal sobre el decreto 998 del pasado 21 de setiembre, donde quedaba regulado el juego online, por considerarla “improcedente, extemporánea y viciada de nulidad”.

Finalmente, quedaron ratificadas las autorizaciones al juego en la provincia de Santa Fe.

Datos útiles

Agencia de Prevención de Consumo de Drogas y Tratamiento Integral de las Adicciones (Aprecod) del Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia de Santa Fe 0800-345-5640, todos los días del año, de 8 a 24hs.

Red de Ludopatía de Rosario: 0341 15-619-6578

Programa Permanente de Juego Responsable: 0800-333-0333.

Lotería de Santa Fe,  juego responsable: 0800 345 5640