Cada 3 de junio las mujeres e identidades feminizadas salen a las calles para reclamar entre muchas cosas, políticas públicas que pongan fin a la violencia machista. Violencia que desde aquel primer Ni Una Menos en 2015, se cobró la vida de 2.282 mujeres y disidencias. Este sábado, la ola feminista se hizo escuchar en Rosario.
La convocatoria era a las 13 en Bv. Oroño y el río Paraná. Una horas después las distintas organizaciones se encolumnaron y comenzó la caminata hasta las escalinatas del Parque España, donde había un escenario y una importante feria.
Con un clima veraniego, miles de mujeres emprendieron la procesión violeta por trabajo digno, violencia económica que las deja ancladas en el narcotráfico, paridad de género, feminización de la pobreza, reconocimiento de las tareas de cuidado, educación sexual integral en las escuelas y el cese de los femicidios.
El nuevo recorrido de la marcha contorneó la costa central y unió a docentes con alumnas, a bancarias con periodistas, a amas de casa con mujeres deliverys, al colectivo travesti trans con la campaña por el aborto legal, seguro y gratuito, porque esta fecha permite eso: entablar brazos, fuerzas, voces y reconocer el peso del patriarcado en las distintas generaciones.
Con las escalinatas colmadas, Michelle Varga Lobos, activista travesti trans que llevó adelante la conducción del evento, preguntó “¿dónde está Tehuel? Salió a buscar trabajo y no volvió”. Todas aplaudieron.
“No estamos todas, falta Samanta Aguirre”, mencionó la periodista Almudena Munera y es verdad, la mujer de 42 años oriunda de Timbúes está desaparecida desde hace 22 días cuando dio aviso a su familia que vendría a Rosario, al barrio Echesortu, a visitar un amigo.
Y Virginia Giacosa, también periodista, recordó por micrófono la importancia de viralizar en redes sociales la foto de Aguirre.
Entre las tres leyeron la proclama en la cual se recordó a Chiara Páez, se pidió el fin de los discursos de odio, la unión de las fuerzas para impedir el avance de la derecha, y se apuntó al Estado como responsable de las políticas públicas ausentes o inconclusas y a la Justicia que incumple con la perspectiva de género.
Además, exigieron como cada año la emergencia nacional en violencia hacia las mujeres y la reparación histórica a las compañeras travestis trans víctimas y sobrevivientes de la dictadura.
Adolescentes organizadas, mujeres adultas que fueron solas, madres que empujaron cochecitos, sobrevivientes de intentos de femicidios, representantes políticas, movimientos barriales, infancias que ya se aprendieron los repertorios de Ni Una Menos y gritan cada consigna con sonrisas, todas juntas hicieron de este sábado otra jornada de lucha y resistencia, demostrando que el movimiento sigue de pie y que, a pesar del contexto extremo que viven la ciudad y las mujeres y disidencias, es en el calor de la ola feminista, donde se sienten seguras por un rato.