La tarde del lunes 25 de noviembre, fecha en que las ciudades del mundo conmemoran el Día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, la plaza 25 de Mayo frente a la Municipalidad de Rosario fue epicentro de una nueva concurrencia desde los barrios de decenas de mujeres con sus hijos y cochecitos, adolescentes, diversidades sexuales y pueblos originarios. Centenas se hicieron presente aun sin boleto gratuito y contra un clima inestable que amenazaba con garúa, diferenciando la decisión en la ciudad de Santa Fe, donde se canceló por el clima.
Cada esquina de la plaza fue abultándose de vecinos, activistas y vendedores de glitter a la gorra. Aunque se llenó de pañuelos violetas y se veían mariposas con brillos en los cachetes de los más jóvenes, esta marcha por el 25N fue poco el glitter violeta: nada se celebra este año de recortes desde esferas estatales a la asistencia a las víctimas de violencia de género de los sectores vulnerables.
En el borde de la fuente de la plaza se sentaron unas 15 mujeres y niñas guarecidas del calor a la sombra del árbol, a la espera del comienzo de la marcha. Sobre la plaza hacia calle Córdoba, una batucada marcó ritmo, y las mujeres y disidencias fueron arribando con los carteles: “No hemos abandonado las calles”, “Imposible recuperarse en el mismo ámbito que el violento”, “Ley integral Trans” y “Las violencias matan. No verlas, también”.
Eran poco más de las 16 cuando algo irrumpió una jornada de marcha habitual: un grupo de 20 hombres atravesó la calle Buenos Aires frente a la plaza. Algunos de ellos se persignaron al pasar por la Catedral, y este hecho se percibió como un acontecimiento extraño que enturbió el ambiente familiar y de militancia por unos segundos: agentes de tránsito, efectivos policiales y vecinos detuvieron sus actividades para develar “a qué venía este grupo de varones”. Pero éstos doblaron por el pasaje Juramento hacia el lado del Propileo del Monumento a la Bandera, donde luego se perdieron de vista. Poco después se supo que se trataba de un grupo católico de recuperación de adicciones, y la jornada transcurrió en total armonía por el centro rosarino.
Comandadas por la Asamblea Lesbotransfeminista de Rosario (conformada por cientos de organizaciones académicas, comunitarias, sindicales, y de la diversidad), a las 17.15 comenzaron a salir las columnas de personas desde calle Buenos Aires frente al Municipio hacia la Sede de Gobierno provincial. Doblaron por calle Santa Fe bajo el cántico “con boleto, sin boleto, igual vamos a marchar”.
La Asamblea, con la voz cantante, era acompañada con carteles que rezaban: “No estamos todas. Nos falta Paula (Perassi)”, “Somos la voz de Nadia y de todas las víctimas de femicidio” y “Justicia por Sofía Delgado”. De hecho, fueron muy variados los carteles en reclamo por esta joven sanlorencina de 20 años que fue hallada sin vida en Ricardone luego de dos semanas de reclamos por su desaparición. La comunidad mostró su empatía con la familia de Sofía, tras la imputación de cinco personas que habrían planificado su macabra muerte, y ahora quedan a la espera de un juicio.
Entre las columnas que avanzaban, cada sector detrás del cartel de su referencia, el más convocado fue uno enorme de colores algo gastados: el de las Mujeres de los barrios originarios de Rosario: los vecinos que arribaron ocuparon una cuadra completa.
La decisión de marchar contra la relativización
Desde la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, la referente Lucrecia Aranda precisó a Rosario3 que “la decisión fue marchar y no suspender aunque lloviera, tras el sabor amargo del pasado 8 de marzo que se canceló la marcha en Rosario por los ataques a civiles en la ciudad”.
Aranda fue crítica con los tres niveles del Estado: “Están tomando a los feminismos y las disidencias como su enemigo público, vulnerando a las infancias, con los recortes en insumos de salud como nunca, y con el retroceso en asistencia judicial. Y cada lugar al que se acudía, que ha cerrado, es una red que se desconecta y las comunidades quedan bollando sin lugar adónde recurrir”.
Finalmente, aseguró que “a través del discurso que se difunde, hoy preocupa que desde el Estado se desalienta en la decisión de mujeres de denunciar. Es un desaliento sumado a que se perdió el programa nacional Acompañar y a la ajustada situación económica que viven las mujeres. Percibimos una relativización y negación de que una mujer muere cada 35 horas en el país. El delito de muertes en los hogares solo sucede a las mujeres, sus infancias y las diversidades, que somos las que cuidamos. Están anulando el sentido más básico de la humanidad, del cuidado del otro”.
Más adelante en la marcha, tres mujeres de tres generaciones muy diversas, todas con pecheras, dieron su mirada a la realidad. Gabriela Pereyra, docente en el nivel inicial y de Amsafe, destacó: “Estamos acá porque nos parece que las medidas provinciales, con presentismo y reforma jubilatoria, son violentas. Y a nivel local fue un golpe que se haya quitado el boleto gratuito para que muchas asistieran”.
Julia Ceruti, es una joven docente miembro de Amsafé y CTA, y destacó “los consensos a los que se arribaron desde la Asamblea. Aunque el Gobierno nos da la espalda, las mujeres y disidencias activan y construyen redes, y marchan aún sin boleto, porque la calle y la lucha es lo que tenemos”. Y Norma Reynaldi, una mujer mayor de la Campaña por la Emergencia Nacional en Violencia Contra las Mujeres, recordó: “Es una jornada de lucha internacional en un momento de alta conflictividad en muchos países, y Argentina es uno de ellos. Hace unas semanas fuimos el único país en la ONU que votó contra la prevención de la violencia digital a las mujeres".
A poco de arribar con la marcha a la plaza San Martín para la lectura de cierre, este medio dialogó con Eva Domínguez (tía de la víctima de femicidio Vanesa Celma), activista de Mujeres de Negro, en torno al feroz asesinato de Sofía Delgado en San Lorenzo: “En el caso de Sofía fueron varias etapas en que el Estado la abandonó: en el nivel escolar, el centro de salud no intervinieron con otros hechos de violencia y abuso intra familiar. Hay dos teorías del caso, y esperemos que el fiscal tenga pruebas suficientes para que los cinco imputados tengan condena”.
En la plaza, se encontraba en el tumulto María Eugenia Sarrias, referente de la ONG de identidades lesbo-trans feministas de Rosario "Las Safinas", quien destacó: “El año nos ha golpeado duro a las diversidades, sobre todo cuando tras el triple lesbicidio de Barracas en mayo pasado, no se logró cambiar la carátula para que se reconozca que fueron crímenes de odio.
Las Safinas vivieron ataques de odio en carne propia este año en su sede del pasaje Simeoni en el microcentro rosarino: “Tuvimos un ataque de vecinos este año, con consignas muy fuertes como el deseo de que nos muramos. Con las pruebas que brindaron miembros de la comunidad LGTBIQ, logramos que se detecte a los vecinos y con una sanción pagaron una reparación simbólica que nos pareció poco por la gravedad de sus pintadas. Sentimos que la justicia sigue con falta de perspectiva en la diversidad sexual”.
Sentadas en el cordón de calle Santa Fe frente a Sede de Gobierno, siete mujeres descansaban y se pasaban el mate. Una de ellas apoyaba su cartel en sus piernas, que rezaba “Nadie puede sola”.
A las 18.15 comenzó una lectura de la proclama de la Asamblea en la plaza, mirando hacia la Gobernación frente a una decena de carteles de Coad, Sadop, Causa, La Cámpora, Siprus, Partido Socialista, Partido Obrero, Federación Universitaria Rosario, Municipales, La Bancaria, Ciudad Futura, Frente de Izquierda, Empleados de Comercio, Sindicato de Prensa, Somos, Alde, Nietes, Movimiento Evita, Ate, Cta, y Mala Junta, entre otras entidades que dijeron presente.
“Hoy las mujeres y disidencias volvemos a juntarnos en las calles del mundo entero”, comenzó Lorena Almirón, referente de ATE Rosario. “El hambre es violencia, violencia es no poder elegir qué comer, y defender el comedor de tu barrio para que tus hijos coman. Esto se paga con salud”, continuó una joven, a la cual siguió otra: “Violencia es cartonear y no poder ir a la escuela. La educación es un derecho, no un servicio. Repudiamos el avance del Gobierno sobre los sueldos y jubilaciones con descuentos abusivos”.
Durante el cierre de lectura de la proclama, unas gotas de lluvia refrescaron el ambiente y se descomprimió la pesadez con un cielo encapotado. Mujeres y disidencias hicieron escuchar sus reclamos, y eso es señal de alivio.