“Mi boca no se abre ni se cierra demasiado, así que mastico con la boca abierta y hago ruidos extraños. Una noche mi viejo me dijo: shhh, callate, no hagas ruido mientras comés, y me puse a llorar sobre el plato. No aguanto estar solo ni cinco minutos. Si necesito algo, no puedo moverme y hacerlo. Me importa mucho mi pelo. La kinesióloga dice que soy edición limitada. Mi perro me tiró tantas veces de la silla de ruedas que ya ni se me acerca”, así empieza Formas propias, el primer libro del periodista Matías Fernández Burzaco.
Fernández Burzaco tiene 22 años y una enfermedad rara que genera piel en exceso, llamada fibromatosis hialina juvenil. Sólo hay 65 casos en el mundo y apenas dos en Argentina.
Sus primeros textos como periodista, recuerda la escritora Josefina Licitra, una de las plumas que colaboraron con Fernández Burzaco, “eran sobre otros, en general, deportistas, y tenían las limitaciones propias de la edad –Matías no llegaba a los 20– y de una persona con motricidad muy reducida; y hacían una inmensa contorsión para dejar de lado un elemento central en aquellas historias: las condiciones extremas e inclasificables en las que hacía su tarea”.
“¿Cuándo –se preguntaba Licitra– entendería Matías que él era su propio objeto? ¿Y cuándo estaría en condiciones de hacer el viaje titánico y maduro de mirarse a sí mismo para contarlo después?”.
En el pecho tengo un nódulo que parece una teta. Soy raro, soy deforme, y voy a contar todo
Hasta que el volcán explotó de un día para el otro. Formas propias es el resultado de ese viaje y esa explosión. Es, sobre todo, una investigación periodística de Matías sobre Matías mismo. El resultado es una historia cruda, ácida, graciosa, y tierna que habla de independencia.
El Club de Lectura de Rosario3 habló con Fernández Burzaco, sobre mirarse a sí mismo y sobre cómo lo ven los otros. Sobre "sobrevivir" a la edición de la gran Leila Guerriero y lo nuevo que está haciendo con otra gigante, Mariana Enríquez. Sobre escribir, “friestailear” y leer, claro.
–¿De dónde sale la idea o necesidad de escribir el libro?
Sale de una propuesta muy generosa y amorosa de Marcelo Rodríguez, que hoy está muerto y fue un profe de la facu de Periodismo donde estudio, que me marcó mucho y que me quiso decir una tarde, el último día de la cursada, que siguiera escribiendo crónicas y perfiles de no ficción, pero que escribiera sobre mí, que le metiera con mi cuerpo, con la mirada mía, que la soltara al mundo y que también me pusiera a mirar cómo miran los otros, las otras y que retratara todo lo que estuviera al alcance de mis ojos.
Y creo que eso es lo que hice, además de una investigación periodística. Por eso, siempre en las notas trato de aclarar que no es autoficción, sino que es no ficción, que es periodismo, porque hay una investigación periodística clara, que es dejar de lado a mis padres y poder ir solo al médico, hacerle un montón de preguntas, responderlas y generar otras. Y un millón de inquietudes que creo que se van desarrollando a medida que avanza el libro.
–En un momento decís “No quiero quedar como un ejemplo de vida, ni que pongan «La historia de superación de Matías»”...
No, por favor. La nota de Infobae, que tiene como un millón de visualizaciones en YouTube, la gran mayoría de los comentarios son “Sos inspirador”, “Sos un luchador”, “Sos un ejemplo de vida, un genio, un capo”. Y yo siento que están viendo como un recorte de un recorte de mi vida, algo ínfimo, que la verdad no me representa. Por ejemplo la nota de Infobae tiene un tono medio épico, un piano de fondo que me mete en un terreno que no me genera comodidad y siento que la mejor manera de conocerme es leyendo mi libro.
En el libro trato de no hablar solo de mí, sino que se sientan representados y representadas un montón de personas discapacitadas. Decir “Sos un ejemplo de vida” es como la opción más fácil y es un poco egoísta, es no darle lugar a la conversación o a la curiosidad de saber cómo piensa el otro, qué pasó con su vida, por qué escribió un libro o cómo hace; pero no, la gente es así, y te dice “Sos un ejemplo de vida, un capo”, con una sonrisa muy grande y le parece un lugar común, pero gigantezco del cual trato de alejarme.
De todas maneras, tampoco me quiero ir al extremo de que los comentarios son como una falta de respeto porque se que vienen siempre desde la buena onda, si me dicen que soy un genio o un luchador o un ejemplo, no lo van a decir con malicia, entonces tomo el comentario, pero siento que la otra persona es un poco egoísta por no investigar un poco más y no querer saber quién es el otro y quedarse con la primera impresión. Yo, al menos, trato de no quedarme con la primera impresión de los demás, entonces no me gusta que hagan lo mismo conmigo.
–Hablás de “los” amigos, “los” hermanos, en lugar de “mis” amigos, “mis” hermanos. ¿Fue una decisión estética o tiene que ver con otra cosa?
Sí, el artículo, tiene que ver con que son LOS amigos, son una fuerza de amor aparte, es eso. Ellos son LOS amigos, no son mis amigos, sino que pertenecen a un grupo que maneja una potencia y un amor muy importante y muy fuerte, entonces lo mismo me pasa con los hermanos, que son mis hermanos por supuesto, pero está puesto intencionalmente para querer decir esto.
–Fuera de serie, otra categoría...
Claro, ellos son lo más y representan un montonazo, para mi no hay una palabra que reúna tanto amor como la palabra amigo, por eso le di esa prioridad e hice ese juego de palabras.
–Siguiendo con la utilización de las palabras, rapear también es algo que te gusta mucho y lo lograste trasmitir en el libro.
Me gusta, intento hacer malabares, tirar unos trucos con las palabras, sobre todo en el freestyle que también es como la escritura narrativa, es un poco vertiginosa y es un poco de tener mucha energía de golpe y volcar 20 mil caracteres en una noche.
Me ha pasado así estar muy sacado con una idea y querer soltarla, pero el freestyle es algo que me trae al presente y al mismo tiempo me lleva para portales infinitos, y me meto en 800 mil lugares y encima voy con velocidad. Como no puedo modular tanto, siento que tengo como una facilidad para rapear rápido y aguantar el aire, que creo que me juega a favor. Friestaileo pero no compito, lo hago para mí, para conectar, componer y canalizar pensamiento. El freestyle es lo más y cuando friestaileo es cuando me siento más libre, creo que todavía más que poniéndome a escribir.
–Habías hecho hincapié que tu libro es una investigación periodística, ¿te sentís más periodista o más escritor?
Soy periodista, y soy curioso, y soy inquieto. Tengo los ojos abiertos, junto con una movilidad reducida y trato de aprovechar esta descripción física para poder retratar a los demás y poder contar historias.
–¿Siempre dentro de la no ficción?
No siempre, porque estuve editando un libro con Mariana Enríquez sobre historias de enfermeros conmigo y con otros pacientes, historias como mucho más sórdidas y sangrientas y más violentas, y de pacientes muertos en brazos. Tuve que cambiar nombres a enfermeros y, ya que estaba ahí, aproveché y como no era algo 100 por 100 % autobiográfico, sí traté de jugar un poco con la ficción. He exagerado algunas escenas... no me gusta usar la palabra exagerar: alteré algunas escenas o algunos episodios para que queden un poco mejor o un poco más interesantes y también manejándome en un modo crudo, bien crudo, tratando de soltar alguna que otra frase poética. Intento que las palabras tengan musicalidad y que al mismo tiempo haya hachazos, todo el tiempo, hachazos de crudeza, como una mezcla.
–En el libro hay un especial reconocimiento a Juan Sklar “por su morbo estupendo y ayudarme a decir como si nada deforme, bicho raro y cuerpo feo”. ¿Hay alguna parte del libro que te costó más atravesar?
Lo que más me costó fue sobrevivir un poco a mi familia, y bastante, sobrevivir a Leila Guerriero. Lo digo en el mejor de los sentidos, su trabajo fue tremendo. Lo que más me costó fue hacer un arreglo de la estructura del libro para que quede bien formado y con un estilo narrativo.
Al principio había un montonazo de crónicas sueltas y en momentos de mi día re nada que ver cronológicamente. Y ella me dijo “Esto me parece estupendo, fabuloso, es impresionante, me encanta, pero...” Y cuando llegó el “pero”, yo ya estaba con un revólver en mi cabeza pensando si tenía que tirar todo a la basura.
Creo que más allá de haber escrito el libro, que lo escribiera con Leila Sucari, la que me acompañó en el proceso de escritura, siento que lo más importante fue haberle dado una segunda devolución a Leila Guerriero y haber resuelto la estructura del libro. Fue como decirle a Leila: “Mirá, pude resolverlo y lo hice sin sacar tanto material y lo resolví de una manera fácil”. Eso fue lo más complicado, pero cuando lo logré, fue el momento de mayor felicidad.
Todo lo demás no me costó, al principio no quería meterme tanto en el personaje de ser como una bestia que asusta o que genera cosas o nombrarme deforme o derretido o hablar en “términos Juan Sklar”, pero lo hice y siento que me quedé conforme con cómo quedó todo y que eso me dio mucha independencia, que ahora hasta hago chistes. No se si fue por Juan Sklar o por cómo acompañaron Leila y Jose (Licitra). Yo también me animé a hablar de todo con humor negro.
–¿Qué lecturas hay detrás del libro? Para escribir hay que escribir, pero también leer. ¿Hubo algún libro que te ayudó a avanzar en tu escritura o estilo propio?
Me ayudó mucho Open (coescrito por J. R. Moehringer y André Angassi sobre las memorias del tenista), para mi es una de las grandes autobiografías que he leído. Todo lo de Joan Didion, El año del pensamiento mágico me parece un librazo. El libro de Frigyes Karinthy, Viaje alrededor de mi cráneo.
Y sobre todo estar al lado de Leila Sucari que maneja mucha sensibilidad y amasa mucho la palabra, y juega mucho con lo sensorial. Al lado de ella pude encontrar mi estilo de escritura.
–En el libro mencionas tu admiración por Lionel Messi...
Me parece que Messi es una persona muy inteligente porque es la más famosa de todo el mundo y sin embargo, uno no sabe nada sobre él, no sabe cómo piensa, qué hace en su casa, cuáles son sus hábitos, cómo se maneja en el día a día, cómo piensa el fútbol. En las notas pone el casete y chau, no sabes nada sobre Messi, eso es lo que siento yo. Me genera mucha curiosidad y me dan ganas de entrevistarlo, pero de perseguirlo directamente, de estar atrás de él y hacerle 40 mil preguntas para conocerlo y ser una voz autorizada para escribir sobre él.
–Aparte del perfil de Messi, del proyecto con Mariana Enríquez, ¿qué otros proyectos o deseos están dando vueltas?
Otro deseo es que el video "Los nenes me odian" lo vea todo el mundo. Es una canción acompañada de un video documental. Quiero que todos lo vean y me cuenten después qué les pasa.
Es un registro de miradas de niños grabadas por mi con una cámara oculta, yendo a la plaza. No me gusta explicar lo que hago, pero lo que quiero mostrar es una realidad: que los nenes son unos capos, son espontáneos, y que miran y que se asustan, y les sucede así. Mi crítica va más hacia los padres o la sociedad que rechaza a los cuerpos extraños o diferentes, solo que los padres no son sueltos y lo reprimen, los padres te discriminan, pero no te lo dicen; en cambio los nenes son lo más porque se muestran tal cual piensan en el momento.
Sentí que la única manera de hacerlo era haciéndolo con cámara oculta, no había manera de decirle a cada padre “Che, permiso voy a grabar cómo tu hijo se asusta mirándome, o como voy a filmarte a vos que sos un nazi y me estás mirando mal”. Era imposible hacer eso, entonces optamos por cambiarles las caras a los nenes, deformarles los ojos para proteger sus identidades y lo lanzamos. Después del libro, este video para mi es lo más importante que hice.