Las restricciones de movilidad impuestas para controlar los contagios de coronavirus han puesto en riesgo la salud mental de los más pequeños. Por lo menos uno de cada siete menores de edad, lo que supone un total de 332 millones de niños, ha estado confinado al menos nueve meses de pandemia, lo que ha afectado a su estado psicológico, según ha publicado Unicef.
La privación del ocio en la calle o la adaptación a las clases telemáticas ha podido ocasionar frustración en los menores que pueden ver su desarrollo mental afectado. “Con los confinamientos nacionales y las limitaciones de movimiento derivadas de la pandemia, ha sido un largo año para todos nosotros, pero especialmente para los niños”, ha asegurado la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore.
Aunque casi todos los niños del mundo han vivido alguna forma de confinamiento intermitente, las condiciones de confinamiento más duraderas se dieron durante el año pasado. Unicef ha estimado que 139 millones de niños han pasado más tres trimestres consecutivos encerrados desde que fue declarada la pandemia de coronavirus el 11 de marzo de 2020.
Atrapados con miedo, soledad y preocupación
El estudio también recoge que muchos niños y niñas se han quedado abandonados sintiendo miedo, soledad, ansiedad y preocupación por su futuro. “Cuando, día tras día, estás lejos de tus seres queridos o amigos el impacto es significativo”, ha añadido Fore.
“La situación es crítica para los menores atrapados con un agresor“
La situación ha podido ser más crítica para los menores con trastornos o que “se hayan visto atrapados en casa con un agresor“, según la ONG. Por eso apuestan por poner más atención en el tratamiento de la salud mental de los menores de edad. Henrietta Fore ha destacado el caso de Latinoamérica y Caribe donde se ha demostrado que más de una cuarta parte de los menores había experimentado ansiedad y el 15 % depresión.
Los confinamientos han dejado a muchos niños que experimentan violencia, negligencia o abuso en el hogar. Una situación que ha dejado a estos niños a merced de sus abusadores y sin el apoyo de maestros, entorno familiar y comunidades.
Los niños de grupos de población vulnerables, como los que viven y trabajan en la calle, los niños con discapacidades y los niños que viven en situaciones de conflicto corren el riesgo añadido de que sus necesidades de salud mental pasen desapercibidas por completo, según Unicef.
Sube la demanda de ayuda psicológica
Según la Organización Mundial de la Salud, la pandemia de COVID-19 ha alterado o interrumpido los servicios esenciales de salud mental en el 93 % de los países de todo el mundo.
Mientras, la demanda de apoyo a la salud mental está creciendo a consecuencia de la pandemia. En un estudio llevado a cabo en 194 ciudades de China, el 28 % de los encuestados ha desarrollado síntomas de ansiedad de moderados a graves durante su confinamiento.
En respuesta a ello, Unicef está apoyando a los gobiernos y las organizaciones aliadas para priorizar y adaptar a los niños los servicios que prestan. “Si bien no apreciamos lo suficiente esta urgencia antes de la pandemia de COVID-19, seguramente sí lo hagamos ahora”, ha añadido Henrietta Fore que ha destacado los programas de ayudas de la ONG para acercar el tratamiento psicológico en menores en varios países de manera presencial y en remoto.