La escucha activa implica prestar atención al interlocutor, concentrarse en el mensaje que nos transmite y ofrecer feedback. Además de facilitar el entendimiento mutuo, es clave en el ámbito educativo, ya que favorece la asimilación de contenidos y mejora el proceso de aprendizaje.
La escucha activa también puede practicarse y aprenderse, y es una destreza que resultará útil a los alumnos tanto dentro como fuera del centro escolar. El sitio Aula Planeta detalló ocho claves que maestros debes transmitir a sus alumnos para que escuchen de forma activa.
- Mantener contacto visual: de este modo, no solo se atiende a lo que el interlocutor dice, sino también a cómo lo dice y los documentos o materiales que pueda mostrar. Así el feedback es mucho más claro.
- Prestar atención a todo el contenido: el mensaje debe escucharse de manera global, es decir que se debe prestar atención a todo lo que el otro cuenta sin juzgar ni interrumpir, con interés y abiertos a puntos de vista, ideas y opiniones que no siempre coincidirán con las propias. La clave está en detectar las principales ideas y argumentos del otro, y en siempre respetar su tiempo.
- Evitar conclusiones o respuestas prematuras: la precipitación es uno de los motivos principales por los que falla la escucha activa, ya sea porque creemos saber lo que nos van a decir antes de oírlo o porque ya estamos pensando en lo que vamos a contestar. Hay que enseñar a los alumnos a que esperen a que su interlocutor termine en vez de dar por supuesto lo que va a decir y respondan solo después de escuchar los argumentos.
- Tener en cuenta la comunicación no verbal: este supone entre un 65% y un 80% de la comunicación. Los alumnos deben fijarse en la expresión, la postura y los gestos del interlocutor y, además, cuidar los propios cuando se expresan.
- Demostrar que se escucha: además de estar efectivamente escuchando y asimilando lo que se dice en la conversación, es importante transmitirlo al interlocutor. Se puede hacer mediante gestos, interjecciones de refuerzo o asentimientos y, también, citando o repitiendo algún detalle de lo dicho por la otra persona cuando se responda, remarcando así que se ha escuchado.
- Hacer preguntas: escuchar activamente implica mostrar interés por comprender y asimilar lo que nos cuentan, lo que implica preguntar, pedir más información y plantear dudas sobre todo aquello que queramos ampliar o entender mejor.
- Mostrar empatía: ponerse en el lugar del otro es importante cuando se exponen argumentos, pero todavía más si en el diálogo se exponen sentimientos, valores o ideas que requieren profundidad. En cualquier caso, los alumnos deben ser capaces de comprender que su interlocutor ha tratado de expresar sus opiniones y contenidos de la mejor manera posible y responderle, pedir aclaraciones o contraargumentar sin menospreciarle y con respeto.
- Centrarse en el objetivo: para que la conversación sea eficaz, los participantes deben mantenerse centrados durante el proceso de escucha y respuesta, sin distraerse ni desviarse del tema. Siempre se debe tener presente el tema en el que se quiere hacer foco, de este modo, se podrá reconducir propio o ajeno para que se ajuste de forma específica y concreta al objetivo de la conversación o el trabajo.