Estos guarismos fueron el resultado de una encuesta realizada por el Observatorio de Psicología Social Aplicada (OPSA) de la facultad, denominado “felicidad, creencias, fantasías e imaginarios existenciales y personales”, que se realizó en la primera quincena de noviembre pasado.
El relevamiento realizado por OPSA, que dirige Gustavo E. González, se realizó a través de redes sociales, según parámetros de geolocalización, a personas mayores de 18 años, unos 3.262 casos, localizados en los grandes conglomerados del país.
La autopercepción de satisfacción general con la propia vida, tal como ha sido vivida hasta el presente resultó ser ostensiblemente mayor (el 55,7%) que la insatisfacción (22%) y resultó que a mayor edad, los reportes de satisfacción resultan mayores e, inversamente, entre los más jóvenes se expresa mayor insatisfacción.
De modo netamente mayoritario, los encuestados reportaron sentirse feliz con su vida presente el 62,3% contra tan sólo el 10% que manifestó infelicidad. También acá a mayor edad, los reportes de felicidad resultaron más recurrentes e, inversamente, entre los más jóvenes el sentimiento de infelicidad aumenta levemente.
El 48% de las personas volvería a vivir la vida que vivió y la adultez representa el momento de mayor felicidad para los encuestados, seguida por la infancia.
La propia libertad auto determinadora aparece como el factor que más incide sobre la felicidad e infelicidad. En segundo lugar aparece la familia y la economía se ubica tercera, con aproximadamente un 86% de referencias.
Las relaciones de pareja siguen a continuación y en quinto lugar, la sociedad, con alrededor de un 79% de adscripciones.
La política aparece recién en sexto lugar, con una incidencia de alrededor del 74%. Algo más abajo, aunque con guarismos de alrededor del 60%, aparecen el destino y la suerte. Por último, aunque con niveles aún altos cercanos al 50% se ubica la voluntad de Dios.
Entre las respuestas acerca del principal sentido de la vida se destacan “aprender”, “amar” y “ser feliz”, que fueron opciones seleccionadas por más de la mitad de los encuestados.
En un segundo nivel se ubica una respuesta de tipo altruista como “hacer algo para los demás” y otra como “dejar algo para la posteridad”, que podría bordear alrededor tanto del amor altruista como de un narcisismo trascendental.
Luego se ubicaría “luchar”. Y, por último, bastante más rezagada, la idea de tener que “pagar algún karma” debido a errores en vidas pasadas.
En cuanto a grupos de edad, se observa que: “aprender” adquiere mayores referencias entre los jóvenes y adultos, y menos entre los mayores de 50 años; “amar” y “dejar algo para los demás” sobresale levemente entre los adultos jóvenes.
Al momento de seleccionar aquellas metáforas que mejor expresen el significado de la vida vuelve a prevalecer la idea de la vida como “Aprendizaje”. Muy cerca, se ubica la figura de la vida como viaje.
Luego, se sitúa la idea de la vida como “Un misterio que escapa a la comprensión” y posteriormente, aparece la idea del fin hedonista representado en la frase “Un lugar para gozar y disfrutar”.
La conformidad con uno mismo (62%) es ostensiblemente mayor a la disconformidad (12%) y entre las cualidades personales que más conforman destaca la bondad, la inteligencia, la disposición a actuar, la valentía y la simpatía. En tanto la falta de constancia, indecisión, impaciencia, pereza y falta de focalización surgen como aspectos sobre los cuales las personas quisieran mejorar o cambiar.
El amor (62%) y la gratitud (51%) son los sentimientos positivos más frecuentes, seleccionados por más de la mitad de los encuestados y en un segundo orden aparecen la alegría y el optimismo. Como contrapartida la ansiedad (53%) es referida como el sentimiento negativo más recurrente que puebla el universo de las personas encuestadas. En segundo lugar, aparecen la tristeza, el enojo y la angustia.
Si bien el 58% de los encuestados manifestó que no quisiera inmortal, la mayoría el 62% quisiera prolongar los años de vida en condiciones de salud y calidad y entre las respuestas sobre el destino humano después de la muerte, la idea de ascensión a otro plano de consciencia corre pareja con la de que la muerte es un destino final y luego no ocurre más nada. La concepción religiosa de un destino de cielo o infierno acorde con las acciones en esta vida, apenas se ubica en un tercer lugar.