El confinamiento obligado parece reducir todo tipo de educación a las clases virtuales. Sin embargo los juegos de mesa, los de rol y hasta los videojuegos pueden ser grandes herramientas de aprendizaje si se las utilizan de forma adecuada.
Se trata de elementos que pueden ser implementados bajo una estrategia de Aprendizaje Basado en el Juego (ABJ), que consiste en introducir juegos, tanto analógicos como digitales, en el aula, aunque en este caso, en la casa de cada alumno.
Uno de los retos principales del docente es captar el interés y motivación del alumnado, algo que el juego puede garantizar cuando cuenta con un diseño atractivo y propone actividades profundas e intensas, según consignó el sitio Educación 3.0. A la hora de elegir un adecuado juego hay que tener en cuenta los siguientes factores:
• Resolución interactiva de problemas: el juego requiere una interacción constante con el para resolver una serie de problemas o desafíos.
• Metas y reglas específicas: son dos elementos necesarios en cualquier juego, ya que le indican al jugador qué debe hacer y cuándo.
• Retos adaptativos: si el juego propone un reto demasiado complicado, es muy posible que los estudiantes se frustren y acaben por abandonar la actividad; por el contrario, si el nivel es demasiado bajo, entonces se aburran y, en consecuencia, pierdan atención. Un juego bien diseñado se mueve siempre en la frontera de las destrezas y las competencias del jugador.
• Control: un buen juego da al jugador la capacidad de influir en el mismo, en el entorno y en la propia experiencia de Aprendizaje Basado en el Juego.
• Feedback constante: un buen juego proporciona información acerca de la actuación del jugador/aprendiz, tanto de manera explícita como implícita, reforzando así el aprendizaje y la motivación.
• Incertidumbre: la ausencia de seguridad ante los problemas y los desafíos genera engagement en la misma medida que si un juego deja ver cuál será su final, entonces se vuelve predecible y perderá atractivo.
• Estímulos sensoriales: el juego debe incorporar tanto una narrativa como elementos gráficos o audiovisuales (cada vez se ven más “juegos de mesa” que se combinan con apps para la ambientación) que estimulan los sentidos y favorecen la inmersión en el juego.
Otro aspecto en el que deben tener cuidado los docentes son las conexiones que establecen los estudiantes entre el la experiencia vivida en el juego y el conocimiento académico, una cuestión no siempre automática o fácil de relacionar. Para ello, es importante tanto hacer explícito este vínculo experiencia-conocimiento como crear “puentes adecuados” para ir subiendo la escala del conocimiento.