Así lo plantearon las y los especialistas de América Latina que disertaron de forma virtual sobre salud, educación y seguridad vial.
Este año, el eje del Congreso giró en torno a como “planificar el tránsito y la movilidad para asegurar la infancia”, luego de la pandemia.
Los siniestros de tránsito son “mal llamados accidentes porque son prevenibles, evitables”, introdujo Miriam Perrone, integrante de Madres del Dolor y madre de Kevin Sedano, un joven de 14 años que murió tras ser embestido por un auto conducido a altas velocidades en 2002.
Rosa Gallego, consultora en gestión de proyectos de seguridad vial de Uruguay, acompañó la mirada de Perrone.
“Desde el punto de vista de la sociedad civil se ha avanzado muchísimo en unir esfuerzos que por lo menos logren visibilizar el tema. Pero desde el punto de vista de lo que corresponde a las autoridades a nivel nacional en cada país todavía tenemos muchísimo por hacer”, indicó.
A lo largo de los dos días, los expertos debatieron sobre movilidad, ciudades sustentables, inclusión y género, y destacaron lo estratégico de pensar estos temas desde la mirada de las infancias y las personas con discapacidad para pensar en “ciudades más inclusivas”.
Para Luisa Rubio, líder del programa “Niñas y Niños primero” desde la Subdirección de Gestión en Vía de la Secretaría Distrital de Movilidad de Bogotá, Colombia, las ciudades “deberían diseñarse alrededor de la mirada y la visión de los niños en aspectos de seguridad vial”.
“Si un niño, si una persona con discapacidad o con movilidad restringida se siente seguro y puede andar en las calles es una ciudad, entonces cualquier otra persona va a poder sentirse segura. Si partimos de esa visión de planeación podemos hacer que las ciudades puedan ser más inclusivas”, destacó.
En la Argentina hay “más de 5 mil muertos por siniestros viales y más de 100 mil lesionados moderados o de gravedad” por año, precisó Facundo Manuel López, subdirector ejecutivo de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), que habló en el primer día del Congreso sobre el trabajo que actualmente impulsa la Agencia y está encaminado en cuatro acciones.
Uno de los ejes nombrados por López fue la educación.
“Dentro de la agencia tenemos una Dirección Nacional de la Educación que nos ha permitido capacitar a más de.200 docentes este año, lo cual permite lograr que se instale el tema”, dijo.
También destacó la necesidad de “que los centros emisores de licencias estén unificados en su criterio” y de “hacer hincapié en la gente mas joven”.
“Las estadísticas así lo demuestran, la mayoría de los siniestros viales con muerte se dan en personas jóvenes entre 18 y 30 años y muchos de ellos relacionados con alcohol, que es nuestro segundo tema que trabajamos fuertemente”, detalló.
En tanto, destacó el trabajo realizado desde la línea 149 en atención a víctimas y familiares.
En tanto, las y los participantes hicieron hincapié en los costos que implican desatender a la seguridad vial.
“Los costos de la siniestralidad vial son altos. No solo en términos económicos, sino también en cuanto a lo que hace a la calidad de vida de las sociedades”, dijo Gallego.
Para Perrone, además, “invertir en seguridad vial es un ahorro para el Gobierno”.
“El primer lugar a donde llevan a los heridos viales es a hospitales públicos. Invirtiendo en seguridad vial podemos llegar a dejar que estas camas, los médicos y enfermeros queden libres para otras personas”, agregó.
En esta línea, Ricardo Sánchez, miembro la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) de las Naciones Unidas, precisó: “Los siniestros de tránsito representan alrededor de un 2% del PBI en promedio en cada país”.