Su grito “¡Vamos Newell's!” ya es un clásico en los programas televisivos de hinchas, en las previas de los partidos de la Lepra y en las viralizaciones de las redes sociales. Pertenece a “Kiko de zona sur”, como se lo conoce al fanático leproso más famoso por estos días. Pero detrás del simpático personaje, hay una durísima historia de carencias, adicciones y soledades. Hasta que alguien se decidió a tenderle una mano y todo cambió para él.
En una nota con el periodista Juan Cruz Funes para De 12 a 14 (El Tres), “Kiko” contó que su abuelo le puso ese sobrenombre. “Yo me crié con mi abuela porque mi papá y mi mamá me abandonaron”, confió.
“Cuando murió mi abuela me echaron a la calle porque yo me drogaba, andaba manguenado casa por casa. Mi propia familia me echó a la calle”, siguió.
En cuestión de adicciones, Kiko contó que probó “de todo”, pero ahora dice que quiere “terminar con eso”. Y destacó que así se lo propuso: “Yo me lo propuse porque si yo seguía así, me moría”.
“Soy humilde, ahora busco laburo”, aseguró el fanático de Newell's.
“Yo no tengo la escuela terminada, yo iba a la escuela a drogarme. A la gente que está en la droga, lo que puedo decirle es que la droga es mala, que le pongan el pecho a la vida”, dijo a modo de consejo.
Acerca de su emblemático grito, Kiko contó que un día estaba un poco “pasado de copas” y que alguien lo grabó mientras excalamba “¡Vamos Newell's!”. Luego, las redes sociales hicieron su trabajo.
Días atrás, Kiko tuvo la posibilidad de visitar el predio de Bella Vista y de conocer a su gran ídolo: “Cuando lo vi a Maxi, me generó una alegría tan grande”. La Fiera le regaló su camiseta.
La historia de Kiko se completa con la aparición de Jonatan, un joven que se interesó por su día a día y lo fue a buscar a su barrio. Pero eso no es todo; le abrió las puertas de su casa para que viva con él.
“Tenemos en una merendero, lo estamos armando y Kiko va a ser el presidente”, aseguró Jonatan.