La repentina muerte de Braian Toledo sacudió este jueves al mundo del deporte. El lanzador de jabalina de 26 años falleció en Marcos Paz luego de protagonizar un accidente. De modo instantáneo, los deportistas argentinos mostraron el dolor que les causó su pérdida.
La historia de Toledo nació desde el deseo de superarse. Fue criado por su madre, casi en soledad, debido a que su padre lo abandonó durante su niñez. Creció haciendo las tareas de sus compañeros, que le pagaban para que llevara el pan a su casa de madera, en la cual no contaba con agua corriente.
Mientras, estudiaba, entrenaba, y ayudaba a su mamá Rosa, que limpiaba casas. Vendía cobre y se ocupaba de traer tarros de 20 litros de agua. A medida que trascendió, fue ganando dinero con el atletismo y comenzó a comprar materiales para construirle una casa a su madre con sus propias manos.
Los Juegos Bonaerenses le cambiaron la vida. Allí los entrenadores detectaron su talento para lanzar la jabalina y al ser reclutado, logró el apoyo de la Secretaría de Deportes y el Enard (Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo). Becado por la Nación compitió en el Sudamericano de Chile y a los 14 años clasificó al Mundial Juvenil de Italia donde obtuvo el tercer puesto.
A los 18 comenzó a entrenarse en el Cenard para luego ganar el oro en los Juegos Olímpicos de la Juventud en Singapur. Fue tercero en los Panamericanos de Guadalajara y eso le permitió clasificarse a los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Culminó 28º y después de trabajar cuatro años, en Río 2016 se ubicó entre los diez primeros.
De cara a Tokio 2020, había decidido mudarse a Finlandia lugar de residencia de su actual entrenador, Kari Ihalainen. Siempre volvió a Marcos Paz, donde ayudaba a las familias para que todos los chicos que crecieron en su lugar de origen no pasen las necesidades que les tocaron pasar a él. Por ese tipo de gestos, Braian Toledo quedará en la memoria de todos los deportistas que lo conocieron y respetarán su legado.