"Eran los mejores tiempos, eran los peores tiempos", una de las frases más famosas en la literatura universal para dar comienzo a Historia de dos ciudades, de Charles Dickens. Ocho palabras que parecen moldeadas para este momento histórico que atraviesa Rosario. En uno de sus lugares emblemáticos, el Laguito del parque Independencia, se realizó este jueves la ceremonia de apertura de los ambiciosos Juegos Suramericanos de la Juventud, un evento que reúne a los y las jóvenes más salientes de cada disciplina deportiva, las estrellas del mañana. 

A las seis de la tarde, el Parque Único quedó desolado. El gran esqueleto mostró sus huesos. Imponentes huesos. Después del primer gran encuentro con el público, la satisfacción se olía en el ambiente. Pero faltaba el detalle final, algo más que un detalle. Los deportistas que habían colmado cada espacio de competencia pusieron proa rumbo a los hoteles para cambiarse y volver. Nadie querría perderse la fiesta inaugural.

Bueno, algunos se los perderían. Los rezagados, los que quisieron entrar a la tardecita al predio, ya no pudieron: “Están preparando la ceremonia, no es para el público en general”, dijo uno de los efectivos de seguridad en Oroño y Cochabamba. Aunque la organización ya había avisado que no habría un estadio para contener a la gente–como en otros eventos similares–, la resignación se leía en la cara de algunos interesados.

La organización estuvo a la altura de los eventos de nivel internacional, con talentos locales sobre el escenario, con el futuro del deporte argentino caminando sobre la pasarela del Laguito, con referencias historias convidadas, Rosario dio comienzo formalmente a un sueño que preparó por mucho tiempo y al que le puso pasión y compromiso.  

Teté llegó para cerrar con alegría la ceremonia. (JSJRosario2022)

Como suele ocurrir en eventos de este tipo, más de una voz se alzó a modo de crítica, no a la organización de los Juegos sino a la atención que los dirigentes locales y regionales le destinaron, en desmedro de otras urgencias.

Era el siglo de la locura, era el siglo de la razón, era la edad de la fe, era la edad de la incredulidad”, narra la novela del siglo XVIII sobre Londres y París; la paz y la tranquilidad; frente a la agitación, el desafío y el caos.

A sólo 100 metros del sitio en el que las delegaciones caminaban por sobre el agua, un grupo de vecinos víctima de la inseguridad se manifestó para que toda la región viera a la "otra ciudad". A pocas cuadras, en Pellegrini y Cullen, otra porción de gente vociferaba las consignas ya consabidas. Y a sólo 30 cuadras, mientras las cámaras mostraban a la bella Rosario al mundo, asesinaban a un hombre de un tiro en la cabeza para robarle un auto.

Una de las particularidades más visibles de la ceremonia inaugural de estos Juegos es la de la ausencia de barbijos entre la gente. Tras dos años pesados y dolorosos, la región se mira a los ojos, pero a cara descubierta. Pudo ser un tema de ascensor, de pasillo, de encuentro casual entre desconocidos. Sin embargo, la violencia en Rosario, con su habitual prepotencia, le arrebató ese lugar a la pandemia.

El intendente Pablo Javkin le dio la bienvenida a los deportistas y habló de "inventar esperanzas para volver a vivir", como cantó Lito Nebbia. Se refirió a éste como “un tiempo de reconstrucción de la paz”, de “arrebatarle la victoria a la violencia” y le pidió a los rosarinos que vayan al Parque y disfruten de este evento: “Nos merecemos una caricia. Esto también es Rosario, que se levanta y se muestra orgullosa”.

El intendente le dio la bienvenida a los deportistas de la región. (JSJRosario2022)

Tal vez, los integrantes de las delegaciones no lo noten. Su juventud, sus ganas de crecer, su foco puesto en la competencia y su cuidada burbuja quizá no se los deje ver. Pero si alguno mira por la ventanilla, cada vez que el colectivo los va a buscar para ir del hotel al Parque, podrá ver que hay algo más que el Rosedal, las grandes avenidas, el río y las habitaciones de lujo.

“Era la época de la luz, era la época de las tinieblas, era la primavera de la esperanza, era el invierno de la desesperación, lo teníamos todo, no teníamos nada”.

Suele hablarse del deporte como uno de los instrumentos para sacar a los chicos de la calle. Es un buen momento para que sea realidad. Es un buen momento para que más de uno se sienta empujado por esos chicos y chicas que dedican su vida a ser mejores deportistas y personas. Bienvenidos a la ciudad de la cultura y el deporte. También a la otra.