Histórico, legendario e inolvidable. Lionel Messi pudo besar, tocar y levantar la Copa del Mundo que tantos años se le negó. Después de una final entre Argentina y Francia para el infarto y de una sufrida definición por penales, el rosarino se desahogó y disfrutó como nunca.
El momento más esperado llegó tras la entrega de medallas al subcampeón, a los campeones y los premios individuales, rubro en el que Leo se quedó con el de Mejor Jugador. Pero todo eso quedó en segundo plano cuando el presidente de la FIFA, Giani Infantino, y el emir de Qatar, Tamim bin Hamad, le dieron el trofeo.
Lo primero que hizo fue tomarla y besarla. Caminó unos pasos, emocionado y feliz, la acarició. Se acercó a sus compañeros, que lo estaban esperando en la tarima de premiación. Y llegó el instante de levantar la Copa, en medio de la euforia de todo el plantel, los papelitos y los fuegos artificiales.
Argentina tiene el trofeo. Messi lo pudo levantar. Y todo es alegría, lágrimas y emoción.