Nadia Podoroska ganó en sets corridos a Elina Svitolina, número 5 del mundo, y se clasificó a las semifinales de Roland Garros. Con este triunfo, el tenis femenino de Argentina vuelve a tener una representante entre las cuatro mejores jugadoras de un Grand Slam tras 16 años y la rosarina comienza a cosechar todo el esfuerzo que la llevó a ese lugar.
Al igual que sucede con muchos tenistas, la historia de Podoroska es una historia de superar adversidades. Nacida en 1997, se crió en Fisherton donde a los pocos años comenzó a practicar tenis en el club donde también hizo sus primeros pasos otra rosarina que hizo historia, Luciana Aymar.
Fue Celso Fernández, profesor en el Club Atlético Fisherton el primero en notar las habilidades de Nadia que a sus 5 años no conseguía lugar en ninguna escuela de tenis por su estatura.
"No quedaba porque era chiquita, pero los padres no la presionaban, solo querían que juegue", contó el profesor en diálogo con Zapping Sport, Radio2.
A los 14 años Podoroska consiguió sus primeros puntos profesionales e ingresó en el ranking de la WTA. Según cuenta el suplemento deportivo Enganche, la anterior tenista argentina que logró conseguir puntos a tan temprana edad fue Gabriela Sabatini a quien recién pudo conocer en febrero de este año durante el ATP de Buenos Aires
Pero antes de ese torneo y el encuentro con su referente, Nadia pasó por mucho. Convencida de que su destino era el tenis y tras el sueño de poder vivir del deporte pero sin grandes oportunidades ni en Argentina ni en el resto de los países de sudamérica, Podoroska decidió viajar a España, más precisamente a Alicante.
Su estadía en el viejo continente no fue fácil, con poco dinero para mantenerse, la rosarina vivió sus primeros años de casa en casa aprovechando la hospitalidad de distintos conocidos para poder ahorrar el dinero suficiente y jugar la mayor cantidad de torneos posibles.
Tal como cuenta Enganche en su hilo de twitter, el primer gran éxito de "la rusita", apodo que tiene pese a que su apellido es de origen ucraniano, fue haber alcanzado el cuadro principal del US Open 2016. Pero una seguidilla de lesiones le impidieron poder avanzar como ella quería.
Tras una buena recuperación y alejando los fantasmas de las lesiones que la hicieron pensar en bajar los brazos, el 2019 se convirtió en el año de despegue de Nadia, ganó la medalla de oro en los Panamericanos de Lima, lo que le permitió clasificarse a los Juegos Olímpicos de Tokio.
Según cuenta en distintas entrevistas radiales, recién ahí consiguió el apoyo que tanto necesitaba y el Enard le entregó una beca por lo que regresó al país para entrenarse de cara a Tokio.
Con la llegada de la pandemia, el 2020 parecía ser un año perdido, pero en junio Podoroska apostó por irse a España y comenzar a entrenar. “Se estaba haciendo muy difícil entrenar en casa, había puesto un colchón contra la pared de la habitación para practicar”, reveló en declaraciones al programa radial Club 947.
Ya en Alicante y sin saber todavía si habría algún torneo para disputar, Nadia continuó entrenándose hasta que apareció Roland Garros y nació la historia que aún se está escribiendo.