La injusta eliminación de Racing en la Copa de la Liga Profesional, puso sobre el tapete otra vez la calidad de la organización de los torneos. La Academia quedó eliminada por penales sin perder un solo partido en los noventa minutos. En los mundiales suele pasar. De tanto en tanto una selección se despide de una Copa del Mundo invicta. Es el sistema de disputa de las copas. Que tiene sus pro y sus contra.
Mucha gente pide el regreso de los torneos a dos ruedas porque en ese tipo de competencia claramente gana el mejor. En las copas, a la hora de los partidos eliminatorios, suelen producirse sorpresas. De hecho, ni Racing, ni River, ni Estudiantes, los tres grandes candidatos, estarán en la final. Es más, sólo el equipo de Gago llegó a semifinales. Zielinski y Gallardo ni siquiera pasaron de los cuartos de final.
Hoy, en Argentina, un torneo con 28 equipos a dos ruedas es imposible de realizar. Serían 56 fechas interminables. El año tiene 52 semanas.
Cuando la lista baje a 22 equipos (lo ideal sería 20), se podrán jugar torneos a dos ruedas, pero, en ese caso, pasará lo que sucede en Europa y en Brasil: sólo los poderosos se mezclarán en la lucha por el título y el resto serán meros actores de reparto que aspirarán a un lugar en las copas.
En Argentina hace mucho que eso no sucede porque los torneos cortos, a una rueda, le permitieron a la mayoría de los equipos festejar un título.
Lo mismo pasa con las copas, la Argentina incluída, las fuerzas se emparejan cuando las competencias tienen menos desarrollo y sobre todo instancias de eliminación. Tigre jugará su segunda final en tres años.
La resolución de los torneos largos es casi siempre la misma. Porque los poderosos pueden mantenerse al tope de sus posibilidades y recursos durante toda la temporada. Los equipos del medio pelotón, salvo excepciones muy salteadas, sólo están para completar el cupo.
En España ganan siempre Real Madrid y Barcelona, y a veces, como en la temporada pasada, se mete Atlético de Madrid.
En Alemania aburre Bayern Munich. Borussia Dortmund le sigue el tren hasta la mitad del campeonato de 34 fechas. Es más, la Bundesliga está buscando alternativas en la organización de sus torneos para morigerar la hegemonía del poderoso equipo muniqués.
En Francia, a pesar de la sorpresa de Lille en el torneo pasado, la seguidilla de PSG es avasallante desde que llegaron los capitales qataríes. Los clubes estado son otro problema que tiende a profundizar las distancias.
En Inglaterra, Manchester City y Liverpool sacaron esta temporada una ventaja descomunal. El equipo de Guardiola le lleva 20 puntos al tercero, Chelsea, que cayó en desgracia desde que comenzó la guerra en Ucrania.
En Italia probablemente sea campeón Milan, y si no, será Inter, pero al menos Napoli compitió hasta el final y llegaron a la última fecha, igual que en la Premier, con la definición abierta. Si bien son torneos polarizados, la expectativa se mantiene hasta el final. No sucede lo mismo ni en España, ni en Francia, ni en Alemania.
En Brasil, el escenario es distinto porque los poderosos son muchos y allí pelean por el título Flamengo, Palmeiras, Corinthians, Atlético Mineiro, San Pablo, Santos, Inter... También suceden otras cosas, la competitividad está asegurada: los gigantes Cruzeiro y Gremio están jugando en la segunda categoría.
Las competencias más cortas y con sistema de eliminación en alguna de sus instancias, suelen tener un alto porcentaje de injusticia, como la Copa de la Liga Profesional, en la que un equipo, por más poderoso que sea, es capaz de llegar a la final sin patear al arco. Pero son absolutamente inclusivas, con chances para todos.
El campeón de la Copa del Rey fue Betis, Nantes ganó la Copa de Francia y en Alemania, la Copa de ese país la definen hoy Friburgo y Leipzig.
Son muestras de las diferencias, enormes, entre una categoría de competencias y otras.