Rosario Central se dio un gran gusto en Mendoza. A sólo tres días del 0-4 ante Banfield recompuso su imagen y, por los octavos de final de la Copa Argentina, derrotó nada menos que a Boca Juniors por 1 a 0. Con esto, logró avanzar a cuartos de final y le dio al ciclo de Paolo Montero el espaldarazo que necesitaba.
El único tanto de la noche lo marcó Mauricio Martínez a los 25 minutos de juego, producto de un tiro libre de Gil desde la izquierda que el ex Unión empujó en el área chica. Un rato antes, Fernando Rapallini había ignorado un claro penal para Central por mano de Pablo Pérez dentro del área. Sobre el final, se fue expulsado el propio Gil por doble amonestación.
Basado en la solidez defensiva de Leguizamón y Tobio, con un gran despliegue de los volantes Romero, Colman y Gil y el sacrificio del tándem Herrera-Ruben arriba, Central jugó un partido muy lúcido tácticamente, sobre todo durante el complemento, en el que le impidió al poderoso Boca acercarse con peligro a su meta.
Lo atacó haciéndole difícil la salida con Gago y Pablo Pérez, desde donde nace el mejor juego del campeón del fútbol argentino. Central fue como un virus que lo dejó neutralizado, supo usufructuar una de las pelotas detenidas que generó en ese primer acto y acabó resistiendo con disciplina táctica y mucha concentración.
Boca terminó empujando, pero sin la fuerza ni el fútbol de otras ocasiones. Y el pitazo final (luego de la breve suspensión por pirotecnia y una leve agresión a un línea) desató el desahogo del grupo de jugadores y el cuerpo técnico, que sabían que una derrota podría haber dejado malherido el ciclo del uruguayo.
Tras este éxito, Central espera rival en cuartos de final: ahora se las verá ante el vencedor de la llave que afrontarán Godoy Cruz y Banfield este jueves a las 17 en el estadio de Instituto de Córdoba. El plantel se quedó en Cuyo ya que el domingo deberá enfrentar a San Martín de San Juan por la quinta fecha de la Superliga.