Newells y Central suelen renegar de las comparaciones que los asemejan, de las cosas que los unen, de lo que construyeron a partir de las diferencias. Sin embargo, la existencia del otro los constituye como lo que son. Este domingo volvieron a empatar por vez centésima vez en la historia. Son el clásico que más empates acumula. Los son por lo que los diferencia y por lo que los une.
El historial dice que se enfrentaron en 268 ocasiones: Newell's ganó 75, Central 91, hubo 100 empates y 2 veces se les dio por perdido el partido a ambos. No es un mero dato estadístico. Es una forma de describir el modo en el que se juega este encuentro desde tiempos inmemoriales. Los dientes apretados y la tensión en las sienes, la pierna firme y el corazón caliente.
Este domingo se jugó así, aunque con algún entretenimiento mayor para los neutrales que en otras oportunidades: fue dinámico y los dos buscaron ganarlo. Por supuesto que en los últimos 10 minutos, cuando el partido estaba en una meseta, los dos bajaron la persiana.
El primer tiempo fue entretenido, llegaron ambos, aunque la más clara fue para Diego Zabala, que quedó mano a mano y salvó Alan Aguerre. Lo quiso emparejar la corrida de Jonatan Cristaldo, que terminó en remate lejano por arriba del travesaño, pero le costó una lesión muscular.
En el complemento, lo abrieron los goles. Damián Martínez anotó sin darse cuenta en una pelota parada y lo igualó rápida Nico Castro, con algo de complicidad de Broun. Los dos dejaron espacios, los dos gastaron piernas y a los dos se les acabaron las ideas. Se repartieron aciertos errores.
Las estadísticas también muestran paridad: 51% de posesión de balón para Newell's y 49% para Central; tres disparos a puerta de leprosos y cuatro de los canallas; tres amarillas para rojinegros y cuatro para los auriazules. El equipo de Gamboa pidió un penal contra Scocco y la más clara del partido fue para los de Kily González.
Y por si quedaba alguna duda, hubo tablas en los bancos. Kily González logró manejar el trámite desde el arranque, pero con el correr de los minutos, Gamboa ajustó y tuvo buenos tramos de dominio. Los ex compañeros en el Boca del 95/96 acumulan como entrenadores 1 victoria y 1 empate clásico.
No hubo diferencias. Pocas veces las hay porque -aunque no lo digan y a los hinchas les moleste- se reconocen como rivales de fuste, como enemigos necesarios. La otredad les da identidad. Ojalá alguna vez lo asumen porque, por más no lo quieran ver, a veces, son tan parecidos que se desconocen y se ladran.