Con listas de precios de insumos atados al dólar y con más productos importados en las góndolas, será inevitable el traslado a precios de la devaluación que provocó la salida del cepo cambiario. Y del impacto inflacionario de la medida dependerá el éxito de la normalización cambiaria.
El gobierno puede anotarse un punto importante, ya que logró destrabar casi todos los controles cambiarios, una propuesta de campaña, con una devaluación del 11% cuando el mercado esperaba una depreciación del 14% y la oposición alertaba que llegaría al 30%.
En efecto, que el dólar (ya unificado) haya saltado de $1.090 el viernes a $1.210 el lunes, quedando, además, lejos del techo de la banda cambiaria ($1.400) descomprime la presión sobre los precios. Además, el gobierno puede exhibir que bajó el dólar blue $60 pesos, que también afloja tensiones.
Pero si bien puede mostrar que no hubo corrida cambiaria y que la suba fue menor a la esperada, la otra incógnita es cuánto (y en qué tiempo) se trasladará a precios la suba de costos. En ese punto, la situación cambia por sectores.
Por ejemplo, hay muchos insumos para la industria y construcción atados a la cotización del dólar mayorista que se actualizarán automáticamente. El comportamiento del dólar seguramente impactará en alimentos como siempre impactó, tanto en supermercados como en almacenes, por la presencia de insumos importados (y atados al dólar) en las industrias alimenticias, y por la cantidad de productos importados que hay en las góndolas.
La mejora en el valor del dólar para el agro (que tenía un tipo de cambio diferencial que el viernes estaba en $1.110) mejorará el precio del trigo, maíz y soja, algo que el productor festeja, pero que le suma costo alimenticio a granjas de cerdo, pollos, avícolas y tamberos.
En ese contexto deben leerse, entonces, las declaraciones de este lunes del presidente Javiel Milei, quien anticipó que en julio volverán a subir las retenciones al campo. En enero, el Gobierno había anunciado una baja temporal para soja, maíz y el trigo. Así, la oleaginosa volvería a pagar 33% por sus exportaciones. “Avisen al campo que si tienen que liquidar, que lo hagan ahora”, dijo el Presidente
También es un factor alcista el aumento de los dólares para la importación. En definitiva, depende de cada rubro, la incidencia de esos costos dolarizados en el costo total.
Por el contrario, la bajas ventas, el consumo interno deprimido y los pocos pesos en la calle amarran los precios en las góndolas, por lo cual -a diferencia de anteriores devaluaciones- hay menos margen para el traslado a precio de la suba de costos y el tradicional remarque “por las dudas”.
La existencia de un gobierno nacional con superávit (además del consumo deprimido) son los dos factores distintos de esta devaluación, y la incógnita es si por eso la inflación no se comerá rápidamente la ventaja cambiaria, como ocurrió en pasadas devaluaciones.
Al menos en la primera jornada, sin cepo, primó la cautela entre los proveedores y en líneas generales, según el recorrido que hizo Rosario3 en supermercados, almacenes, ferreterías y corralones. En la construcción ya se percibieron subas en las listas de todo lo importado (10% por ciento) y del 5% en productos nacionales como grifería y sanitarios, alzas que estuvieron en línea con lo que se viene registrando. El mismo escenario se percibió en los supermercados. En definitiva, se está esperando a que con el correr de los días el valor del dólar se estabilice y cuál fue el impacto en las ventas para ver el margen real final de traslado a precios.
Por eso, el foco en las empresas ahora está puesto en ver qué pasará con el dólar, las tasas, que tuvieron una suba ya al mediodía (el plazo fijo en el Banco Naciòn subió al 37%), y los precios para definir luego cómo cada compañía se puede acomodar mejor al nuevo esquema.
Será una semana en la que el protagonismo lo volverán a tener las áreas financieras de las empresas. Las cuestiones productivas y comerciales, por el contrario, quedarán en stand by hasta que se aclare el panorama. Pero de lo que no hay duda es que el impacto negativo que, por definición, tiene una devaluación, le quitará poder adquisitivo a los salarios. Que además eso ocurra luego de que en marzo la inflación haya superado en un punto (llegó a 3.8% en marzo) y que el FMI haya puesto como condición para los desembolsos reducir a la mínima expresión los subsidios a las tarifas de energía genera presión inflacionaria.
Así y todo, Milei dijo hoy que, a fuerza de superávit fiscal, apertura del comercio exterior, reducción de la emisión y financiamiento externo, espera que “para la mitad del año que viene se termina el problema de la inflación”, y calculó que a mediados del 2025 el índice romperá el 1% y en 2026 llegará a cero. Es más, hasta pronosticó que el dólar se situará cerca del piso de la banda.