La dramática sequía, que se lleva puesta casi el 50 por ciento de la cosecha proyectada, pondrá en alta tensión a la cadena de pagos agropecuaria. En Santa Fe, según un informe de la Sociedad Rural Argentina, habrá 4.290 millones de dólares menos. Para dimensionar esa cifra se puede decir que equivale al 10% del producto bruto de la provincia.
La foto es mala. Terrible. ¿Pero la película? ¿Puede haber un final algo mejor para una campaña que arrancó mal y terminó peor? Empresarios, analistas y funcionarios debaten sobre la magnitud que tendrá el cimbronazo. Y el interrogante que flota es: ¿su intensidad llegará a provocar o no la caída de empresas de la cadena? ¿Todos los financistas y proveedores del campo podrán contar la historia?
En el agro conviven los que pronostican un brutal corte de pagos con muchas firmas bordeando el default (desde acopios a insumeras, pasando por SGR y operadores) con quienes, por el contrario, calculan que los 60 días de extrema tensión que se vivirán entre abril y junio terminarán pariendo acuerdos entre privados que evitarán colapsos en masa.
Con un campaña que no para de romper récords (la Bolsa de Rosario acaba de calcular que lo que llovió en los últimos tres años equivale al agua caída en un año y medio normal), de la predisposición y la habilidad de los actores para renegociar depende que la situación no pase a mayores. ¿Y la ayuda del Estado? Nadie la espera.
Eso sí, en lo que hay coincidencia es que el partido (sin importar el resultado) se jugará en Rosario, como ciudad cabecera comercial y financiera del mercado cerealista. Rosario puede llegar a ser, entonces, el epicentro de la tensión financiera como lo fue en 2009 cuando cayeron fideicomisos agropecuarios tras la sequía o en 2019 cuando empezaron a caer operadores en la crisis terminal del fin del gobierno de Cambiemos.
“Esta tremenda seca que está viviendo el país todavía no mostró su peor cara”, le dijo a Rosario3 el presidente de la Sociedad Rural Argentina, Nicolás Pino, minutos antes de presidir la reunión de comité directivo que la entidad realizó hace 15 días en la Bolsa de Comercio de Rosario. “El productor todavía no vio que el lote que tenía proyectado rendir 4.000 kilos le rindió 1.000 kilos. Lo sabe, pero todavía no lo vio. Y con esos 1.000 kilos no se van a poder afrontar los pagos comprometidos”, alertó.
Mayo es clave. Se trata del mes en el que tradicionalmente el grueso de las cosechas de soja y maíz se levantan para ingresar al circuito comercial. Y por eso también es el mes en el que las empresas productoras deben pagar el financiamiento tomado para la campaña. Con muchos menos granos cosechados, también será menor el dinero para pagar créditos por insumos, servicios y alquileres. ¿Qué pasará cuando lleguen los vencimientos de los cheques, las tarjetas y los créditos? ¿Están los financiadores -y los intermediarios- con espaldas para afrontar impagos y retrasos?.
Pesimistas, pero moderados
Durante Expoagro los bancos que operan en el agro se mostraron muy confiados en que la sangre no llegará al río. Claro está que las entidades crediticias nunca muestran todas sus cartas, pero en diálogo con Rosario3 ejecutivos del Macro, Santander, Galicia, Nación y Provincia descartaron escenarios de impagos masivos y sólo vislumbran casos puntuales que, aseguran, serán atendidos debidamente.“Esperemos que el sistema financiero esté a la altura”, dice, igual, Pino.
"Ni los bancos ni en la cadena comercial están dimensionando los efectos financieros y económicos que va a tener la sequía", señala a Rosario3 Mónica Ortolani, reconocida analista del sector. "Hubo algunas medidas de los bancos oficiales, como poster algunos cobros o devengamientos de intereses, pero no todos tienen créditos tomados por los bancos oficiales", agrega.
Es más, los bancos financian un el 30% de la campaña. El resto de la deuda está dentro de la propia cadena.¿Qué ocurrirá? En este caso, las opiniones no parecen tan alineadas.
Hay acopios, cooperativas e insumeras que cuentan que vienen monitoreando bien de cerca a sus clientes y no vislumbran avalanchas de impagos. Y enumeran razones para no tener una visión tan catastrófica: los productores, en general, no están muy apalancados (algunos vienen de años sin tomar créditos) y sí vienen cautelosos en sus gastos.
Además, las empresas agropecuarias están con estructuras ajustadas. Todo lo contrario a lo que ocurrió con la última gran seca (2008/2009) que encontró a las agropecuarias (desde empresas a fideicomisos de siembra) en expansión, a puro gastos y muy apalancadas engolosinados con el boom de precios de la soja tras 2002. No faltaban por aquellos años administradores de fideicomisos que soñaban con ser los "nuevos Grobocopatel" convalidando arrendamientos muy caros que, ante el cambio de ciclo, no pudieron aguantar.
Incluso, hay empresas que vienen con reservas de campañas anteriores porque, a diferencia de esta sequía, la de las campañas anteriores no fue tan generalizada. Y también, vale decir, hay firmas con buena ingeniería financiera y respaldo de sobra. No ganarán este año, y punto.
En el mercado cerealero fruncen el ceño apuntando problemas en insumeras, agronómicas y acopios a los que ven con menos margen para afrontar impagos o renegociaciones. Pero en el sector también hay grandes industrias proveedoras con casa matriz en el exterior y espalda financiera de sobra para aguantar. Pero además con visión de largo plazo y por eso pueden acompañar al productor en las malas conscientes de que sus clientes son estratégicos para su futuro comercial. Eso no quita que los ejecutivos nacionales de esas corpo globales deberán esforzarse por lograr que las casas matrices les habiliten el envío de dólares, cuando el gobierno les hace muy difícil la salida de las divisas.
No en vano, días atrás uno de los más altos ejecutivos financieros de Bayer vino al país para mantener una reunión en la planta semillera del grupo (que compró Monsanto) en Rojas con importantes y grandes productores para llevarse una impresión de cómo estará la situación financiera en el sector a raíz de la sequía.
Quienes abonan el escenario complicado pero no dramático descuentan que entre abril y mayo volarán cartas documento de un lado al otro del mostrador y dientes apretados entre financistas y financiados, pero descuentan que lo generalizado de la sequía generará el marco para que se logren acuerdos entre privados intra-cadena.
Es por eso que los términos de reperfilar compromisos, rollear vencimientos y reestructurar pasivos estarán en boca de todos y prometen mucho trabajo en las oficinas de contadores.
A rengociar
“El gran tema son las refinanciaciones, pero también hay que ver cómo financiarla campaña 23/24”, sostiene Ortolani. Para la analista, el gran perdedor de la próxima campaña será la inversión en bienes y equipos.
"La industria de la maquinaria agrícola lo va a sufrir fuerte. Todo el esfuerzo financiero va estar puesto en cómo pagar deudas y tomar financiamiento para capital de trabajo", agrega. "El uso de estrategias inteligentes de financiamiento y comerciales puede contribuir a enfrentar la herencia de la seca ya que el problema no será solo pagar lo comprometido sino también financiar lo que viene", resalta.
Es muy probable que productores que venían piloteando sin demasiada exposición los gastos de campaña ahora deberán acercarse a financiarse. Pero no todas son malas. Las agropecuarias que adquirieron insumos (como fertilizantes) que no usaron, podrían tener alivio financiero por ese lado.
El dólar soja, como en el mercado cerealero cada vez más descuentan para mayo o abril (a juzgar por los spread en el mercado de futuros entre ambas fechas), también podría ser de gran oxigeno para que los productores (vendiendo a un tipo de cambio diferencial) puedan hacer frente a compromisos y los gastos de las próxima campaña.
El dólar soja, claro está, generaría (otra vez) muchas distorsiones en el resto de la agroindustria (ni que hablar entre quienes deben pagar arrendamientos) y tendría un costo político fuerte para el gobierno ("beneficiando a sus enemigos, para usar la jerga). Pero ante la urgencia por los dólares para las reservas (que esta semana quedó expuesta con el canje de bonos en los organismos estatales) y el convencimiento de que con el tipo de cambio vigente los sojeros venderán lo justo y necesario, tal vez al ministro de Economía, Sergio Massa, no le quede otra que reeditarlo.
Volviendo a la cadena de pago, que no se vislumbren defaults generalizados no quiere decir que se minimicen las pérdidas. No en vano, acreedores de Vicentin -sobretodo pequeños y medianos- que ya habían dado por perdido sus granos no cobrados, ahora -como si estuvieran rascando la olla-reactivaron su interés en el tema, sobre todo a quienes la aceitera propuso pagarle hasta 30 mil dólares cash en el acto apenas se homologue el acuerdo de acreedores.
Pero, además, un análisis completo de la situación no puede dejar al margen una realidad difícil de medir pero de alto impacto: la economía “enterrada” que tienen las empresas argentinas. O dicho más simple: el canuto bien guardado. Una reserva, fuera de registro o bien a resguardo en los balances, que permite a las empresas hacer frente a situaciones complejas como pudo ser la caída de Vicentin.
En efecto, la agroexpotadora dejó sin pagar unos 450 millones de dólares por granos que recibió y, contra todo los pronósticos, se sucedieron cierres de explotaciones y caídas de operadores. Hubo Empresas que perdieron mucho. Hubo empresas que tuvieron que ajustarse, pero no fue un desfile de quebrantos.
Por caso, la agrofinanciera Guardati Torti no cayó por el incumplimiento de Vicentin sino que derrapó porque no estuvo Vicentin para salvarla de los muy malos negocios financieros que realizó en el pasado. Para esta visión, si se pasó la crisis de Vicentin sin sobresaltos, la que se viene por la seca también se afrontará. Con los dientes apretados y haciendo ajustes, pero se pasará sin tener que "velar" empresas.
Por el contrario, quienes son más pesimistas pueden destacar que, en rigor, lo que pasó es que la deuda de Vicentin todavía está dentro del sistema y un nuevo traspié generalizado, como es una tercera sequía consecutiva, agotó reservas de la empresas y ahora sí todo se puede complicar para la supervivencia de las firmas.
De arrendamientos y financieras
Un termómetro del estado de salud de la finanzas del agro está puesto no sólo en cómo se pagarán los arrendamientos a cosecha sino también a qué precio se pactará los de la próxima campaña. En ese sentido, hasta ahora no se detectaron grandes rebajas.
“Recién la semana pasada empecé a escuchar que hay incipientes bajas en los precios que se están negociando”, advierte Pino. “El propietario no va a anticipar una rebaja, pero cuando sobre la fecha de cobro a cosecha de la campaña actual y deba cerrar el alquiler de la próxima y luego de mirar para los cuatro costados y no encontrar a nadie que le convalide altos valores, se va a sentar a negociar”, agregó.
Y el presidente de la Rural dejó un mensaje hacia el interior de la cadena: “De esta salimos entre todos. Todos tenemos que hacer un esfuerzo”.
En esa línea, Ortolani agrega: "Ya estoy viendo principios de renegociación de alquileres. Y es que ante semejante pérdida económica, todos en algo vamos a tener que ceder. La torta va a ser más chica para todos".
Sobre el tema de los refinamientos, el presidente de la Federación de Entidades Acopiadoras, Fernando Rivara, apunta una tendencia. “Quien tomó compromisos financieros se encuentra, por la sequía, que no tendrá el dinero pensado para responder, pero hay herramientas que van a permitir encontrar una salida a este tipo de situaciones. Y es que hay inversores y empresas financieras que están dispuesta a entrar en el negocio del agro porque lo ven interesante. Ven una oportunidad y dicen: aportó, entró al negocio y siembro porque voy a cosechar con otro gobierno”.
Rivara está en el grupo de quienes sostienen que las complicaciones que enfrentará el productor no serán capitalizadas por otros pares más grandes (por ejemplo, tomando terrenos para arrendar) sino por quienes -con socios financieros- busquen desembarcar en el agro apostando a mediano plazo. Esa presencia también, según esta lectura, estaría frenando hacia la baja los arrendamientos.
En ese sentido, las lluvias de esta semana (más la fertilidad de tierras que no fueron sembradas este año o no perdieron toda la fertilidad) también generan un horizonte muy interesante para la próxima siembra de la campaña fina.
Alarmistas levantan la voz
Pero claro para llegar a diciembre falta mucho. Muchísimo. Y hay que llegar. Es por eso que, como se dijo más arriba, en el campo también están los que trazan escenarios mucho más pesimistas en lo que respecta a la cadena de pagos.
“La situación va a ser dramática para todos los sectores vinculados. Por ejemplo, las fábricas de maquinaria agrícola ya llevan cuatro meses de baja en las ventas y calculan un 2023 con fuerte caída”, resalta la directora de la Sociedad Rural Argentina por Santa Fe, Soledad Diez de Tejeda.
Por su parte, Andrés Costamagna, director de la entidad por Córdoba, pone sobre la mesa una medida para aflojar las tensiones en la cadena de pagos. "Debida a que por la sequía va a haber muchos incumplimientos en las entregas acordadas de maíz en operaciones fowards. Y así como a los exportadores el gobierno le permitió rollear embarques por un año,pedimos lo mismo para que el productor pueda cumplir en la próxima cosecha con las entregas que no podrá hacer en esta sin sanciones de las Cámaras Arbitrales o del circuito comercial”.
En rigor, en el artículo 3 de la reglas y usos de los reglamentos de las Cámaras Arbitrales, está previsto situaciones como la que se viene en materia de incumplimiento de entregas de mercadería, y por eso hasta es posible que los exportadores directamente anulen los contratos. Además, en las dos resoluciones del gobierno que le permitió a los exportadores postergar embarques de maíz y trigo, se estableció un marco normativo para la postergación de exigencias de entregas.
Pero, como también en las operaciones fowards hay relaciones contractuales entre las partes que establecen condiciones particulares, en la Sociedad Rural Argentina hacen público el pedido de que los compradores no tiren de la cadena.
No en vano, y en tren de mostrar que la película puede no ser tan mala como la foto, el pasado reciente aporta una buena: pese a que se perdieron más de 10 millones de toneladas de trigo, no hubo grandes inconvenientes con las entregas comprometidas no realizadas. Y es que en los exportadores hubo comprensión y voluntad de negociaciòn. Y ahí también fueron claves las instituciones, como las Cámaras Arbitrales, para lograr acuerdos entre las partes.
¿Y las SGR?
Más allá de los forwards, como desde el agro abren el paraguas por cheques emitidos que no se van poder levantar, se empieza poner el foco en las sociedades de garantías (SGR) que respaldaron esos instrumentos. ¿Podrán salir a respaldarlos si los incumplimientos son generalizados? Desde el agro, los productores avisan que puede haber problemas, pero en el mercado de capitales no creen que pase a mayores.
Las turbulencias que tuvo el año pasado el sector vinieron de malos negocios de un par de empresas y no por problemas sistémicos, con lo que operadores financieros ven que hay margen para hacer frente a las turbulencias.
Otra vez, reestructurar pasivos, rollear vencimientos y reperfilar compromisos, aparecen en escena como herramientas para contener los incumplimientos en este frente.
Quiénes quieren seguir de cerca la salud del sistema del SGR o de alguna empresa en particular, el Mercado Argentino de Valores (MAV) publica todas las semanas un informe con datos sobre la salud de las carteras.
¿Qué hay que mirar? La relación entre los productos negociados y el fondo de riesgo de cada firma (y que tiene que estar debajo de cuatro) y otro indicador es la relación entre instrumentos negociados por comitentes que se encuentran en situación 5 del Banco Central (la peor calificación) contra el total de los instrumentos negociados.
Pero claro, los informes del MAV sólo incluyen los negocios bursátiles de las SGR, que también tienen garantizan productos (cheques, pagarés) por fuera de la Bolsa.
Rosario, en el centro
"Rosario fue la ciudad que primero sintió la reactivación del agro hacia 2003, con toda la inversión inmobiliaria, comercial e industrial que puso a la ciudad al tope del crecimiento. Por esa misma lógica de estar conectada tan íntimamente a la agroindustria, el efecto pobreza de la sequía también se sentirá más fuerte y más rápido en la zona”, advierte Díaz de Tejeda.
El centro de Rosario concentra las cabezas de gran parte de los operadores comerciales y financieros del agro, y por eso toda la tensión que se genera en el mercado tendrá un impacto directo en empresas de la city local.
De la salud financiera previa y de las estrategias de contención que tenga cada actor y de la voluntad y capacidad de renegociación de la propia cadena dependerá de que puedan sortear la tensión que se avecina en la cadena de pagos. Y por lo pronto, todos -desde acopios a insumeras, pasando por agentes y corredores- se miran de reojo. Sin temor, pero con atención.
Por la sequía, las pérdidas en la provincia de Santa Fe llegarían au$s 4.500 millones, según el estudio que presentó la Sociedad Rural Argentina. Se trata de la provincia más afectada por el clima y perdería el 10% de su Producto Bruto. Faltará mucha plata.
Puede ocurrir como tras las sequía de 2008/2009 o la crisis de 2019, cuando el sacudón financiero encontró a mucha empresas muy expuestas financieramente provocando olas de impagos y caídas de jugadores, o -por el contrario- como el mercado quedó más sólido y conservador en estrategias financieras tras las últimas depuraciones, ahora podría tener mejor margen para enfrentar el bajón sin mayores sobresaltos o sin perder jugadores en el medio. La foto es mala, pero la película puede no ser catastrófica. El resultado está abierto. Y en mayo se empezará a develar.