El cierre de las exportaciones de carne por 30 días comenzó a regir el martes, si bien todavía no se publicó una normativa que lo habilite. Esa falta de normativa alienta a empresarios de que el cepo pueda ser mucho más flexible que lo anunciado.
Es más, en el agro recuerdan que el gobierno también había dispuesto en diciembre el cierre de exportaciones de maíz, cuyo precio se había disparado, que no llegó a aplicarse ya que ante el rechazo del campo se buscó una solución más o menos acordada. "Hay una luz de esperanza", dijo un funcionario que está al tanto de la marcha de las negociaciones, luego de que el lunes el rechazo empresario al anuncio de la Casa Rosada sea total y hasta sumó a los gobiernos de Santa Fe y Córdoba, ambos de signo justicialista.
Incluso, hay avanzadas gestiones del consorcio ABC, que reúne a los principales exportadores, con el gobierno para revertir la medida anunciada, aplicada pero no oficializada. Las conversaciones arrancaron ayer mismo, mientras que los ganaderos anunciaban paros, y uno de los argumentos que más inquietó al gobierno es el cortocircuito que puede generar con China, que es el principal importador de la carne argentina. Y el gobierno tiene muchos acuerdos estratégicos con el gigante asiático.
Precisamente, ante la falta de una resolución oficial -que el gobierno nacional promete saldrá en breve firmada por el Ministerio de Agricultura- el cierre fue muy desprolijo ya que la Aduana impidió la salida de muchos contenedores con carne que ya estaban en los puertos cargados para ir a China y con autorizaciones anteriores al anuncio del cierre.
Formalmente, el gobierno cerró las exportaciones con el argumento de ganar los 30 días que, prometió durará, necesarios para tomar las medidas correspondientes que permitan frenar la escalada de precio de la carne, que aumentó más de 70% desde la pandemia.
"El Presidente pidió que el mercado funcione de manera ordenada; si los objetivos se cumplen antes (de los 30 días), se va a levantar la restricción. Queremos que los exportadores que no cumplen con las normas dejen de hacerlo, que el negocio sea para los formales y que haya oferta accesible en el mercado interno en el corto plazo", comentó el ministro de Desarrollo Matías Kulfas.
Y de sus declaraciones a la prensa porteña emerge la fuerte disputa empresaria entorno al negocio de las exportaciones de carne, una discusión que corre en paralelo al debate por los precios en las carnicerías. Una disputa entre los grandes frigoríficos exportadores, en su mayoría de capitales internacionales (sobre todo de Brasil) y los nuevos exportadores (en su mayoría matarifes habilitados o frigoríficos bonaerenses).
¿Cómo es la historia? En 2018 se exportaban unas 300 mil toneladas de carne, pero el negocio se disparó en 2019 a 560 mil toneladas y en 2020 siguió subiendo hasta 700 mil toneladas. ¿Qué ocurrió? Apareció China, destino que que concentra el 73% de las exportaciones de carne argentina.
Y ante el aumento de la demanda (sobre todo de una carne que no es de alta calidad, como la que va a Europa) también irrumpieron nuevos jugadores. En efecto, el negocio de la exportación está en manos de un puñado de grandes firmas muy profesionales, muchas de ellas de capitales brasileros. Por ejemplo, en Santa Fe hay 10 grandes plantas exportadoras entre los 30 frigoríficos instalados en la provincia.
Pero con la irrupción de China, apareció el interés por exportar de muchos frigoríficos, sobre todo de los instalados en el Gran Buenos Aires, que operaban en el mercado interno. También empezaron a vender a China muchos matarífes (que no tienen planta) con autorización para exportar, que llegaron a ser unos 80 operadores.
La irrupción de los nuevos operadores generó ceño fruncido entre los "tradicionales" y, precisamente, fue desde la cámara que los reúne, que es la ABC, que salió la propuesta al gobierno de incrementar el mes pasado los requisitos (por ejemplo tener plantas) a las empresas que quieran exportar.
El argumento acercado directamente al presidente Alberto Fernández es que los nuevos jugadores estaban distorsionando al mercado subfacturando exportaciones, aumentando los precios y también, de paso, desatendiendo el mercado interno. En esa línea, el gobierno nacional le terminó quitando la habilitación para exportar a unos 15 operadores, sobre todo matarífes.
Como retribución a esas medidas, el consorcio ABC puso a disposición 6.000 toneladas de carne a precios de diciembre para que se vendan en los grandes hipermercados, sobre todo de capital federal y el conurbano bonaerense.
En una entrevista televisiva a realizada el lunes en C5N, el propio presidente Alberto Fernández hizo alusión del buen diálogo con los frigoríficos exportadores. “Ha sido una gran tentación la aparición de China comprando carne porque pagan precios muy altos y para todos se vuelve una oportunidad única”, dijo el presidente.
"Había que terminar con exportadores que exportan carne como exportan camisas. Para poder ser exportador de carne hay que cumplir ciertos requisitos. Nos dijeron dos o tres cosas muy interesantes; ideas tales como que sólo puedan exportar los frigoríficos que se han dedicado a la exportación, que tienen condiciones sanitarias que los hacen distintos a los otros", resaltó el primer mandatario.
La Cámara de Matarifes tomó nota del acercamiento del gobierno con los grandes frigoríficos y así lo hizo notar en su comunicado del martes contra el cierre de exportaciones. "Quedó por demás claro que hasta el momento, las autoridades solo escucharon la campana de los exportadores y lejos de encontrar soluciones, se suma un nuevo capítulo de desencuentros, en donde los únicos perjudicados son los sectores de la población con menores recursos", señaló la entidad, que representa el 80% de la faena destinada al mercado interno.
"Estamos listos para llegar a las franjas de bajos recursos, con cortes a precios accesibles y sobre todo, a través de las carnicerías, un eslabón del negocio que quedó fuera del convenio de cortes rubricado entre exportadores y Gobierno. Hemos realizado inversiones, cumplimos con los requisitos sanitarios y pagamos los impuestos correspondientes. Podemos y queremos llegar a precios ventajosos para el bolsillo de los consumidores", aseguraron los matarifes, que quedaron afuera de la exportación por no tener plantas propias desde la disposición del mes pasado tomada por el gobierno.
En lo que sí pueden hacer causa común todos los frigoríficos (grandes y chicos, extranjeros y nacionales) es que el cepo deprimirá en un primer momento los precios de la hacienda (por la mayor liquidación) y se podrán abastecer barato a la espera de que les vuelva a habilitar los despachos, ventas que concretarán a precios firmes en el exterior. En definitiva, un muy buen negocio.