Martín Guzmán viajará este domingo a Washington para la asamblea de primavera del Fondo Monetario y comenzaría la negociación para “recalibrar” el programa económico.
La aceleración de precios de febrero y marzo, que acumuló en esos dos meses un 11,7% de inflación, apura una discusión pendiente entre el Gobierno y el Fondo Monetario, que tendrán su primer cara a cara desde la concreción del nuevo programa financiero la semana próxima en Washington. Se trata de la “recalibración” de políticas y de algunos de los números incluidos en el acuerdo, algo pedido por el directorio del organismo y admitido por el Poder Ejecutivo.
El nuevo escenario de commodities a nivel mundial y su consecuencia en la inflación doméstica dejó vetustas las proyecciones de suba de precios explicitadas en la letra chica diseñada con el staff del Fondo Monetario. El escenario de base preveía una inflación de entre 38 y 48 por ciento anual para este año. Según el último relevamiento del Banco Central entre consultoras y fondos de inversión, el IPC anual esperado para todo 2022 ya alcanzó el 60 por ciento.
No es una posibilidad remota para el equipo económico. Una alta fuente del Poder Ejecutivo con incidencia en las políticas de precios se esperanzaba hasta hace algunas semanas con tener una inflación este año que sea similar al 50,9% de 2021, pero las nuevas condiciones hacen trabajar a la Casa Rosada con una expectativa menos ambiciosa y se conforman con lograr que un salto inflacionario como el de febrero y marzo no sea lo suficientemente extenso a lo largo de 2022 para que el indicador anual termine por encima del 60 o 65 por ciento.
Este jueves una de las voces más importantes del Fondo Monetario alertó sobre el efecto que tiene la aceleración inflacionaria en la actividad. La economista Ceyla Pazarbasioglu, directora del departamento de Estrategia, Política y Revisión del FMI –y quien tendrá un rol determinante en el proceso de evaluación del programa económico acordado– advirtió que “la inflación está paralizando la economía” argentina.
Para Pazarbasioglu, “la inflación es más dura para las personas más vulnerables” y por eso el Gobierno necesita tomar medidas para “domesticarla”. En ese contexto ubicó la decisión del Banco Central de este miércoles de retocar las tasas de interés para mantenerlas en un terreno positivo frente a la inflación. “Es parte del acuerdo que la Argentina cerró con el FMI”, declaró en una entrevista con Bloomberg TV.
Ya incluso antes de que se conociera el dato de inflación de marzo el Fondo Monetario ya había solicitado de manera oficial una recalibración temprana de las políticas incluidas en el programa económico. “Los riesgos para el programa son excepcionalmente altos y los efectos secundarios de la guerra en Ucrania ya se están materializando. En este contexto, la recalibración temprana del programa, incluida la identificación y adopción de medidas apropiadas, según sea necesario, será fundamental para lograr los objetivos del programa”, alertó la directora gerente del organismo Kristalina Georgieva.
El escenario de base preveía una inflación de entre 38 y 48 por ciento anual para este año. Según el último relevamiento del Banco Central entre consultoras y fondos de inversión, el IPC anual esperado para todo 2022 ya alcanzó el 60 por ciento.
El directorio del organismo hizo consideraciones similares. “Al señalar que los efectos secundarios de la guerra en Ucrania se están materializando, los directores recibieron con beneplácito el acuerdo de las autoridades de adelantar la primera revisión del programa y las instaron a recalibrar las políticas, según sea necesario, para asegurar los objetivos fiscales y contener los efectos inflacionarios de segunda ronda de aumento de los precios de las materias primas”, reveló el FMI en un comunicado.
Martín Guzmán y el presidente del Banco Central Miguel Pesce participarán la semana próxima en la asamblea de primavera del Fondo Monetario y el Banco Mundial, en una agenda que incluirá cambio climático, la persistencia de la pandemia y los efectos económicos globales de la guerra en Ucrania. Para la Argentina implicará el primer contacto directo entre los funcionarios argentinos y los del FMI, tres semanas después de la aprobación del directorio y cuatro antes de la primera revisión trimestral de metas, prevista para mediados de mayo.