“El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) es una oportunidad. Habrá que saberla aprovechar”. Palabras más, palabras menos; ese fue el sentido que se le dio en el tejido empresario al entendimiento del gobierno con el organismo multilateral.
La opción del default era unánimemente rechazada en los ámbitos empresariales, pero al mismo tiempo aclaran que no alcanza a ordenar la macroeconomía. “Necesario, pero no suficiente”, resumió la Bolsa de Comercio de Córdoba. Y si bien las principales entidades empresarias se manifestaron a lo largo del viernes públicamente a favor del convenio porque evita el default (que era la alternativa unánimemente más temida por el arco productivo), en privado se apuntaron varias cuestiones que no fueron tan bien recibidas.
Por ejemplo: que no haya reforma tributaria fue celebrado por el gobierno pero vislumbró en el empresariado un escenario en el que no cederá la fuerte presión impositiva, más aún si el gobierno necesitará recursos para bajar el déficit fiscal primario, como se comprometió. Y la carga tributaria es uno de los escollos para el despegue real de la economía.
Más delicado es aún el tema de que no se exija reforma laboral, algo también celebrado por el gobierno. Y es que si bien en su mayoría las entidades industriales (bien “mercado-internistas”) se corren de las recetas liberales de flexibilización laboral que impulsó el FMI en los 90, reconocen la importancia y la urgencia de acomodar el régimen normativo laboral ya que así como está no incentiva a los empresarios a tomar trabajadores.
Que el Fondo no imponga una reforma laboral no quiere decir que el tema no se pueda abordar. Incluso, los optimistas resaltaban lo bueno de que las recetas más ortodoxas hayan quedado fuera de carrera lo que facilitaría un acuerdo legislativo para los cambios.
Pero los más pesimistas resaltan que no tratar el tema se convirtió en una bandera para un gobierno cuya ala dura no dirigiere el trato con el FMI por lo que no habrá mucho margen para que la Casa Rosada motorice cambios durante lo que resta de la gestión.
La alternativa, sostienen, será insistir con el tema muy por debajo del radar de la prensa con los funcionarios que comprenden que el si se quiere democratizar la reactivación generando empleo no queda otra que actualizar los marcos normativos a la nueva economía. Y la idea será logar "pequeñas victorias" con cambios menores que al menos vayan trazando una senda. De lo contrario, sostienen, el crecimiento económico no se traducirá en más empleo formal.
Otro tema que también fue puesto sobre la lupa fue el compromiso que tomó el gobierno con el FMI de reducir el monto de los subsidios a la energía. Más allá de que la distribución de energía es más barata en lugares chicos y concentrados de usuarios, como capital y el conurbano bonaerense, lo cierto es que el monto de subsidios que goza ciudad de Buenos Aires es casi obsceno frente a las migajas que se reparten en el interior.
Sabiendo, entonces, que un fuerte aumento de la energía eléctrica, por ejemplo, puede cambiar radicalmente la ecuación económica de muchas fábricas (que hoy se manejan con ese costo medianamente pisado), la dirigencia empresaria santafesina espera que al momento de discutir el acuerdo en el Congreso se haga sentir el compromiso federal de los legisladores nacionales oriundos de la provincia para que el grueso del recorte de subsidios a la energía recaiga en Buenos Aires, que son los más beneficiados.
“Esperemos que no prime la obediencia debida con la Casa Rosada en los legisladores del oficialismo y que los hoy diputados y senadores opositores que vivían en Buenos Aires y el año pasado vinieron a buscar los votos a Santa Fe honren su palabra de que no son porteños, como muchos pensamos”, pegó sin filtro y directo al mentón un dirigente fabril que no oculta en twitter que tiene más diferencias con Cambiemos que con el justicialismo.
En esa línea, el capítulo financiero también fue puesto en foco. El pedido del FMI de aumento de las tasas de interés fue leído por los empresarios como una señal para apurar la toma de las lineas de financiamiento con costos subsidiados que todavía están en la calle, como los créditos del Banco Nación con subsidio de tasa por parte del gobierno de Santa Fe.
Y en materia de los compromisos financieros tomados entró en terreno de debate sobre si el fuerte torniquete a la emisión (que arrancará este año) que se acordó con el Fondo logrará ayudar a reducir la inflación (como sostuvieron los más ortodoxos) o antes secará la plaza contrayendo el consumo interno (como temieron los más heterodoxos).
Con todo, y pese a las opiniones previas, no puede soslayarse que el ministro de Economía, Martín Guzman, logró entre 2020 y 2022 renegociar la deuda con bonistas y con el Fondo evitando que el país entre en default. Y es que, como se dijo más arriba, la opción del default era rechazada en los ámbitos empresarios.
Pero al mismo tiempo hubo coincidencia entre los empresarios que el acuerdo no alcanza por sí sólo para ordenar la macroeconomía. Y sin una macro encarrilada las inversiones importantes seguirán a cuenta gotas porque el sector privado necesita conocer el rumbo futuro para activar sus planes de crecimiento, más allá de los desembolsos que se hacen para aprovechar el rebote económico.
Un ejemplo con concreto de hace quince días. Un industrial de la zona que está atravesando la carrea de obstáculos que significa concretar una importación (en este caso de un insumo fabril que no se fabrica en el país) recibió una recomendación de una alta autoridad del ministerio de Desarrollo Nacional. “Y si te largas a fabricarlos vos”, fue el consejo. Y no parecía fuera de lugar habida cuenta que se trata de un insumo cuya fabricación es de poc. complejidad y además la demanda es fuerte. Pero, según contó a Rosario3, fue una sugerencia que rechazó porque nadie le asegura que en un par de años se abra la importación y pierda lo invertido en la sustitución. “Saber a qué juega el equipo”, eso es (dicho en términos deportivos) lo que necesita saber el empresario porque a la economía le interesa más lo que viene y no lo que pasó. Y el gobierno, por más “acuerdo light” firmado con el FMI, todavía no lo definió.