La intempestiva decisión tomada esta semana por los exportadores Cargill y ADM, ambos de capitales estadounidenses, de dejar de utilizar los valores de Pizarra que diariamente elabora la Cámara Arbitral de la Bolsa de Comercio de Rosario como referencia para las fijaciones de precios en sus operaciones comerciales le asestó un duro golpe a la credibilidad de una de las principales herramientas institucionales que tiene el comercio de granos para orientar sobre los valores de los granos a los actores del negocio, hasta para la definición de arrendamientos. Pero además expone necesarios debates hacia el interior de la cadena comercial sobre el futuro del mercado cerealista.
Algunos debates son recurrentes, como la metodología usada para la elaboración de las Pizarras o los riesgos que supone para el chacarero vender bajo la modalidad de “a fijar”. Pero que cada tanto emerjan, es una muestra que son temas no resueltos.
Pero esta vez tomaron protagonismos otras aristas más novedosas como el impacto de la tecnología en la circulación de la información que obliga a gestiones institucionales más ágiles para seguirle el ritmo al mercado. Y es que lo que quedó expuesto en la inesperada novela de verano es tanto el qué (las decisiones que toman las empresas y su impacto en todo el sector) y el cómo (la forma en la que lo hacen) y por eso ameritan el análisis.
“El cómo”
Sobre el cierre de la semana, los ejecutivos de Cargill se disculparon ante las autoridades de la Bolsa y de la Cámara de haber informado el cambio comercial (que tanto impacto institucional tuvo) por un escueto whatsapp que sólo decía “que a partir de hoy en cualquier negocio nuevo de maíz, el precio va a ser por Mercado Cargill”. No era esa la actitud que mostraban apenas enviaron el mensaje cuando alguien se los hacía notar. Todo lo contrario. Era más bien sobradora la postura.
Tras las inesperadas repercusiones recularon con la soberbia y aseguraron que era una información destinada sólo para operadores y que no esperaban que tomara trascendencia. Incluso, admitieron , que fue tomada en caliente y se disculparon.
Es que Cargill tenía muchas fijaciones de precios pendientes de operaciones de maíz y se molestó al ver que en las últimas jornadas los precios de Pizarra salieron más altos de lo que ellos sostienen que es la real cotización.
Lo que las empresas deben considerar es la velocidad con la que circulan las novedades en el mercado, sobre todo cuando son noticias de quienes portan apellidos de peso. Hace años que dejó de existir ese escenario de discreción en que las casas exportadoras tomaban decisiones que quedaban en recintos cerrados sin tener que generar consensos con los otros eslabones del mercado. Mucho menos, dar explicaciones.
El whatsapp, por sintetizar todas las herramientas digitales de comunicación, no sólo cambió la forma de hacer negocios cerealeros sino también masificó el acceso a la información del detrás de escena del mercado, que por años estuvo bien reservado a quienes sólo podían acceder a algunos salones de las Bolsas cerealeras.
Los altos ejecutivos de las grandes empresas deben tomar nota que son tiempos muy distintos a los que mamaron cuando ingresaron al negocio como juniors. Eso les exige más responsabilidad al manejarse. Es parte del peso de estar ubicados en esos sillones, por más que su función principal siga siendo hacer buenos negocios para la empresa en la que trabajan.
Es que si bien las empresas son soberanas a la hora de decidir qué precio utilizar de referencia para sus negocios y el libre mercado rige la actividad, lo que molestó en el ambiente cerealista fue la forma en que ambas firmas comunicaron la decisión de abandonar la pizarra: un escueto whatsapp de dos líneas enviado a los operadores sin explicación y argumentación alguna.
¿Por qué lo hicieron? Por los trascendidos, lo hicieron en rechazo a que los precios de Pizarra de maíz y soja están inflados (según ellos de manera artificial) por operaciones realizadas en el mercado a término (con entrega corta), y eso le encarece las compras que hicieron a un valor a fijar, precisamente, sobre los precios que define diariamente la Cámara Arbitral.
Pero finalmente, el viernes suscribieron, como exportadores, el comunicado de la Cámara Arbitral en el que todos los sectores validaron el proceso de formación de los precios de Pizarra del maíz de la Bolsa, pero ratificaron la libertad de mercado para dejar de usarlos como referencia para la fijación de los precios de sus compras de granos. Ya volveremos a la “conveniencia” en no usarlos que ratificaron los exportadores en la reunión.
Ahora: ¿el sector agroexportador que en las negociaciones con el gobierno nacional a través de la entidad que representa -Cámara de la Industria Aceitera y Centro de Exportadores de Cereales (CIARA-CEC)- vive bregando por la institucionalidad y la estabilidad en la reglas de juego, cuando se trata de sus negocios, hay algunas empresas que toman decisiones que afectan las propias instituciones privadas del sector cerealista sin aviso, consulta previa y por un simple whatsapp?
¿No deberían haber estos dos exportadores presentado el tema en la Cámara Arbitral, en la que están representados todos los sectores del comercio, y pedir revisar lo que estaba ocurriendo en vez de retirarse intempestivamente? ¿No deberían haber pedido que se analice dejar de ponderar para elaborar el precio de referencia a las operaciones de futuros? ¿No tendrían que haber llevado antes el tema a Ciara-Cec?
¿O será que en el sector exportador hay empresas que no creen en esas entidades deliberativas cerealistas y por eso, cuando se trata de negocios, actúan por fuera? ¿O será que hay un convencimiento en algunas empresas del sector exportador que las Cámaras ya quedaron vetustas y no se necesitan más? ¿Tendrá algo que ver esa visión de que las Pizarras ya no son necesarias con el pedido, luego rechazado, que hizo el año pasado Ciara-Cec de reducir el número de miembros por sector.
Cargill tiene un miembro en la Cámara Arbitral y eso lo expone más. Distinta es la situación de ADM. Este trader no tiene la tradición de Cargill de ser un activo animador del mercado abierto. Su lista de proveedores es más bien chica y la mayoría de sus compras no son abiertas sino muy selectivas. Estar en esa nómina es para pocos y parece que lo quiso hacer valer porque durante diciembre estuvo presionando fuerte a proveedores (amenazando con dejar de comprarles) y a camaristas si seguían validando precios que consideraban artificialmente altos por el maíz. Tal es así que hubo una reunión del Centro de Corredores en el que se analizó el tema de las “presiones” de ADM.
Como sea, también quedó en off side la Cámara Arbitral de Cereales porque el conflicto le estalló en las manos y no tuvo una reacción a la altura. Es que, acorde al ritmo que el impone la tecnología en las comunicaciones, rápidamente se mediatizó.
Y así como la tecnología cambió la forma de hacer los negocios también modificó la forma de gestionar y comunicar en las entidades. Así como los exportadores deben tomar nota de que, a diferencia del pasado, no alcanzan los apellidos y se necesitan tomar decisiones con cierto consenso, las entidades deben anoticiarse de que los temas también necesitan otro ritmo institucional no tan calcino, una escasa velocidad que da pie a todo tipo de especulaciones sobre el real motivo de ir despacio.
Como sea, el tema se nacionalizó exponiendo innecesariamente a la Bolsa de Comercio de Rosario en particular y al mercado de granos en general. Y es que cuando el tema se politiza pasa de todo y fue así que aparecieron los que aprovechan para pegarle al gobierno y los que les tiraron a los exportadores. Pero en todos los casos lo hacen con intereses ajenos a los del comercio cerealista, que es el que debe debatir la conveniencia o no de los cambios.
Hablar de que el “cómo” estuvo mal por parte de los exportadores también explica que se hayan revividos viejas diferencias. Hubo corredores a los que la prepotencia les agotó la paciencia que venían cultivando luego de que CIARA-CEC les duerma en mesas intersectoriales que nada resuelven históricos pedidos (más rapidez en las liquidaciones finales, por ejemplo). También molestó que justo cuando los corredores quieren reactivar el recinto, esta decisión le quita volumen a las ventas en el mercado abierto.
También reactivaron críticas a la Pizarra de agentes cerealistas no rosarinos, siempre pro-mercado de futuros, y hasta se escucharon a memoriosos de Bahía Blanca y Buenos Aires que todavía le quieren pasar factura a Rosario por cómo se corrieron en los noventa cuando el gobierno nacional les intervino sus pizarras.
El conflicto actual -que tiene como telón de fondo las distorsiones por la intervención estatal en el mercado con el dólar soja y, sobre todo, la sequía- se veía venir y las autoridades de la Cámara Arbitral se mostraron faltos de reflejos para generar de manera anticipada las instancias de dialogo y conversación para encauzarlo antes de que estalle. No se trata de apagar el incendio, sino de prevenirlo. Eso es la gestión. En definitiva, la situación ameritaba profesionalidad y madurez en la resolución de las diferencias. Y eso vale tanto para los exportadores como para los camaristas.
¿Y el qué?
Ahora vamos al fondo del tema. Vamos al qué: ¿Por qué se van los exportadores de la Pizarra? Eso supone tomarse un tiempo para explicar el mecanismo.
Buena parte de las compras que exportadores e industriales hacen de los granos que demandan se pactan con anterioridad a la entrega de la mercadería y su precio se fija tiempo después de recibirla. Esas operaciones se conocen como "a fijar” y al acordarse se establece un rango de fecha para determinar el precio. Y, desde la existencia de las Bolsas y las Cámaras (hacia finales de 1800), el precio se fija en base al valor que figure en la Pizarra del día. Hilando fino, en rigor, sobre ese valor de referencia, los compradores ponen un plus (por ejemplo, Pizarra más tanto...) acorde a sus estrategias.
Y, precisamente, la Pizarra es usada como valor de referencia porque se le atribuye su eficacia en determinar un valor ponderado de las múltiples cotizaciones de operaciones con entrega inmediata (por ejemplo de la soja y el maíz) que se suceden a lo largo de una rueda. Los “semaneros” -como se define a los camaristas de todos sectores (compradores, vendedores e intermediarios) que fijan el valor diario- se apoyan en la información que disponen y, sobre todo, en su “leal saber y entender” de lo que ocurre en la plaza spot.
A lo largo del tiempo, el mecanismo de fijación se fue aggiornando. Por ejemplo, sumando herramientas tecnológicas propias (a través de las cuales los operadores declaran voluntariamente sus negocios disponibles) y del Estado (como el SIO-Granos que obliga a los operadores a declarar todos los negocios). Pero uno de los cambios más importantes fue hacia finales de la década del 2010 cuando se acordó (no sin muchas discusiones) la inclusión para el ponderado final de un porcentaje de las operaciones cortas y con entrega que se realizan en el mercado de futuros (a término).
Fue el Centro de Corredores de Rosario la entidad que militó por aquellos años el cambio entendiendo que esas operaciones representaban como una suerte de “mercado extendido” de las operaciones diarias (spot/con delivery) y, por ende, debían incluirse para el cálculo diario de la Pizarra. Y no se trataba de cualquier tipo de operaciones: vendedores aseguraban que muchos exportadores pagaban mejor por la soja en ese “extendido” que en el mercado físico para asegurarse la provisión de la mercadería sin riesgo de inflar (encarecer) la Pizarra, que es valor referencia de las fijaciones.
Se llega así al punto crucial. Que una Pizarra salga “alta” o “baja” significa que el comprador tenga que pagar varios dólares más o menos por la tonelada comprada a fijar. Y si bien en la teoría se trata de que el precio sea el valor real (no el caro o el barato), y esa es la tarea institucional de los camaristas, en la práctica los operadores sólo tienen el objetivo de hacer el mejor negocio posible (cobrar caro y pagar barato) y eso siempre genera tensión entre los institucional y lo comercial.
Tiempos calientes
Según el libreto liberal, como cualquier intervención del Estado en el mercado provoca distorsiones, la implementación del dólar soja (tipo de cambio diferencial) en septiembre tuvo daños colaterales en la Pizarra, que se volvieron a repetir en la segunda edición de diciembre.
¿Qué pasó? Resulta que hubo actores del mercado (acopios, corre-acopios y exportadores “no tradicionales”, como se le dice a los compradores que no son los grandes) que aprovecharon el tipo de cambio diferencial para vender soja que no tenían guardada y que por eso luego tuvieron que comprar. Y como había poca (por la seca y porque el productor ya vendió con el dólar soja) sólo la pudo obtener pagando más en el mercado "extendido".
Esa jugada (que reportó buen negocio a esos operadores porque vendieron a un tipo de cambio mejor al que compraron) hizo subir la Pizarra en las fijaciones a pagar por los exportadores “tradicionales” que pusieron el grito en el cielo. Por ejemplo, esta semana hubo días en que la soja en Pizarra estuvo en $75.000, cuando los exportadores ofrecían pagar $72.000 para las fijaciones.
Con ese telón de fondo, en enero la crisis estalló con el maíz. Es que unos pocos “compradores no tradicionales” (desde grandes como los acopios de Zeni y Grassi a nuevos jugadores como ALZ Agro, y Vicar, y hasta grandes firmas como Arcor) estuvieron realizado en las últimas semanas compras de maíz por el “extendido” (mercado de futuro corto con entrega en corto plazo) para cumplir compromisos de ventas con exportadores o de abastecimiento para sus fábricas, a precios superiores a los ofrecidos en el spot (como se dijo, el mercado con entrega diaria) porque hay poco maíz (por la seca) y los productores (tras hacer caja con el dólar soja) no lo venden.
El tema es que así están subiendo los precios de las fijaciones que deben afrontar los exportadores tradicionales. Por ejemplo, esta semana se pagó por el término u$s 257 la tonelada del maíz cuando en el físico estuvo a u$s247 y la Pizarra salió u$s253.
Mientras que para algunos exportadores de esa forma se está inflando artificialmente la Pizarra, para algunos productores y acopiadores -por el contrario- son los exportadores los que están bajando artificialmente el precio del maíz en mercado disponible que por la seca debería ser mayor. El valor real del maíz es el del mercado a término y por eso ahí aparece el volumen, sostienen quienes profesa esa lectura de los acontecimientos,
Debate necesario
Estas controversias reactivaron viejos debates, por ejemplo la insistencia de muchos chacareros en seguir vendiendo a fijar cuando al entregar sus granos están entregando su principal arma de negociación para pujar por mejores precios. La necesidad de sacarse la mercadería y reducir costos y riesgos aparece del otro lado de la balanza.
Otro debate: ¿Por qué no fijar por precios cuya formación es más transparente como los mercados a términos y a salvo del albedrío de los camaristas. El costo y lo complejo de esa alternativa (varias veces intentada hasta ahora sin éxito) aparece del otro lado de la balanza.
¿Y fijar por el Sio Granos? Si bien el SIO arroja valores diarios bien discriminados por región y volumen, quienes fruncen el ceño señalan que el productor necesita quien les pase el peine a tanto dato para saber realmente los precios del mercado y no un promedio matemático que incluya valores que no son de mercado; en definitiva una Pizarra.
Y también, vale aclarar, le falta difusión al Sio-Granos. ¿Por qué las Bolsas cerealeras se desvivieron informando diariamente sobre precios y volumen en base al Sio Granos durante las ediciones de dólar soja, pero ni antes ni después le ponen ese mismo empeño a la difusión de los precios y volúmenes que informa el gobierno en base a las declaraciones obligatorias de los compradores?
Precisamente, Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) fue la que emitió un comunicado el viernes llamando a “abandonar las pizarras” y aventuró fijaciones en base al término y al Sio Granos. Por lo menos llamativa fue la postura de CRA ya que casi al mismo momento de que salía con ese documento, su miembro en la Cámara Arbitral de Rosario defendía a las Pizarras ante la salida de Cargill y ADM. Al final: ¿qué piensa CRA? ¿Defiende o ataca las Pizarras? La falta de claridad en el tema que tiene la dirigencia agropecuaria en el tema comercial también es parte del problema.
A lo que vamos, es que el debate que plantea ADM y Cargill es necesario y le sobra validez y legitimidad. ¿Tienen sentido las Pizarras? ¿Tienen sentido estas Pizarras? Si están llenas de falencias, por que siguen en pie. ¿Por qué hay productores que las siguen requiriendo?
Más allá de la normativa nacional que dispone su publicación y de que, como se dijo en el comunicado de la Cámara del viernes, es un pecio orientativo y de libre uso, la Pizarra tiene una legitimidad que el agro le sigue dando a sus valores. Y ese es un activo que se debe cuidar. Además, que haya camaristas que todos los días le ponen el pecho a la elaboración de un precio ponderado (a riesgo comercial y profesional, como demuestra el apriete de ADM) también es un esfuerzo a valor y cuidar. A la Pizarra se la objeta y cuestiona, pero hay que bajar un cambio con las criticas: tampoco es un dibujo.
Salida para atrás
Como va quedando claro, el problema del planteo exportador no es el qué sino el cómo. Pero no fue ese el único. Es que la salida que propuso es un paso atrás y otro adelante.
En efecto, dejar de usar precio de Pizarra para definir fijaciones y usar el precio propio se le llama en la jerga el “el mercado comprador”. Y decir “mercado comprador es una forma de elegante de decir “el precio que pongo yo”. Algo así como cuando al default del cierre del gobierno nacional se lo llamó reperfilamiento. Llamalo como quieras, pero fue un default. ¿Se imagina alguien a algún exportador aceptando tal sometimiento como el que propone a la hora de originar granos en el mercado interno cuando va al país extranjero a vender su mercadería?
Y la Pizarra, con todos sus defectos, fue la salida institucional que encontraron en el pasado los comerciantes de granos para darle justicia a la formación de precios; justicia que viene por el lado de ser un valor que surge de la confluencia de oferta y demanda. Ir a “mercado comprador” es retroceder y no avanzar (como sería ir hacia fijar por término o Sio Granos) porque el poder queda desbalanceado.
En definitiva, lo de Cargill y ADM más allá de las formas también generó rechazo por el fondo, que fue la salida elegida. Y si bien los exportadores ratificaron que no cuestiona la profesionalidad de la formación de los valores ponderados, resaltaron que, bajo el imperio del libre mercado, los dejarán de usar. ¿Por qué? Porque no les conviene, dijeron los exportadores en la reunión de la Cámara.
No deja de ser impactante esa definición. Tiene toda su lógica (más aún cuando se trata de negocios) pero dejan expuestos que el libre mercado lo usan cuando les conviene a sus números, de lo contrario prefieren mercados regulados (como cuando en el gobierno de Cristina compraban maíz y trigo barato por regulaciones) o desbalanceados, como es el mercado comprador. ¿Mostraron la hilacha?
Esta postura es la que le dio sustento a una de las frases que quedaron instaladas como corolario de estas escaramuzas: “los exportadores son como los chicos que cuando el trámite del partido no les gusta se llevan la pelota”. En efecto, en vez de ponerse a discutir nuevas reglas y cambios necesarios, se llevan la pelota.
El problema, y así se lo hicieron notar a varios ejecutivos de la exportación que sólo miran los negocios, es que la Bolsa de Rosario tiene la espalda que tiene para ir a promocionar sus intereses (como la hidrovía o las obras de infraestructura) porque tiene un robusto mercado atrás. Sin ese robusto mercado, su poder de fuego pierde intensidad, como le pasó a no pocas bolsas cerealistas del país.
Para el tango se neceistan dos
Hay analistas que observan una línea de conducta. Exportadores que, por conveniencia comercial, ya dejaron de usar la Pizarra para la soja, ahora la dejan de usar para el maíz. A lo que le suman que hace años que no pagan calidad en maíz y que cada vez envían menos muestras de los granos que reciben a los laboratorios de la Bolsa, que por eso buscan otras demandas que atender. Si todo sigue así la pregunta que emerge es: ¿para que estarán las Cámaras Arbitrales?
En definitiva, ¿existe un deliberado plan de debilitamiento de las instituciones por parte de los exportadores para quitarle robustez al mercado y así más vuelo a la compra directa de sus acopios a los productores evitando que la intermediación equilibre la puja entre oferta y demanda? Según los datos del Sio Granos, el 50% de las operaciones en soja ya son compras directas.
Entonces, ¿los corre-acopios (con sus operaciones en futuros que terminan inflando la pizarra spot), tan cuestionados y vapuleados por los propios corredores, no vinieron a poner un dique de contención generando sus propios precios de compra?
Abonar esta hipótesis no puede soslayar un tema: para bailar el tango se necesitan dos. Y la pareja del exportador es el productor. El chacarero que cada vez se vuelca más a vender directo sin importar de que así le quita robustez al mercado porque le ofrecen mejores condiciones logísticas y precios. Eso sí: una vez que no exista esa Pizarra (y todo el plafón institucional que le da soporte en las Bolsas) habrá que ver si los compradores le siguen ofreciendo esas condiciones.
Seguir esta línea supone no ver sólo en el exportador al actor que guiado por sus intereses comerciales pone en jaque las propias herramientas institucionales que también contribuyó a crear; sino divisar que los propios productores están, del otro lado del mostrador, haciendo lo mismo.
Instituciones y libre mercado
Lejos de esa corriente de pensamiento, también hay encumbrados actores del mercado con muchas batallas al hombro como esta que le bajan el tono a lo ocurrido. Y hasta no creen que, en realidad, haya un conflicto.
Sostienen que así como los exportadores hoy dejan la pizarra del maíz, antes lo hicieron (sin couminicarlo) con la de soja, y en el futuro pueden volver a fijar por ellas. Así como en masa se van, apenas uno vuelva (porque encuentra que es negocio hacerlo) el resto también reingresa, descuentan.
Es más, señalan que, de reojo, los exportadores que se van siguen usando la Pizarra para hacer su “mercado comprador” y le bajan el perfil a la capacidad arbitraria de imponer un precio demasiado bajo porque los productores son huesos duros de roer que tampoco se dejarán avasallar, sobre todo desde la existencia del silo-bolsa, los precios de los corre-acopios, las grandes cooperativas y la espalda financiera de las empresas agropecuarias.
Es más, recuerdan algunos intentos en soja de establecer un mercado comprador muy bajista que dejó al exportador que se aventuró a realizarlo mendigando al final granos en el mercado spot porque nadie le vendía por el precio de “su” Pizarra. En esta lectura, la libertad de comercio también le juega a favor a los productores y le pone coto al poderío de los compradores, por más que sean un puñado frente a los cientos de productores.
Además de coincidir todos los actores del mercado (revoltosos y conservadores) de que el problema central es que se viene una cosecha histórica de las peores en términos relativos (que, por la seca, generará un profundo daño al agro y sus industrias), hubo un punto del escuálido documento de la Cámara Arbitral (que al confirmar que los exportadores se van de la Pizarra pero no reniegan dela Pizarra, lejos estuvo de servir para sanar el ambiente sino que, a lo sumo, bajó algo el dolor de manera momentánea) que generó alguna expectativas de mejoras futuras. Y es en la oración final cuando habla de la necesidad de “actualización permanente de las metodologías aplicadas”.
Dialogar todos los actores en sus instituciones en busca de las mejoras necesarias en un mercado en permanente cambio parece ser el camino. Y nuca es tarde para transitarlo.