Hoy la atención está puesta en la reacción que tendrán este lunes los actores económicos, desde los operadores financieros hasta los proveedores mayoristas de bienes, tras el fuerte cimbronazo político del fin de semana y el arribo de la nueva ministra de Economía, Silvina Batakis. Pero así como la crítica coyuntura dejó en stand by los temas estructurales de la agenda económica, el partido que ahora se ponen a mirar los grandes grupos empresarios no es el que se juega hoy en el mercado –con la cotización del dólar como centro–, sino el que se empieza a jugar hoy pero que se define en septiembre, el nuevo mes clave para la economía nacional.
¿Qué pasa en septiembre? Ese mes hay que pagar el próximo desembolso con el FMI. Son 5.231 millones de dólares, el 13% de las reservas brutas del Banco Central. Pago que el país debe afrontar cuando, estacionalmente, el segundo semestre tiene menos ingresos de divisas porque la cosecha gruesa ya se exportó. Pero si la Argentina cumple con las metas puestas para el tercer trimestre, ingresarían 4.155 millones de dólares del Fondo por lo que la cuenta a pagar sería de 1.076 millones de dólares. En diciembre, en tanto, vencen con el FMI 5.865 millones de dólares, pero -si se cumplen las metas- como también ingresarían del organismo 6.233 millones de dólares, hasta quedaría un saldo a favor en las reservas por 368 millones de dólares. Pero no sólo hay que cumplir las metas, sino que antes de diciembre está septiembre, que es el mes de próximo vencimiento.
¿Cumplir con el programa con el Fondo (que incluye los ajustes tan resistidos por el ala dura triunfante del gobierno en la crisis de este fin de semana) o defaultear en septiembre? Y la elección de uno u otro camino marcará el rumbo económico de lo que resta del gobierno. Por eso todos los movimientos del gobierno de cara a cómo encara esta disyuntiva son los que ahora estarán observando los principales grupos empresarios del país
Y en ese marco aparece la sombra de la devaluación de la cotización oficial del peso frente al dólar. Más allá de los movimientos altamente volátiles y especulativos que tendrá el dólar esta semana, se parte de una brecha entre oficial y paralelo que es del 100%. La diferencia con la que termine esta semana marcará la cancha sobre la inminente devaluación, y cuanto mayor sea más presión generará sobre el oficial
El tema es que si el gobierno se inclina por el camino de buscar no romper con el FMI, la devaluación será más temprano que tarde y acompañará el ajuste fiscal. Es más, facilitará el ajuste fiscal y el cumplimiento de las metas. Claro está que la devaluación del oficial -que rige los grandes movimientos de exportaciones e importaciones- puede tener un alto costo social por su impacto inflacionario. Pero la experiencia del segundo gobierno de Cristina muestra que no le tembló el pulso y devaluar, como lo hizo Axel Kicillof de ministro.
Y si bien la opción de romper con el FMI no presiona por una devaluación inminente (sobre todo, si la brecha entre tipos de cambios se logra contener a fuerza de más fórceps), el default en septiembre la provocará, como indica la experiencia las cesaciones de pagos.
Pero el escenario de devaluación (más temprano o más tarde) no es el único que en sectores empresarios que dan como sentado. El otro es el aumento de las retenciones a las exportaciones del agro. Y en este caso no lo ven impulsando tanto por necesidades de aumentar la recaudación de pesos, sino por el convencimiento ideológico del ala dura (y también de la flamante ministra Batakis) de que sirve para contener la inflación y también por razones políticas: aglutinar el frente gobernante interno ante un enemigo externo.
No en vano anoche ya circulaba entre la dirigencia del agro (y las bases) recientes entrevista de la flamante titular del Palacio de Hacienda justificando el aumento de retenciones. “Imagino que lo que se viene es más presión fiscal, más antagonismo con el campo, un escenario muy complicado de cara al futuro inmediato. No veo un buen horizonte de inversión, un buen horizonte para negocios. Me parece que vamos directo al iceberg”, resumió Gabriel De Raedemaeker, vice de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA).