La provisión de energía aparece como uno de los principales motores de la economía mundial de la mano de la creciente demanda de las nuevas tecnologías como la Inteligencia Artificial.
No en vano, en la lista de principales demandantes de energía hoy están los gigantescos servidores y data centers de Meta, Google y Amazon. Por ejemplo, esta última fue noticia días atrás porque invierte 500 millones de dólares para comprar una planta nuclear que engrose su abastecimiento.
Y la Argentina tiene, en los papeles, un pasaje para subirse a ese pujante tren, sobre todo en el capítulo de las renovables. Y es de la mano de la soja, o para ser más precisos en la energía que contiene la oleaginosa.
El tema es que mientras los más pesimistas sostienen que ese boleto ya fue picado porque 20 años de malas políticas para la agroindustria hicieron que las nuevas inversiones bio esquivaron Argentina (que desde 2014 no tuvo un desembolso aceitero importante), los que confían en que todavía hay posibilidades de subirse al tren tampoco derrochan optimismo. Todo lo contrario.
“La nueva ley que se propone es marginalmente mejor a la actual. No va a generar nuevas inversiones”, alerta Ezequiel Cornejo, director comercial de Cofco, la trader de granos china que es operadora líder del mercado argentino.
El reino perdido de la soja
Cornejo ingreso en Cofco International en 2007. Desempeño diferentes tareas comerciales, por ejemplo liderando el trading comercial de oleaginosas en Italia y Mediterráneo y posteriormente fue Head trader de granos en Cono Sur. Y desde el 2017 de desempeña como Director Comercia de Cono Sur
Cornejo fue uno de los principales expositores en la última edición del seminario anual de Acosoja, la entidad que reúne a toda la cadena soja, realizado en la Bolsa de Comercio de Rosario. Y es que conocer la opinión de la empresa líder china que no para de aumentar su negocios en el país despierta interés.
“La situación de la industria en Argentina no ha sido fácil. Hace 10/15 años que, por distintos motivos, la cosecha de soja está en los 45/50 millones de toneladas, mientras que Brasil la duplicó. Lo mismo pasó en la industria. En términos de crushing, la última inversión fue la de Renova en 2014, cuando todos teníamos expectativas de que la producción se incremente. Pero eso no sucedió y pese a que no se siguió invirtiendo, hoy se trabaja al 70%. Hay que decirlo hoy es una industria ociosa la del crushing”, arrancó su presentación.
El ejecutivo cerealero no duda cuando se le consulta sobre las causas de ese estancamiento: “alta carga de impuestos por las retenciones (en Argentina el productor recibe el 50% de lo que recibe el de Brasil del precio de la soja), regulaciones cambiarias y la falta de inversión en logística”.
Este último no es un tema menor para el alto directivo de Cofco. “Hoy el 85% de los granos se mueven en camión porque hay poca inversión en ferrocarril. La hidrovía actual es ineficiente y costosa. Y toda esa ineficiencia se traslada a la capacidad de pago de la soja, son dólares que pierde la producción”, advierte.
Y fue ahí que Cornejo puso sobre la mesa la necesidad de fuertes inversiones que mejoren la hidrovía. “La licitación tiene que bajar costos. Ese es el objetivo central. Esperamos, entonces, una buena licitación. Y así como hoy vemos que el gobierno nacional está comprometido en desregulaizar el mercado, esperamos que también quite retenciones”, expresó.
Para Cornejo, es “clave incentivar el valor agregado en la Argentina, entendiendo que el del crushing de la soja un negocio global con actores globales y en el que el tablero es todo el mundo, con lo cual es necesario ser competitivo como país”.
Brasil y Estados Unidos, la vieron
Y fue ahí que introdujo la cuestión energética: “Estoy asombrado con lo que pasa y se viene en el mundo de las energías. Y veo que es importante la contribución que tiene en la formación del precio de la soja”.
Ocurre que en Estados Unidos el aumento de la molienda está incentivado por la demanda de energía. El tema es que al haber mucha molienda para bio también se produce aceite y harinas. En lo que respecta al aceite, como el consumo es interno en Estados Unidos tiene poco impacto en la Argentina, pero como la harina se exporta significa que habrá más competencia (y menos precio) para la fabricada en Argentina, y que es justo el principal producto de exportación del agro nacional.
“En Estados Unidos pasaron de exportar de 8 a 15/16/17 millones de toneladas de harina y próximamente llegarán a las 20 M de toneladas. Estados Unidos, como Brasil, están capitalizando la oportunidad que da la energía. Hoy, en Brasil el 50% del aceite va a biodiesel, incentivado por sus políticas internas de consumo”, comparó.
En ese sentido, Brasil fue noticia días atrás cuando el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, sancionó una ley para potenciar el uso de biocombustibles y avanzar en la descarbonización del transporte como medidas frente al cambio climático.
"Brasil es el país que va a hacer la mayor revolución energética del planeta Tierra, y no hay nadie que compita con Brasil", dijo el mandatario. El plan tiene varios programas, uno que propulsa el uso del biometano en lugar del gas natural y el combustible de aviación sostenible, con el cual se pretende una reducción gradual del 10% de las emisiones en los vuelos domésticos hasta 2037.
Párrafo aparte que Brasil muestra lo importante de las políticas de Estado, ya que los programas anunciados por Lula tendrán no sólo un impacto económico importante para el país, sino que generará también grandes negocios para los sojeros, maiceros y azucareros (ya que esos productos aumentará su cotización por la mayor demanda para producir bio), sectores abiertamente en contra del presidente.
Anabólico al precio
“Lo que hay que comprender, tanto el gobierno como la producción, es que el desarrollo de la industria del biodiesel mejora la capacidad de pago de la soja. Eso se ve en los márgenes de molienda, que mientras en Argentina pasan años ásperos, en Brasil fueron muy buenos y en Estados Unidos, diréctamente fenomenales. La mejor inversión en planta de molienda fue en los Estados Unidos, sin dudas”, aseguró el director comercial de Cofco.
“Tanto Estados Unidos como Brasil tienen un mercado interno de bio energía, y eso es muy sano para todos, para la industria, para el productor, para las inversiones”, agregó el ejecutivo.
Quedar lejos en los márgenes a las aceiteras argentinas fue una de las razones para que las inversiones de plantas de la nueva generación de bio (como el HVO para barcos y aviones) esquiven al país. En efecto, Argentina tenía la soja, las aceiteras, las planta de bio tradicional, pero ahora perdió el tren de las nuevas tecnología para fabricar bio.
“¿Si hoy una empresa de este sector, que es global, tiene que invertir unos 400 millones de dólares donde lo va a querer hacer. En Argentina con todas las regulaciones y sin mercado interno de bioenergía estable o en Brasil o en Estados Unidos? No hace falta que lo responda” , enfatiza Cornejo.
“Es cierto que tenemos en Argentina una ley de biocombustibles, pero es para beneficios de empresas no integradas. No es eficiente. No le sirve al consumidor, que es el sector petrolero, que no quiere saber nada y por eso prefiere el diesel. Tenemos capacidad ociosa en molienda y en biodiesel con nuestra planta sub-utilizada mientras, sin libre mercado, el Estado le asigna cupos a plantas industriales no eficientes”, dispara el ejecutivo.
Es muy conocida la crítica de las aceiteras internacionales a la normativa gestada por el kirchnerismo, y que ni el gobierno de Mauricio Macri desactivó. En líneas generales, la ley dejó libre el mercado de exportación para la grandes multis y le asignó a las nacionales (no integrada a aceiteras) en exclusividad el mercado interno (venta a petroleras para los cortes en naftas y gasoil) estableciendo el Estado cupos entre las empresas y fijando precios.
La normativa tuvo un primer momento en el que les cerró a todos, activando inversiones en grandes plantas de las multinacionales y generando un importante tejido de empresas nacionales. Pero con el segundo gobierno de Cristina empezaron las fisuras. A nivel mundial, se cerraron fronteras para el bio argentino (pidiendo las multis poder vender en el mercado interno) y a nivel interno el gobierno empezó a pisar las actualizaciones de precios frente al avance inflacionario y para cuidado de los números de YPF.
Durante el gobierno de Mauricio Macri hubo intentos de liberalización que quedaron a mitad de camino y la última modificación a la norma durante el gobierno de Alberto Fernández hasta le bajó el corte obligatorio, a pedir de las petroleras que siempre renegaron del bio.
Ahora, hay un nuevo texto de ley consensuado entre todas los sectores empresarios que, precisamente, tiene su virtud en que todos ganan un poco y ceden algo, por ejemplo permitiendo a las grandes poder incursionar un poco más en el mercado interno.
Por eso, si bien no le juegan en contra, las grandes multis tampoco encabezan el lobby en favor de la ley, que ya transita las comisiones en la Cámara de Diputados. Pero mientras la dirigencia de la Cámara de la Industria Aceitera (Ciara) es medida y cuidadosamente diplomática en sus consideraciones (es más, si puede no se refiere para no criticarla), los ejecutivos de las empresas son más contundentes.
“La nueva ley es marginalmente mejor. Lejos está de ser de libre mercado. Lejos está de incentivar la competencia y mucho más lejos está de incentivar o generar nuevas inversiones”, alertó Cornejo.
“Sin un escenario que incentive inversiones, que en el biocombustible sería tener un buen mercado interno para abastecerlo con producción de calidad y eficiencia y a precios competitivos, seguiremos sin reactivar esta industria”, se quejó el ejecutivo de Cofco.
En lo que hace al mercado de la soja, expertos coinciden en que el “super ciclo” de precios altos de principio de los 2000 se terminó porque China ya no crece a tasas exuberantes y porque los fondos financieros globales ya están incorporados al mercado, cuando hasta esa fecha no lo estaban.
“Ese súper ciclo terminó, pero el de la energía ligado al agro está empezando. En 5 años el mundo va a necesitar mucha más energía, y de todo tipo. Solar, eólicas, de fusión y hasta nucleares. Y como las ligadas al agro también se necesitarán en gran escala, es que se ven tantos acercamientos entre empresas de ambos sectores, y no descarto que en el futuro haya fusiones entre grandes empresas energéticas y agrícolas”, analizó Cornejo.
Finalmente, el desarrollo de los biocombustibles asoma también como un motor para el incremento de exportaciones y el ingreso de divisas.
“El 85% de los grandes servidores y data centers de las grandes tecnológicas están en los Estados Unidos, que será una gran absorbedora de energía y por eso dejará libres muchos mercados externos que se podrían abastecer; todo lo contrario a lo que pasa con la harina de soja que va a haber de sobra y que debemos tratar de colocar en mercados de nicho. Por eso, si tenemos un buen mercado interno desregulado, y nos proponemos como país fomentar en serio las inversiones extranjeras en nuevas plantas vamos a tener una oportunidad de participar en ese gigantesco mercado que se está armando”, concluyó.